México y España ¿pedir perdón?

Solamente una mente cerrada como la de AMLO (y de Sheinbaum, que lo apoya) pueden exigir que el Reino de España solicite a la República Mexicana que le perdone los excesos de ciudadanos castellanos y de otros antiguos reinos de la península ibérica cometidos en contra de habitantes de lo que se denominó Nueva España. Eso no tiene el menor sentido, veamos.

Primeramente, como ya se ha mencionado muchas veces, en el tiempo de la conquista no existían ni España como nación ni tampoco el México que existe desde septiembre de 1821. Se denominaba España a una parte de la península ibérica, pero no era entonces una nación como lo es ahora. Existían varios reinos como los de Castilla, Aragón, León y más, pero no un Reino de España.

Ahora bien, una vez que los indígenas aliados a Hernán Cortés y sus escasos militares castellanos derrotaron al imperio azteca, que tenía subyugados a sus pueblos vecinos, a los cuales hacía la guerra para someterlos y tomar miles de prisioneros, que luego eran sacrificados en el centro de Tenochtitlán, el territorio del futuro México empezó a unificarse. No solamente los europeos se casaron con nativas, sino que también las diferentes naciones locales fueron uniendo y entrelazando sus vidas en todos sentidos. Hubo no un tipo de mestizaje, sino muchos.

Y los castellanos (no españoles) y demás hombres (y luego familias enteras) se establecieron en nuestro territorio, hubo muchas cosas buenas llegadas de Europa y también abusos de algunos de esos europeos. Pero hay algo muy importante, y es que la corona castellana expidió leyes a favor de los indígenas. Y esto es trascendental: los abusos no eran una política castellana, ni formal ni informal. Los abusadores violaban la ley. Eso se puede confrontar con las políticas inglesas en las colonias que establecieron en una pequeña parte de lo que ahora es Estados Unido: la penosa frase de los ingleses y los nacidos ya en la ahora América, de que el mejor indio es el indio muerto, atacando a las poblaciones indígenas era la opuesta a la de la corona castellana.

Así que ¿Por qué un gobierno debe pedir que se le perdonen los delitos cometidos por algunos de sus gobernados (súbditos, entonces), y eso hace varios siglos? Como ya se decía en el simpático libro “El Redescubrimiento de México” de Marco A. Almazán, sería como pedir que Italia pidiera al actual Reino de España que les perdonen los desmanes que miembros de las legiones romanas cometieron en la península ibérica.

Pero si quieren que alguien pida se le perdonen sus faltas en México, sería pedir absurdamente que los actuales habitantes de la Ciudad de México, asentada en la antigua Tenochtitlán y zonas circunvecinas, por medio del Jefe de Gobierno pidieran perdón a los descendientes de los antiguos pueblos sojuzgados por los delitos cometidos por los aztecas, algo que sí fue política de estado mexica.

Ya hace muchos años, el 28 de diciembre de 1836, a través del tratado Santa María Calatrava los entonces gobiernos de España y México hicieron las paces de manera formal. El pasado colonial quedó en el pasado. Si quienes exigen a la actual España que pida perdón saben historia deben tomarlo en cuenta, pero creo que o no la conocen o la evaden para intentar salirse con la suya.

En vez de exigir que se pida perdón por las faltas y delitos de algunos súbditos del Reino de Castilla, el descendiente de españoles llegados a México, López Obrador, debería agradecer a la gente llegada de la península ibérica y de otras partes, todos los grandes beneficios, conocimientos, escuelas, universidades, hospitales, y más construidos en el virreinato de la Nueva España, así como lengua común y religión. Todo el orgullo de las ciudades coloniales que ahora México presume, son de origen español, mezclado con las tan diversas culturas locales.

Pero todavía peor fue el absurdo de exigirle al Papa Francisco que pida perdón a México por la evangelización y aculturación que trajeron los sacerdotes y monjes a América. Afortunadamente ya no se lo ha vuelto a exigir.

México no existiría como nación mexicana sin la mezcla de las culturas europeas llegadas de Castilla y otras partes y las muy diversas naciones que había en nuestro territorio, esas que ahora denominan pueblos originarios.

Es una pena que México tenga que sufrir las ridiculeces del señor López Obrador, aunque al parecer en la gente de otras naciones que están al tanto, se distingue lo que dice López Obrador de lo que diría la gente de México. Como en tantos dislates, ataques, intromisiones en la política de otras naciones e insultos personales a mandatarios de otras naciones, comenzando contra Estados Unidos, su gobierno y hasta el presidente Biden.

Ni la gente de México ni de todas las otras naciones centro y sudamericanas (las hispanoamericanas) reclama que el actual rey de España se humille y pida se perdonen los males de algunos de los europeos que llegaron hace ya cinco siglos a nuestras tierras.

Que el gobierno español no respondió la carta de López Obrador exigiendo al Rey se humillara pidiendo perdón es una prudente decisión, pues las diatribas diplomáticas deben ir al cesto de la basura. Y que no invitaron al rey español Felipe VI a la toma de protesta es una falta de respeto al pueblo de España, no solamente a su jefe de Estado.

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