La negación a razonar es una actitud muy popular en el mundo, y por tanto lo es en México. Y no se trata solamente de los apoyos políticos, sino de muchas facetas de la vida personal, familiar y comunitaria.
No acusemos llanamente a algunos millones de mexicanos que siguen respaldando a AMLO, cuando este individuo está destrozando, textualmente, al país. Lo que quiero decir es que no se trata de “algo que sólo pasa en México”. Es problema de la humanidad. El apoyo en votos, acciones y encuestas a un mal o hasta a un pésimo gobernante o dictador, sucede en muchas partes del mundo.
La negación a razonar es una actitud muy popular en el mundo y, por tanto, lo es en México. Y no se trata solamente de los apoyos políticos, sino de muchas facetas de la vida personal, familiar y comunitaria. Por ejemplo, la evidencia médica sobre los daños que hace fumar es más que conocida, pero millones de personas siguen fumando; el sobrepeso causa muchos males, como el deterioro del sistema óseo-muscular, provoca daños cardiovasculares y diabetes 2 (incurable, aunque controlable cuando el enfermo se lo propone). Pero millones de personas siguen tragando como muertos de hambre en vez de comer sanamente.
Aunque la resistencia a razonar sea un grave problema en el mundo y en nuestro país, algo debemos hacer frente a la actuación de la autodenominada 4T. La evidencia de la absurda política de gobierno y de legislación de AMLO y su partido Morena, que solamente dañan a México en vez de desarrollarlo, pasa de noche a millones de ojos que se niegan a ver la realidad.
Si el país no crece, si la delincuencia sí crece, si se hacen descaradas trampas de gobierno o de legislación, si se quitan apoyos a la población más pobre del país, como las estancias infantiles, o se deja de apoyar con los fondos necesarios a servicios o programas sociales, o hay grave desabasto de medicinas en el sector salud, y se hacen muchos daños más a México, millones seguirán diciendo que apoyan a López Obrador.
Cegados voluntaria o inconscientemente a los hechos que nos golpean en la cara, dicen que “vamos bien”. Pero si preguntamos en qué vamos bien, nos dirán de nuevo que “vamos bien”, y lo dirán porque si les dicen que hay honestidad o lucha contra la corrupción, aunque no existe ninguna evidencia de ello, confunden la manipulación mediática, el discurso, con la realidad que no quieren ver. Y así que por lo tanto, “vamos bien”. Y por eso “hay que apoyar a López Obrador”, piden.
El presidente, en sus mañaneras y en otras alocuciones, miente y vuelve a mentir descarada y comprobadamente; insulta, ofende, injuria a quienes no le dan por su lado, amenaza a la prensa, se niega a reconocer sus abiertos errores, y todo eso pasa desapercibido, o es negado en una grave cerrazón mental de sus seguidores.
Ante esta ceguera, que se vuelve más y más fuente de agresividad e intolerancia frente a los críticos de su presidente, su círculo cercano y su partido ¿qué se puede o debe hacer? Varias cosas, muy simples en general.
Primeramente, la ceguera empieza a desaparecer ante ciudadanos que de pronto dicen “ah caray, esto va mal”. Sí, hay reacciones, y esas reacciones de quienes se sienten que fueron engañados “como chinos”, o quienes directamente se ven afectados por las locuras de gobierno, empiezan a minar la popularidad presidencial, pero en realidad muy poco.
¿Por qué? Pues porque muchos no pueden aceptar que se equivocaron y apoyan las declaraciones presidenciales de que lo que va mal fue heredado, que es culpa del pasado, de Calderón, de Peña Nieto o de quienes se señalen como responsables por López Obrador. Entonces, vamos mal, pero hay que corregir el pasado que heredaron, o aún hay que esperar, o el mundo va mal, o Trump… y siguen diciendo que apoyan al presidente. Pero quienes finalmente razonan los engaños, las burlas y la “terca realidad” con sus fríos “datos” les estalla en la cara, ya no le apoyan.
Y entonces, ¿qué hacer? Primeramente, ser astutos, y sí, insistir en denunciar al mal gobierno, a sus crasos errores, a sus mentiras, como la cacareada lucha contra la corrupción, que no se ve en nada, pero nada respecto a esta administración morenista. De alguna manera, las mentes cerradas a razonar la realidad frente al discurso engañoso, empezarán a darse cuenta de que las cosas van mal, y van mal por los errores de este gobierno y no del “neoliberalismo” o del “prian”, o de los “conservadores”, o del mundo.
Con datos que están a la vista, con la realidad de los faltantes de medicamentos, o de apoyos que no son regalar dinero, y del ridículo que este gobierno está haciendo frente al mundo en su fallida política diplomática, o con la firma a ciegas de los anexos al nuevo tratado comercial de América del Norte, hay que pacientes e inteligentemente ir convenciendo a los “amlovers” de que la verdad está en contra de lo predicado por AMLO.
Pero hay que ser pacientes, como digo, hay que ser astutos, amables y apelando más al sentimiento que a la razón (pues así funciona la humanidad). Y algo muy importante, pasar de la burla, de la injuria hacia los amlovers, al buen lenguaje. No insultar, y tomar en cuenta que decir “¡te lo dije!” normalmente hiere más al amor propio de la persona que llevarlo a reflexionar. Pero no está de más decirlo.
Sí pues, hay que insistir en hacer evidente la realidad de que el país está siendo conducido a la ruina, y que esto es responsabilidad de quienes ahora gobiernan. Pero, debo insistir, hacerlo con inteligencia.
También inteligentemente hay que evitar la división social que López Obrador y sus segundos siembran entre los mexicanos. Hacerlo evidente, que está mal insultar a millones de mexicanos porque no son sumisos al presidente. Poner en claro el mal que éste hace dividiendo a México, y que no nos vamos a dejar dividir.
Y hay algo más que hacer, y es con voz fuerte y por los medios al alcance, reclamar personal u organizadamente, el mal gobierno, exigir la corrección del rumbo, demostrar a López Obrador y a su gente que no pueden engañarnos culpando a otros. Y hacer propuestas de corrección, no quedándose en la queja, sino dando soluciones. Para ello, hay que apoyar a quienes con valor, pública y rectamente, están defendiendo el bien común y son voces que tienen capacidad de ser escuchadas en medios.
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