Genaro García Luna y la obsesión de Andrés Manuel

El juicio y la respuesta del jurado de García Luna no es algo simple, como muchos quieren verlo, que si es o no culpable de los delitos y ya. Para quienes lo ven no tan simple, las dudas son más que las convicciones. Algunos se alegran de la declaración de culpabilidad, otros se enojan, y otros preferían un veredicto de “no guilty”, no culpable, y otros más dudan de la validez del juicio. Cada quienes por sus razones o emociones, y la confusión entre ellas.

Hay muchas razones para pensar que efectivamente el antes llamado “súper policía” sí cometió diversos delitos a favor de la mafia sinaloense del narco, cuando fue el responsable de la AFI o de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, en especial en este cargo de Secretario. ¿Por qué? Por un enriquecimiento de esos que llaman “inexplicables”. Pero en la evaluación del juicio, con veredicto de culpable, y la futura sentencia (en junio próximo) de parte del juez hay muchos asegunes. Por las dudas justificadas de ese veredicto, por lo que sucedió en el mismo jurado por las doce personas que lo declararon culpable (guilty).

Empecemos por el jurado. Como muchas personas, yo considero que ser juzgado por aficionados, o más bien por personas ajenas al mundo del Derecho y sin ninguna preparación legal en su vida, no tiene sentido, aunque sea lo normal en los Estados Unidos. Analizar un juicio, con las pruebas y contrapruebas, y los alegatos de fiscales y abogados defensores por personas sin preparación, puede muy fácilmente llevar a errores tanto a favor de culpables como en perjuicio de inocentes.

Hay un libro sobre este tema, con un viejo film de esa historia, en la que en un pueblo, un joven negro es acusado de haber asesinado a una mujer blanca, en un ambiente sureño racista. Once jurados dan por sentado que es culpable, y que lo digan para irse ya a casa y que lo maten, pero otro empieza a ponerles dudas hasta que se convencen de que estaban juzgando solo con prejuicios racistas, y terminan declarando inocente al joven negro.

Los jurados por ciudadanos ajenos al ejercicio y conocimiento del Derecho y mucho menos con experiencia, no pueden ser un medio confiable para declarar inocencias o culpabilidades, por más que sea común en el Derecho procesal penal de Estados Unidos. De esos errores de juicios hay muchas historias.

Pero vayamos a las pruebas. Existen las testimoniales, entre otras, como las documentales o las periciales. Y las declaraciones del juicio de Genaro García Luna como testimoniales fueron principalmente de criminales confesos y sentenciados, que el propio García Luna había detenido. ¿Qué tan confiables pueden ser semejantes declaraciones, aunque sean bajo juramento, si no están respaldadas más que por su palabra? ¿Cómo se puede afirmar o negar que están cometiendo perjurio, declarando en falsedad, lo cual es un delito penado?

Ahora bien, la fortuna personal del enjuiciado es lo que se llama, ya lo mencioné, comúnmente “inexplicable”, es decir de presunto origen delincuencial. La explicación de esa fortuna, de la única testigo de la defensa, la esposa, fue más que inocente. Pero probar con dichos de personas nada confiables no parece ser una buena prueba de que el dinero no fue digamos robado, sino recibido del cártel sinaloense del narcotráfico. Que fue muy probable, sin duda, pero no probado con documentos, registros, rastreo claro y seguro de dineros y cuentas bancarias.

Mientras Genaro García Luna ejerció sus funciones de perseguidor por la Justicia, logró tan buenos resultados en la lucha contra el tráfico de drogas que hasta fue premiado por el gobierno estadounidense. ¿De veras la DEA y otras dependencias expertas americanas no vieron nada de corrupción y connivencia con el narco, o se hicieron tontos?

Pero vayamos con el expresidente Felipe Calderón. Andrés Manuel dice e insiste que, como presidente, Calderón tenía que estar enterado de lo que hacía García Luna. Pero Andrés Manuel como Jefe de Gobierno declaró que no sabía que su Secretario de Finanzas viajaba seguido a Las Vegas y que apostaba importantes sumas de dinero, dinero que no tenía personalmente al parecer. Y de estos hay muchos casos en el ejercicio del poder ejecutivo del actual presidente. Muchos, de que no sabe nada de nada de corruptelas y otros malos manejos de recursos federales.

Varias personas han dicho desde hace tiempo, que Felipe Calderón fue advertido de que Genaro recibía dinero del narco para favorecerlo. Pero todas fueron precisamente advertencias, que se sepa, sin ninguna al menos presunta prueba de ello. Y como presidente, Calderón no hizo al parecer nada al respecto. Pero los excelentes resultados en la lucha federal contra el tráfico de drogas hacia los Estados Unidos pueden justificar el por qué Calderón no quitó al “super policía” de su cargo. Eso, creo, sólo lo sabe a ciencia cierta el propio expresidente.

Pero hay más personas a considerar. Si como dice Andrés Manuel que Felpe Calderón “debía” saber de las corruptelas de García Luna, hay otras personas que colaboraron de la más cercana manera con él, y que “deben” saber lo que hacía, y que colaboran ahora en cargos importantes en gobiernos morenistas, como Alfonso Durazo (ahora gobernador de Sonora), que era ni más ni menos secretario particular de Genaro, o como Omar García Harfuch o Gabriel Regino, pero al presidente acusador esto no le interesa. Prefiere no hablar del asunto. Para Andrés Manuel, la obsesión es encontrar alguna manera de dañar la imagen de Felipe Calderón, y eventualmente encontrarle presuntos delitos para procesarlo. Pero no tiene nada, nada de nada como se dice.

Pero mal le salió a Andrés Manuel su reiterada confianza en las declaraciones testimoniales de los criminales testigos de la Fiscalía, pues el abogado César De Castro, defensor de oficio de García Luna, le recordó, en documento oficial de declaraciones años antes del Rey Zambada, que éste dijo haber entregado siete millones de dólares para una campaña, a Gabriel Regino, colaborador de López Obrador, como subsecretario de Seguridad Pública en el DF. Y luego éste dice que piensa demandar en Estados Unidos al abogado De Castro, cuando éste lo único que hizo fue leer la declaración en otro juicio del Rey Zambada. Políticamente le salió mal a López Obrador su confianza política en el juicio de Genaro García Luna para arruinar a Felipe Calderón. Y este juego político aún no se acaba. ¿Cómo terminará para Andrés Manuel? Ya lo veremos.

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