El presidente y Morena quieren que, a como dé lugar, su candidata la “corcholata” Claudia Sheinbaum, sea electa el 2 de junio junto con mayoría legislativa. Habiendo estado, se presume, seguros de que ese arroz ya estaba cocido, iniciaron desde 2023 actos de campaña descarada, y con una estrategia de que ya tenían la elección ganada, por la popularidad del presidente y por muchas acciones más para ganar la simpatía del ciudadano al votar este 2024.
Pero las cosas no les han salido como pensaban, y hay diversas señales de que están más que preocupados, asustados, de que al parecer van a perder. Para enfrentar estas tendencias de intención de voto, recurren a varias estrategias muy comunes en gobiernos populistas como el suyo. La principal es la mentira, y la utilizan en diversas formas, unas en contra de sus “adversarios” y otras para engañar al pueblo con resultados de gobierno falsos.
Los engaños primeros son la difamación de quienes son candidatos de oposición, y de personeros destacados de partidos políticos y de personas ajenas al mundo político pero que apoyan abierta o hasta discretamente a los candidatos que se enfrentan al poder morenista, principalmente a la candidata presidencial y al candidato a jefe de gobierno de la Ciudad de México. Estos son los dos casos que más le preocupan a Morena. Los ataques de difamación e injurias a otros candidatos locales se notan menos a nivel nacional, pero existen localmente.
Otras formas de mentir son descalificando o negando hechos y políticas de gobiernos anteriores, del PAN y del PRI, que ellos llaman neoliberales, como expresión despectiva. No pudiendo evitar que se conozca la información de logros (y errores) de esos gobiernos, el presidente los acusa de hechos no acontecidos o negando simplemente los buenos logros. Las estadísticas y otras informaciones están disponibles, pero tanto él como sus principales voceros descalifican mintiendo a las administraciones de 2000 al 2018. Inventan o niegan datos.
Pero sobre todo acusándolos de haber estado en contra del pueblo (bueno y sabio). Se les acusa generalizando de corruptos, y diciendo que ellos, los morenistas “somos diferentes” y que ya no hay corrupción. El problema para esa afirmación es que a pesar de la enorme falta de trasparencia del uso del erario, la corrupción morenista está a la vista, comenzando con el escándalo impune de SEGALMEX, destapada por ellos mismos.
La gran mentira que Morena difunde es que los neoliberales, “el PRIAN”, quitarían los apoyos sociales si llegan a ganar, y esta mentira la repiten una y otra vez en campaña y en propaganda directa que hacen los Servidores de la Nación y otras personas hasta en visitas domiciliarias.
El mentir por Morena no es novedad, es una política de Estado que el presidente utiliza diariamente, en sus mañaneras lo hace sin recato alguno. Igual lo hizo en sus campañas presidenciales de 2005, 2012 y 2018.
Y ahora la corcholata (denominación presidencial) Sheinbaum hace campaña a base de descaradas mentiras. Y considero que lo tiene que hacer porque los desastrosos resultados de este gobierno de Morena no dan materia para presumir y de esas presunciones ofrecer algo bueno de lo mismo, por eso ofrece beneficios que no existen y continuarlos. Bien hizo la candidata Gálvez en llamar a Claudia “la candidata de las mentiras”. Es una descripción perfecta si nos atenemos a lo que dijo Claudia en ambos debates y en campaña, acerca de los resultados del presidente, y que ofrece continuar con su llamado segundo piso de la 4T.
Las mentiras sobre dichos buenos resultados morenistas actuales son tan burdos, que fácilmente se pueden rebatir, sus asesores no han sabido ocultar la verdad de la información gubernamental, estadísticas nacionales y opiniones internacionales que descalifican con plena seguridad a los hechos del gobierno que Claudia defiende y ofrece continuar.
Tan burdas son sus mentiras como afirmar que el país no se ha endeudado, cuando lo ha hecho gravemente y en perjuicio de las próximas administraciones y del país. Decir que ha crecido México mucho más que en los “gobiernos neoliberales” es ridículo, cuando las cifras oficiales demuestran lo contrario.
Cuando se confronta a Claudia sobre la impunidad de las tragedias del Colegio Rébsamen y de la Línea 12 del Metro responde que “eso ya está aclarado” queriendo decir que ya no hay responsabilidades de ella y su gobierno, cuando lo realmente “aclarado” es que es que ella sí es responsable, por negligencia administrativa en el primer caso y por la falta de mantenimiento en el del Metro, y por ahora impune (por ahora).
Varios columnistas y analistas políticos han publicado listas simples de todas esas mentiras descaradas y fácilmente rebatibles. Quien desee exponer las mentiras de Claudia puede hacerlo hasta sencillamente con observaciones de la “terca realidad” a simple vista, como la inseguridad fuera de control, el militarismo, la inflación de los alimentos de la canasta básica, la gravísima falta de medicinas y de atención médica al desaparecer el Seguro Popular, los muertos por la infame política federal en la pandemia del Covid. Materia para exponer las mentiras de Claudia no falta, ¡sobra! Y por supuesto ¡no hay “otros datos”! Los que existen son propios de instituciones nacionales, del gobierno y de organismos descentralizados.
Es importante reflexionar el voto en función de una campaña de mentiras descaradas de Morena para el 2 de junio, y comentarlas con familiares, amigos y hasta desconocidos. Si realmente el gobierno de López Obrador es tan bueno, no tendrían que hacer ni propaganda mañanera y cuando se ofrece, ni campañas políticas mintiendo tan, pero tan burda e insistentemente.
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