Hoy 3 de febrero de 2016 a los 98 años falleció un gran mexicano, un gran empresario y sobre todo un gran cristiano: Don Lorenzo Servitje Sendra. Lo conocí muy bien, pues pasé con él muchas largas horas de reflexión en la USEM, en la gran lucha por hacer realidad la doctrina social de la iglesia en la vida empresarial y en la sociedad. Hace trece años se publicó en Excélsior este artículo mío sobre Don Lorenzo, y quiero compartirlo de nuevo, hoy que partió a la Casa del Padre. (Me respondió con una carta de su puño y letra agradeciendo este texto):
Decir Servitje Sendra es decir Bimbo, es decir empresariado exitoso, es decir filantropía y muchas cosas más, no solamente en el mundo de los negocios sino en buena parte de la sociedad mexicana informada. Para quienes conocemos de años atrás a Don Lorenzo, es decir mucho más que todo eso. Por ello, el premio al Ciudadano Corporativo, entregado por el Instituto México y el Centro Woodrow Wilson, hacen honor a un hombre que ampliamente lo merece.
Don Lorenzo es un hombre que inició su carrera empresarial vendiendo pan detrás del mostrador de El Molino, y llegó a conformar con su familia y colaboradores un imperio que invierte trasnacionalmente. Junto al ingenio de la innovación y de eficiencia empresarial, el éxito proviene principalmente de su apego irrestricto a sus valores cristianos, que tienen como centro y fin de la actividad económica a la persona humana.
En Don Lorenzo, hablar de la dignidad de la persona, de sus derechos y de su participación en la empresa a la que presta sus servicios, no es simple retórica, sino una verdadera práctica cotidiana. Siendo uno de los pilares de la Unión Social de Empresarios de México, USEM, siempre ha estado personal y organizacionalmente involucrado en la humanización de la empresa, incluyendo a sus propietarios, sus dirigentes, sus trabajadores, sus clientes y sus proveedores, así como el entorno social en donde realiza sus actividades productivas.
Lorenzo Servitje me recuerda mucho a Juan Pablo II, ya que igualmente, en su entorno, predica la visión cristiana del mundo y la dignidad de la persona humana en todas partes. Como el Papa, no es teórico doctrinario del “deber ser” de la sociedad y de la empresa, sino que señala caminos realistas y prácticos para humanizar ambas instituciones sociales. Sus orientaciones en materia de aplicación de la doctrina social cristiana a la empresa, proceden tanto del estudio compartido con otros empresarios y estudiosos de la materia, como de la propia experiencia en el grupo Bimbo.
En el foro al que sea invitado a hablar y a compartir su filosofía y praxis empresariales, lo hace directamente, sin rodeos ni indirectas; reclama la política de empresa y de la autoridad pública como sujetas al principio de que es el hombre a cuyo servicio deben estar las actividades económicas y sociales. Denuncia que personas poderosas tengan una práctica inversa, de buscar que las personas y la sociedad misma estén a su servicio y de sus intereses pecuniarios.
Como Juan Pablo II, presenta y defiende nuestra verdad de que la sociedad y el estado deben estar al servicio de la persona humana, de la familia. Sin duda que en muchas ocasiones ambos han incomodado a quienes ven lastimados sus personales intereses con este tipo de discursos, pero difunden el mensaje de la aplicación del Evangelio a la vida diaria de la economía, la política y la socialización.
En muchas ocasiones, organizaciones y actividades sociales en el país, han visto y ven a Don Lorenzo como su promotor, impulsor y/o patrocinador, junto con otras personas socialmente identificadas con la misma filosofía de origen cristiano, de poner los bienes al servicio de la sociedad, especialmente, muy especialmente, de los más necesitados. Es promotor de las actividades productivas desde la escala unipersonal hasta la gran empresa, para que el responsable de una familia encuentre en ellas la fuente de trabajo necesaria, para producir bienes y servicios que satisfagan necesidades reales de las familias.
Hacer un homenaje a Don Lorenzo, por el contrario, en lugar de hacerlo sentir cómodo, lo hace sentirse muy incómodo, ello perturba su sencillez y humildad. En la ocasión en que USEM decidió hacerle un homenaje, debió prepararlo a escondidas suyas, y solamente dárselo a conocer cuando ya no podía desbaratarlo en reclamo de su modestia. Pero a ese homenaje, hace unos años, no pudo asistir, ya que alguna dolencia lo hizo estar lejos, en un reconocimiento médico urgente; su hijo Daniel recibió el testimonio de reconocimiento a nombre de Don Lorenzo.
A sus 85 años, Lorenzo Servitje tiene problemas de salud, que no lo alejan de sus actividades empresariales, de actividad social y ser vocero a favor de la persona humana, pidiendo, exigiendo, que todos aquellos responsables de tomar las debidas decisiones y llevarlas a cabo, lo hagan para proteger al hombre, a la familia y darles los medios materiales y educativos para que alcancen su pleno desarrollo.
Creo que lo más importante que podemos decir de Don Lorenzo Servitje Sendra, es que es un hombre que ha demostrado ser congruente entre los ideales que predica y su práctica empresarial y social, un cristiano y ciudadano de primera clase. Un predicador de la visión cristiana del mundo, que ha sembrado la misma en muchos corazones tanto en nuestro país como en diversas naciones.
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