La imparcialidad democrática del INE

El presidente y su gente atacan al INE e intentan desbaratarlo para sustituirlo por uno nuevo que puedan controlar para ponerlo a su servicio, de Morena. Para lograr este objetivo intentan cambiar las leyes respectivas, con los alardeos de que el INE es parcial y a favor de quienes consideran sus “adversarios”, del “conservadurismo”, incluso de una supuesta (y no demostrada) oligarquía. Pero sus argumentos son falaces.

Para comenzar, el INE y antes el IFE, reconocieron las victorias electorales del PRD y de Morena, lo cual simplemente no mencionan ni hacen referencia alguna. Esto salvo la elección presidencial de 2006, aunque no reclamaron ninguna de las otras elecciones federales de esa misma fecha, al Congreso federal, ni tampoco en elecciones locales. Vale la pena repasar someramente este reclamo del 2006, al cual siguen haciendo referencia.

En la elección presidencial de 2006, López Obrador perdió por una fracción del uno por ciento de los votos emitidos. Según un testimonio de quien estuvo presente en su casa de campaña la noche de la elección, en ese momento reconoció ante los suyos que había perdido. Pero públicamente no lo aceptó, y alegó con el PRD que había habido fraude. Ante ello, iniciaron la campaña de “voto por voto, casilla por casilla”. Exigían al IFE que revisara las casillas en donde podría haber habido conteo tramposo de los votos registrados.

El IFE aceptó el reconteo de algunas casillas ¿cuáles? Las que el propio PRD solicitó, pues según ellos en ellas estaba el fraude. Es muy importante recalcar que las casillas en las que se recontó voto por voto fueron las solicitadas precisamente por el PRD y no seleccionadas por el IFE o los otros partidos políticos.

El recuento de votos en esas casillas en donde presuntamente hubo fraude en el conteo o registro de votos dio como resultado la confirmación del triunfo de Felipe Calderón. Hubo ligeros cambios en algunos resultados de casillas, a favor o en contra de ambos candidatos, pero al final, por ese conteo a la vista de todo el mundo de “voto por voto”, se confirmó el resultado original. Tras ello, el Tribunal electoral dio el triunfo al candidato panista.

No hay manera de que López Obrador y su gente sigan con la cantaleta de que en 2006 hubo fraude en el conteo de votos por el IFE. El recuento de “voto por voto, casilla por casilla” se hizo tal y como lo solicitó el PRD.

En el resto de la organización y conteo de votos de elecciones anteriores y posteriores en la vida del IFE y luego del ahora INE, los resultados por parte de estos institutos electorales han sido reconocidos por el PRD entonces y tras de su fundación, por el partido Morena.

Es muy importante hacer notar que los conflictos, reclamos y denuncias de transgresiones a las leyes electorales en las elecciones nacionales y locales, prácticamente unas cuantas fueron en contra de dichos institutos electorales, y no comprobadas por el TRIFE. La mayoría abrumadora de denuncias y reclamaciones fueron en contra de partidos políticos (incluyendo contra el PRD y Morena), contra autoridades federales y locales, contra personas en particular y contra la delincuencia organizada, coludida con autoridades en los procesos electorales, en tiempos de campaña y en los días de votación.

Si ha habido, que las hubo, trampas electorales en este país nuestro, no lo han sido por el IFE o el INE. No se puede alegar que sus consejeros y demás personal están o hayan estado ni controlados ni vendidos a partidos o grupos de poder “fáctico” adversos al PRD antes y después a Morena y a López Obrador. No hay manera que de éste y su gente puedan respaldar o al menos intentarlo, sus acusaciones de un INE antidemocrático o al servicio de alguna “oligarquía”. Ante cualquier intento de hacerlo, el INE saldría muy bien librado, pues no ha habido pruebas o intento de ellas durante tantos años de organizar elecciones.

No ha habido fraudes electorales hechos por los IFE/INE, sólo se tienen acusaciones, ofensas, pero ningún intento siquiera de probarlas. La vida de ambos institutos demuestra precisamente lo contrario: imparcialidad

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