“Si tú te vendes…”

Así dice una canción del gran Agustín Lara. Claro que le habla a una mujer respecto a su práctica de la prostitución y de cómo él no le podría pagar. Yo digo, por cierto, que en general se trata más de “si tú te rentas” por un rato que si “te vendes”. Pero vamos a otro tipo de ventas de la persona. Se trata de quien acepta dinero o recompensas materiales o “atenciones personales” de cualquier tipo a cambio de: mentir, traicionar, votar, y hasta de robar para otros y dañar hasta el grado de asesinar.

Pero veamos un tipo especial de venderse por opinar, apoyar y votar. Este último caso es el más común, comprar el voto ciudadano: se vota por el que paga o regala algo o hasta simplemente ofrece algo (que a veces no cumple, y el vendido ya solo puede gritar que lo estafaron). Así se reclutan votantes en elecciones “democráticas” trampeadas.

Y dentro de esos casos de venderse por engañar o mentir están quienes generan para su difusión mentiras sobre productos, servicios y muy notoriamente en asuntos médicos y jurídicos.

Las declaraciones formales en falsedad de supuestos (o reales) expertos en medicina sobre medicamentos, tratamientos médicos y otros productos, en particular alimentos, son una más que triste, una muy grave realidad. Así, un laboratorio o empresa farmacéutica pone a la venta algún producto que cure o no algunos síntomas de enfermedades a la vez produce daños a la salud, por efectos secundarios, y hasta abiertamente dañina. La evidencia publicada de los engaños publicitarios es enorme y la evidencia es abrumadora. Pueden mentir por dinero inclusive en prestigiadas revistas médicas.

De la absoluta falta de ética de la empresa que engañan al público, a su clientela actual o potencial se pasa al engaño comprado de quienes aparecen como expertos y opinan según se le pide a cambio de un precio, que es muy atractivo: se venden. Hay algunas personas que estudian estos casos y los denuncian, y que luego han sido asediados de diversas formas, desde amenazas (a veces cumplidas) sutiles o directas, hasta procesos legales trampeados para que el denunciante se calle por las buenas (silenciarse o desmentirse) o por las malas (con cárcel y pérdida de patrimonio).

Ni hablar de quienes como sicarios habituales u oportunistas, vendidos a cambio de dinero de quien les compra su moral, su dignidad, roban, dañan personas o sus bienes, secuestran, torturan, amenazan y asesinan.

En el campo de la política, aparecen personas, grupos de ellas o empresas y otro tipo de organizaciones, que publican, difunden mentiras flagrantes, ya sea como voceros formales, informales o cómplices. Se venden por un precio propalando mentiras, tanto en contra de los adversarios como a favor de quien les paga.

Hablamos en general de lo que se conoce popularmente como “prensa vendida” y en México como “cochupo” a los periodistas. En el caso de los comunicadores, columnistas y reporteros en lo personal, vendidos, se trata de personas sin moral y hasta de simple debilidad de carácter, que dicen o escriben o callan lo que les pide quien les paga. El publicar falsedades u ocultar verdades en medios de comunicación puede ser también a cambio de privilegios oficiales y publicidad de gobierno ¡dinero!, los cuales son también una venta del honor y la ética profesional.

Hay también quienes se venden por declarar en falso en procesos judiciales, cometiendo el delito de perjurio, ya sea para acusar o para defender en falso al imputado. Así, hay en las prisiones personas inocentes por declaraciones de falsarios y criminales libres por lo mismo. Algunos de éstos se arriesgan a la acusación de perjurio, pensando que no les pasará nada por mentir ante un juez o jurado. Y cuando resultan también imputados por esos delitos de falsedad en declaraciones ya no saben qué hacer y ven cómo el dinero recibido (u otros bienes materiales, o hasta empleos) ya no les sirven y reclamar a quienes les han pagado por mentir es inútil.

Si, hay diversas formas de venderse en lo personal además de la prostitución o amasiato interesado $$$. El “no mentirás” se olvida frente al dinero, ya sea con o sin cargo de conciencia. En general sin ello, hay muchas formas de tratar de engañar a la conciencia. Es importante, por los daños que se pueden causar a terceras personas o instituciones, el no venderse a cambio de mentir, de engañar, y lo es también para cuidarse de quienes se venden fácilmente para perjudicarlo a uno.

Mentir, engañar, declarar en falso, nunca es algo aceptable moralmente, y peor si se hace a cambio de venderse por dinero u otras recompensas. No faltan quienes, por experiencia personal o falta de formación moral, afirman que “todos tenemos un precio”. Falso… Una persona moralmente recta, respetuosa de las buenas costumbres, de los valores humanos y de la voluntad en los mandamientos del Señor, nunca, nunca, tendrá un precio, no vende su dignidad, su moral, su honra o su alma.

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