George Orwell, en su libro “1984”, escrito 35 años antes, preveía la llegada de un control totalitario de los gobiernos sobre los ciudadanos, que novelescamente personificó en un “Hermano Mayor”, con capacidad de control total de sus vidas. El lema de advertencia para el ciudadano era “Big Brother is watching you” (el Hermano Mayor te vigila). Sin embargo, y para nuestra fortuna, la nueva democracia que empieza a regir al mundo es la inversa, y el ciudadano puede advertir al funcionario público: “cuidado, la sociedad civil te vigila”.
Esta nueva democracia es un avance sobre el concepto democrático de la división de poderes, en el cual el ejecutivo, el legislativo y el judicial tienen (o deben tener) suficiente fuerza legal para mantener un equilibrio, para beneficio del ciudadano común. Pero la sociedad ha ido exigiendo más a sus gobiernos, promoviendo y obteniendo nuevos medios de control del Estado, sobre el que los tres poderes puedan ejercer entre sí, como en México es el derecho de amparo.
La frase definitoria de la democracia de Lincoln, de un “gobierno del Pueblo, para el Pueblo y por el Pueblo” (Government of the People, for the People and by the People”) se ha ido reforzando en la práctica en su última frase: POR el pueblo (la gente). El Pueblo (the People), quiere ahora decir la ciudadanía, o más elegantemente “la sociedad civil”. Siendo ya presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan dijo en un mensaje en referencia al concepto de “we, the people”, frase que inicia su Constitución, que “nosotros, el pueblo”, estamos para decirle al gobierno lo que debe y puede hacer, y no al revés.
En México, la nueva democracia se hace presente en dos tipos de organismos paragubernamentales: las comisiones de derechos humanos y las instituciones electorales.
Las comisiones de derechos humanos son órganos del Estado, con ejecutivos principales nombrados por el mismo Estado, pero que pueden actuar autónomamente para vigilar que los funcionarios públicos o los órganos gubernamentales, no violenten los derechos del ciudadano. Pueden ejercer una presión moral, aunque sin autoridad ejecutiva, para “recomendar” que los casos en que se aprecia que los derechos del ciudadano son violados, sean revertidos, para que se aplique la acción oficial conforme a derecho. Su única fuerza real, es la voz pública de denuncia y seguimiento de la misma, ante los medios de comunicación.
El caso de las instituciones electorales va más lejos aún, ya que son conceptuadas como organismos “ciudadanizados”. Estas instituciones, financiadas con recursos públicos, son sin embargo autónomas en la elección interna ejecutiva, y en sus funciones de organizar y ejecutar las elecciones de poderes ejecutivos y legislativos, sean federales, estatales o municipales, con total independencia de los funcionarios públicos y de los partidos políticos.
Mientras que las comisiones de derechos humanos son instituciones oficiales, creadas conforme a una ley, con funciones de “conciencia” del poder público, los ciudadanos han creado diversas organizaciones totalmente independientes del Estado, que como términos genéricos han sido llamadas “ONG’s”: organizaciones no gubernamentales o también más recientemente “organizaciones de la sociedad civil”, que han proliferado tanto a niveles nacionales como internacionales. Entre estos organismos, existen muchos cuyo objeto es servir de “conciencia” tanto para el Estado o las organizaciones internacionales públicas, como para los mismos particulares, sus empresas, los partidos políticos y otras organizaciones.
Las ONG’s, como grupos de presión que buscan defender al ciudadano en sus personas y bienes, ante el Estado u otros particulares, son un elemento nuevo de la democracia. No tienen mayor fuerza que su autoridad moral, su capacidad de exponer ante la sociedad, mediante los medios de comunicación, los casos en que los derechos del ciudadano común son violentados, ya sea en su libertad, su bienestar o sus propiedades. Su origen fue a veces una acción individual, a la que se sumaron otros individuos, como fue hace unos años Ralph Nader en Estados Unidos. Su función no es sin embargo sólo defensiva, sino también de interlocución, para hacer llegar a los órganos del Estado la opinión ciudadana. Otras ONG’s son asistenciales o promotoras sociales.
Éstas son básicamente las instituciones de la nueva democracia, para la cual el equilibrio de poderes dentro del Estado es insuficiente, y que permiten nuevas formas de interlocución y de control de la sociedad civil sobre sus gobernantes. Es la forma en que “el Pueblo (the People)” participa del gobierno, junto con los partidos políticos y otras organizaciones de acción o consulta política y ciudadana. Han adquirido voz cada vez más fuerte, y son crecientemente escuchadas en su defensa del ciudadano o de su hábitat, o en su capacidad de conducir propuestas ciudadanas tanto para orientar el ejercicio del poder público, como para la creación o modificación de la legislación.
A las voces organizacionales de las ONG’s, se suma la formalización legal de las figuras del plebiscito, el referéndum (o referendo) y la consulta popular. Estas tres figuras de participación ciudadana, junto con el derecho al voto, son tan antiguas como la organización política de pueblos como el judío, el griego y el romano, pero ahora han ido haciendo patente su valor como forma complementaria de gobierno desde la ciudadanía. Son, además de voces de “conciencia” ante el actuar del poder público, fuente de riqueza para fomentar el bienestar y el bienser de la población.
La nueva democracia llegó para quedarse, y seguir enriqueciendo la vida política de las naciones y del mundo internacional. A pesar de los intentos del poder público de espiar y controlar a la ciudadanía, cada vez mayores en sociedades amenazadas por el terrorismo, por ejemplo, los Estados saben que el Hermano Mayor orwelliano, que, aunque exista, nunca llegó a tal grado absoluto, y ahora la sociedad civil organizada los vigila, los cuestiona, los acusa y los ayuda a gobernar.
(Columna publicada originalmente hace 20 años y aún actual).
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