PAN se declara como partido de oposición responsable ante Morena contra sus iniciativas que puedan perjudicar a la sociedad civil
A través de su casi octogenaria historia, Acción Nacional ha sido básicamente oposición a los poderes públicos, tanto en el actuar legislativo como frente a los ejecutivos locales y federales. Y ahora, frente a un poder hegemónico, aplastante, de López Obrador y Morena, tiene un compromiso ciudadano fundamental e inexcusable, para defender los derechos ciudadanos.
Las dirigencias nacionales panistas, la saliente y la entrante, han declarado y vuelto a declarar que el PAN será una oposición responsable, firme en la defensa de la ciudadanía y del Estado de Derecho, tal como se encuentra constitucional y legalmente, en leyes secundarias. Tiene que serlo, no hay otra fuerza social o política que pueda hacerlo, ni siquiera el maltratado y disminuido PRI o el casi desaparecido PRD.
El PRI, como oposición tiene el grave desencanto de cargar con demasiados pecados, especialmente el de su corrupción, prácticamente institucionalizada, que le quita credibilidad. Eso amén de que es más que explicable, por los hechos que se conocen, que ha tenido un profundo contubernio con Morena, fundamentalmente por el absurdo “perdón” a sus corruptos de parte de Amlo. Del PRD no hay mucho que decir, está peor, más que ser oposición a Morena es un náufrago en busca de salvación.
Para la mayoría de los líderes ciudadanos y de opinión, viendo a los partidos muy debilitados y de escasa o nula credibilidad, la defensa de los derechos ciudadanos, en especial de la democracia, está, o más bien debe estar en las organizaciones de la sociedad civil, la organizada y la que se debe de unir y organizar, ya que las voces individuales difícilmente serán oposición de influencia. El PAN debe trabajar de la mano de la sociedad civil organizada.
Desgraciadamente, como resultado en mucho de las pasadas campañas electorales con el que fue inaceptable “Frente”, perdió cara para ser oposición influyente. A eso se le suman los descréditos de las acusaciones, internas y externas, de haber aplastado la democracia interna, esconder sus principios de doctrina, y solapar actos de corrupción. Y aún hay, lamentablemente, más.
De todas maneras, Acción Nacional debe dar la batalla, y para tener efecto como oposición, tiene que serlo precisamente muy responsable, con una crítica bien fundamentada, tanto en lo legal como en la legitimidad de la defensa ciudadana. Para que las voces panistas, a nombre del partido sean escuchadas y apoyadas por la ciudadanía, el PAN tiene que recuperar, de inmediato, una buena cara ante la sociedad, con base en sus principios de doctrina y de su objeto estatutario.
La más importante batalla como oposición, la tiene el PAN en el campo legislativo. Primeramente, en el ámbito federal, y luego en los congresos locales, y hasta en los cabildos municipales. Lo más crítico que debe defender el partido en el Congreso, es la Constitución, de los ocurrentes cambios a modo que Morena quiere hacerle para acomodarla a los caprichos del señor López.
Para que la oposición responsable del PAN en el Congreso federal tenga valor, es absolutamente indispensable que sus oradores estén muy bien documentados, y que sus argumentes en defensa de la democracia y la constitucionalidad se basen en argumentos irrebatibles. En algunos casos podrá detener la barbarie modificadora a modo de la Constitución y otras leyes, en otros no, por la aplanadora morenista, pero el intento debe ser tan bueno como lo fue, años atrás, en grandes legisladores, prohombres y mujeres, de Acción Nacional.
Pero hay algo más, junto a la debida oposición responsable, Acción Nacional debe ser propositivo, no basta decir “así no es”, debe decir “cómo sí debe ser”. Debe también el PAN presentar propuestas legislativas y de gobierno (a los tres niveles) de buenas medidas a favor de los ciudadanos y de nuestra nación. Un PAN de proposiciones legítimas a favor de la sociedad.
Es mucha la responsabilidad que ante la sociedad tiene Acción Nacional, incluyendo la buena imagen de México ante el mundo. Cumplirla requiere enormes esfuerzos, de ganar legitimidad y autoridad moral. Nada fácil dado el desprestigio en que cayó en los últimos tiempos, pero para sobrevivir como partido político digno, tiene que hacerlo. Apegarse estrictamente, y así demostrarlo, a sus principios de humanismo político y con gran astucia política. Y esto como responsabilidad institucional y también personal, de dirigentes y militantes.
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