Los mexicanos y su gobierno estamos más preocupados que nunca respecto al porvenir de nuestros migrantes indocumentados en Estados Unidos, por las amenazas del nuevo presidente Trump para deportarlos masivamente. La política de deportaciones no es nueva, y lo fue a alto nivel durante el gobierno de Obama, pero al parecer “nos pasó de noche”.
Sea como sea, por una parte, se ha despertado una gran conciencia sobre los problemas de México para alojar, dar trabajo y educar, entre otras cosas, a muchos miles de deportados en potencia. Por otra parte, está la esperada crisis de las familias que se verían separadas, al ser echados de Estados Unidos muchos padres de familia, mientras que sus miembros con ciudadanía, podrían quedarse.
Se acusa al gobierno estadounidense de muchas cosas con la migración ilegal, y se le advierte que México hará todo lo que esté a su alcance para evitar que los derechos humanos de los connacionales en peligro de expulsión sean violados. Pero lo más probable es que en la mayoría de los casos, las deportaciones no incluyan violación a esos derechos humanos. Contra la política de deportar ilegales por serlo, Estados Unidos está en su derecho, lo objetable puede ser la forma en que persigan indocumentados y el trato que se les dé.
Aparte de preocuparse con la posible llegada masiva de mexicanos deportados, no se llevan a cabo otras medidas importantes. El mismo gobierno mexicano reconoce que no ha instruido lo suficiente a los migrantes sobre sus derechos, como el de recibir apoyo consular. ¿Cuáles otras pueden ser? Al menos las siguientes.
Una de ellas es la necesaria disuasión para que los mexicanos no sigan entrando ilegalmente a los Estados Unidos. Al parecer, para México esta procesión interminable de migrantes sin papeles, es algo absolutamente normal, sin consecuencias. México es muy estricto respecto a los extranjeros que entran y permanecen ilegalmente en el país. Pero no le preocupa que los connacionales hagan lo propio hacia el vecino del Norte.
El gobierno y la misma sociedad, deben emprender una campaña de disuasión para que no sigan saliendo migrantes ilegales nuestros. No podemos considerar víctimas a los mexicanos que están ilegalmente en los Estados Unidos: violaron la ley, nos guste o no, nos parezca permisible y “explicable” o no. La disuasión es necesaria. ¿Muy difícil? Muy difícil.
Otra política prácticamente abandonada, pero que sí se hizo en el pasado, es promover la salida legal de mexicanos a los Estados Unidos (sí lo hacemos con el Canadá). Los famosos “braceros” viajaban legalmente, claro, para permanencias temporales, aunque las condiciones eran diferentes. Buscar acuerdos para que mexicanos puedan entrar a Estados Unidos, temporalmente o con intención de vivir en ese país. De todas formas está sucediendo, así que puede regularse. ¿También muy difícil? Sí, también, pues Estados Unidos tiene problemas de entrada ilegal desde muchos países.
La tercera política débilmente seguida y que debe atenderse es de mayores, mucho mayores gestiones diplomáticas para que Estados Unidos resuelva el problema de facilitar la legalización de familias enteras residentes en ese país. Millones de mexicanos trabajan en labores que, como dijo el presidente Fox (y que no supo defender) ni los negros quieren hacer. Sonó muy mal, pero era muy cierto. Muchos migrantes, legales e ilegales, trabajan en labores muy modestas, cansadas, rudimentarias y por muy bajos salarios. La verdad es que la economía estadounidense sufriría graves quebrantes en algunos sectores, si se les desaparece esta mano de obra humilde, dedicada y… barata.
México no puede pedir que el gobierno de Trump deje de deportar indocumentados, sin pedir una nueva política pendiente de legalización de estancias a quienes demuestren buena conducta y trabajo honrado.
Así que bien se pueden hacer bien estas tres cosas, a gran escala, no con la pequeñez y timidez que se han llegado a hacer: disuadir la migración ilegal, promover la migración legalizada por el gobierno estadounidense y cabildear con autoridades y congreso del vecino, para que reconozca los hechos y las aportaciones laborales de mexicanos allá y los legalice.
Y hay aún otra medida que el gobierno mexicano no ha atendido debidamente: la persecución, detención y sometimiento a la Justicia de los llamados “polleros” y toda su red de complicidades, que facilitan la violación de las leyes de migración, de ambos lados de la frontera, y que explotan a esos mexicanos que buscan entrar en territorio estadounidense, como se dice “buscando el sueño americano”.
La negligencia es mala práctica de gobierno, mala práctica social, y en esta materia de los indocumentados México ha sido muy negligente, no ha llevado al cabo con la debida insistencia y amplitud, medidas y políticas a favor de sus migrantes hacia Estados Unidos, que están al alcance de la mano.
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@siredingv
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