Los “buenos” panistas hablan de los “oportunistas”. Hay muchas críticas internas en Acción Nacional respeto a la militancia, pero sobre todo de dirigencias, acerca de la identidad con los principios de doctrina, tanto en el decir como, sobre todo, en el hacer. Hay demasiadas quejas internas sobre el oportunismo de panistas alejados de la doctrina, como hay también acusaciones semejantes y abundantes desde fuera del partido. Las acusaciones son de que el PAN es “más de lo mismo” que otros partidos. Por eso vale la pena preguntarse: si soy un “buen” panista ¿qué debo hacer?
Los “buenos” panistas no sólo se quejan de que gran parte del partido está alejado de la doctrina, sino lo más grave: a veces actuando en su contra. Las quejas van desde la violación flagrante de la democracia interna hasta la corrupción en actos de gobierno, o en procesos legislativos, con votaciones violando principios doctrinales. Se sienten burlados, desplazados, ignorados y hasta sacados tramposamente del padrón de militantes. ¿Qué deben hacer? Muchas cosas.
Lo primero es mantenerse en la actitud y acción de protesta sobre el oportunismo, ante las dirigencias y órganos del partido. No solamente reclamar el respeto a los estatutos y doctrina, sino enfrentando dentro del derecho y la buena educación a quienes violan estas cosas. Si en preciso, acudir a tribunales. Digamos no callarse la boca. Pero hacerlo con dignidad sin incurrir en bajezas que a veces acompañan al enojo y desesperación.
Pero antes que eso, hay que intentar el diálogo con los militantes que operan contra el verdadero panismo. Desgraciadamente, la ignorancia de la doctrina, de las plataformas de gobierno y de las normas estatutarias, es demasiado común dentro de Acción Nacional. Hay también gran ignorancia y creo que por restarle importancia, sobre la legislación que regula la vida de los partidos y los procesos electorales. Hay que estudiarlo, para poder argumentar dentro de lo ético y lo legal.
Entre las principales quejas se encuentra lo que se conoce trivialmente como el “cuatismo”, la preferencia para empleos y posiciones de poder hacia los amigos (y hasta cómplices según el caso) sobre los militantes realmente calificados y de reconocida trayectoria fiel a la doctrina y a la legalidad. Aunque a veces parezca una prédica en el desierto, se debe persistir en la denuncia.
Los cacicazgos en la política se encuentran también en Acción Nacional y en general son muy fácilmente reconocibles. Todo cacique lo es abiertamente, en donde sea. El cacicazgo se identifica con actos dictatoriales y corrupción en el uso de recursos. Y los caciques, personajes absolutamente alejados de la doctrina y en mucho de la legalidad, son peligrosos, al grado que se les llega a acusar de los delitos de amenazas, amenazas cumplidas, de violencia, de difamación y hasta de asesinatos. Ante estas posibles represalias contra quienes no se someten a sus caprichos y exigencias, y sobre todo sus críticos y acusadores, la mejor acción es la colectiva, la organizada.
Los “buenos” panistas deben ser grandes propagandistas de la doctrina y de la legalidad. Como ya dije, no quedarse callados, pero hablar con conocimiento de causa. Ser desde propagandistas “de café”, de reuniones familiares y de amigos, de compañeros de trabajo cuando sea pertinente, hasta propagandistas de computadora, de la Internet, de las redes sociales, que son tan populares y exitosas (para bien y para mal). Promover el voto y que lo sea por el PAN.
Cuando se tiene el poder de hacerlo, hacer periodismo crítico y de opinión en medios de comunicación, cuidando mencionar hechos verificados, no atacar al partido cuando hay quejas contra personas con nombre y apellido, no generalizar, tratándose de denuncias. Pero también propagar la doctrina y la buena historia de Acción Nacional, destruir acusaciones infundadas contra el partido, que provienen desde los enemigos hasta de los amargados inventores de chismes.
El “buen” panista no debe identificarse con los cazadores de empleo y de poder, los oportunistas. Estar en el partido con la intención de servir a la ciudadanía para ir creando la patria ordenada y generosa que es principio fundamental del panismo. Servir formando conciencia social, no llegar o permanecer en el PAN viéndolo como agencia de colocaciones en las administraciones públicas, para tener empleo o poder cuando se tienen buenos amigos a quienes pedírselo. No verlo como fuente de empleo dentro del mismo partido, también recurriendo a los amigos o en base a posiciones de poder. Sin embargo, cuando se dé la oportunidad de servir en esos casos al país, hacerlo con dignidad y apego absoluto a los principios y a la legalidad.
El “buen” panista no es solamente un propagador activo de la “brega de eternidad” partidaria, es también un activo reclutador de militantes, de ciudadanos que se identifican con la doctrina y que pueden aportar parte de sus vidas a concientizar a la ciudadanía para que luche por sus derechos, cumpla sus obligaciones ciudadanas y apoye las acciones de campañas electorales y de gobierno en administraciones panistas. Que difundan los logros legislativos y de gobierno.
Así, dentro de sus actividades de propaganda, formales e informales, está este deber de informar, entre quienes son sus círculos humanos de influencia, de los logros legislativos, administrativos y de formación de conciencia ciudadana de Acción Nacional, que los adversarios niegan o desdeñan, pero que tanto han servido para mejorar la vida de los mexicanos.
Todo esto y mucho más es responsabilidad del “buen” panista, y esa responsabilidad puede cumplirse con mucho orgullo, constancia y eficacia. No dejarse llevar por la desesperación: no renunciar al partido. Luchar contra el oportunismo y a favor de la persona humana y su bien común es tarea lenta, con muchas piedritas en el camino, para lo cual se requiere paciencia, constancia y entusiasmo.
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