La causa del 2 de junio es muchas causas

Al reflexionar sobre los resultados de las elecciones (fueron muchas simultáneas, no una) del pasado 2 de junio, es muy importante no caer en simplismos, es un tema sumamente complejo, y no es de origen reciente solamente, sino de varios años atrás también. Analizar las causas de las preferencias electorales que manifestó la ciudadanía debe llevarnos buscar las posibles respuestas y soluciones que nos permitan tener una democracia más real y no solo electoral de cada tres años.

Si culpamos al presidente y su campaña (real) de seis años ofreciendo y regalando dinero como la razón de la preferencia electoral, nos quedaríamos demasiado, demasiado cortos. Sin duda que es una gran causa, pero no la única, si vemos que en zonas de clase media y media alta y más, los ciudadanos dieron millones de votos a las candidaturas de Morena, y los tres mil pesos mensuales de “ayuda” no son significativos.

Tampoco podemos reducir la reflexión a la votación para presidencia de la República y las maniobras (exitosas) del presidente, su gobierno y su partido para ganar votos. De acuerdo con que tradicionalmente, la votación por el ejecutivo “jala” votos para legisladores, pues las campañas se centran más en la candidatura al ejecutivo (federal y estatal) y los votos van por el mismo partido.

Las explicaciones que se quieran considerar para la votación abrumadora en favor de Sheinbaum (con todo y las grandes trampas que se hicieron) deben sumar las de las elecciones locales como de los seis gobernadores y legisladores locales y a nivel municipal. Que se haya preferido votar por Morena en lo federal no explica más que en parte que también se haya votado por inercia por sus candidatos locales, la experiencia nos dice algo diferente.

Sin duda que las promesas de campaña de varios años de Andrés Manuel, la mayoría claramente incumplidas y hasta contradichas en la política real, y los regalos de dinero a millones de familias hicieron efecto para que millones de ciudadanos votaran por Morena. Y las campañas permanentes de amenazas de que si ganaba la oposición perderían esas prerrogativas tuvieron gran efecto. Lamentablemente ni los partidos, ni la “sociedad civil” y sus organizaciones y los medios de comunicación hicieron algo significativo para desmentir esas amenazas. La permanente presencia en hogares de los tales servidores de la Nación para convencer a la gente de lo que decía y dice el presidente surtió efectos.

Sin duda que para que la ciudadanía rechazara votar por la oposición tuvo que ver el desprestigio de los otros partidos, un desprestigio ganado lamentablemente a pulso por errores y omisiones de éstos en sus gobiernos, y por la eficiente campaña permanente desde las mañaneras y cualesquiera otras ocasiones de parte del presidente para desprestigiarlos y acusarlos de todo. Hablar de corrupción, influyentismo, alianzas criminales y más acusaciones reiteradas sobre el tal “periodo neoliberal” le rindió resultados en las votaciones.

Los partidos políticos principales, el PAN y el PRI, no supieron ni defenderse en lo que cabía y siguieron durante años cometiendo errores ni debatir los dichos presidenciales. El PRD ya estaba en agonía desde hace muchos años, no tenía nada real que ofrecer y menos presumir de su pasado en gobiernos y legislaturas.

Y aún hay más que explorar para entender en lo que se pueda las preferencias electorales del 2 de junio de muy diversos sectores de la población. Y hasta ahora el estupor de no entender lo que pasó ese día no ha permitido hacer muchas reflexiones razonadas y menos emocionales, ni en partidos, la academia, la tal clase política, los centros, grupos y analistas de opinión. Los expertos en general se equivocaron, al no saber leer los acontecimientos previos, y por eso las desagradables sorpresas para los optimistas de que México se libraría en mucho del poder morenista del presidente saliente y su candidata. Claro que algunas personas en sus análisis han dado explicaciones válidas, la mayoría apenas digiere el asunto, en especial el ciudadano de a pie.

Ante un poder casi incontrolable de Morena a nivel federal y local de Morena, las preocupaciones de abusos de ese poder para hacer lo que a Andrés Manuel, Claudia y sus secuaces y corifeos les dé la gana, como la pretendida elección popular de juzgadores federales, las posibilidades políticas y ciudadanas de oponerse eficazmente son demasiado limitadas. Más aún ante las descaradas amenazas y burlas de que el nuevo gobierno y nuevas legislaturas harán lo que les parezca, aún en contra de la Constitución (que quieren cambiar a su gusto) y demás leyes.

Siempre algo se puede hacer respecto a enfrentar los abusos de poder que se esperan de los gobiernos y legislaturas de Morena para los próximos meses y años, pero para ello hay que estar bien conscientes de lo que procede en cada caso y poner manos a la obra, no quedarse en lamentaciones y tristeza. Todos, todos podemos hacer algo a nuestro alcance, en lo personal y organizadamente. A veces con una simple denuncia pública de que van en contra de los intereses nacionales. La presión de la opinión del público se ha ido haciendo más relevante para si no frenar, al menos reducir el abuso del poder para modificar al país conforme a los caprichos del grupo político en el poder.

Pero antes que nada, las reflexiones ciudadanas, y los análisis de políticos, voceros de partidos y de organizaciones sociales, líderes de opinión, periodistas, académicos y otras personas con capacidad de influir en lo que la gente de a pie piensa, deben ser lo más completo posible en sus informaciones, razonamientos y actitudes. El simplismo de “lo que pasó el 2 de junio” es el peor enemigo, que solamente genera estupor, incredulidad, desesperación y angustia, en vez de intención de hacer lo posible para enfrentar la avalancha de caprichos que amenaza al país.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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