Pero la soberbia no los deja reconocer que las cosas van mal, y se enferma y muere gente por sus errores, tanto de acción como de omisión.
Frente a las cualidades o virtudes que puedan tener las personas con poder, en especial los políticos encumbrados, tienen una particular debilidad, la soberbia. Y ésta se convierte en una fuente de errores de gobierno, que van en contra del bien común. ¿Por qué?
Porque la soberbia les ciega para ver, para reconocer sus errores y darse oportunidad de corregirlos. La soberbia les presiona a no reconocer dichos errores y perder cara frente a sus gobernados, frente a la opinión pública. Un político de mente sana, a pesar de sentirse quizás superior a sus gobernados, tiene la entereza, la humildad, de reconocer sus equivocaciones y corregirlas, sea que por sí mismo las reconozca o que se las hagan ver.
En el caso del actual presidente de México, López Obrador, la soberbia lo ciega, no puede concebir que se equivoca, eso a pesar de que la famosa “terca realidad” se le estrella en la cara. Luego no entiende, porque no se lo propone, saber qué está haciendo mal o está omitiendo. Las cosas, sus políticas no resultan, el país va en picada, a pesar de lo prometido en campaña.
La economía y el empleo, por ejemplo, en vez de crecer, se caen. El dinero del erario no rinde. Antes de la pandemia y en plena pandemia, cuando es un verdadero desastre, y el gobierno es un caos. Pero ni entiende qué está mal. Qué falta, ni se nota que se plantee las preguntas para encontrar las respuestas. Por eso, con todo y regalar dinero por miles de millones a millones de personas, bajo diversos rubros, cada vez se enfrenta en público con más protestas y hasta con agresiones verbales (que serían también físicas si no fuera por sus custodios y guaruras).
Decidió no combatir a los carteles del narco, y los miles de muertos se acumulan ante la desesperación de la población, y él, sigue sin tomar el rol obligatorio constitucional de dar seguridad a la población. Y en el caso de la salud, el panorama no es solo dramático, sino que tiene un futuro previsible peor aún.
Aparte la pandemia del COVID-19, los recortes en gasto de salud en 2019 y lo que va del 2020, han causado muchas muertes, como los niños con cáncer que no tienen las medicinas y tratamientos que se les venían dando y que los padres de familia reclaman. Destruyó un sistema de salud federal, con el Seguro Popular, intentando sustituirlo por un Insabi que “nosabi” siquiera cuáles son sus, inexistentes aún, reglas de operación.
Y lo peor, en esta pandemia mundial, su pésima y mortal política, no entendida desde su inicio, y llevada a contracorriente de las recomendaciones internacionales y nacionales del mundo de la medicina. Puso a la cabeza de dicha política a un especialista en epidemiología, doctor en la materia, Hugo López Gatell. Pero, ¡pobre país! Este “experto” va de error en error, de subestimación en subestimación del grave problema pandémico. Y sobre eso, la mentira flagrante de sus datos, en especial del número de enfermos y fallecidos.
López Gatell, tanto por su propia iniciativa, según se ve, como por seguir vergonzante y servilmente las indicaciones de su presidente, ha tomado muchas de las peores decisiones e imposiciones al sistema de salud federal, y ha afectado los sistemas locales del ramo. Esos errores han causado muchos enfermos, que han tenido problemas serios de falta de atención y medicación adecuadas, y que han causado muchos miles de muertes de quienes, bajo la debida y sobre todo oportuna atención, debieron superar la enfermedad.
El panorama de salud en México, en particular el del COVID-19, pero crucialmente también el de la inatención a enfermos de cáncer y otras enfermedades que pueden ser mortales, están dañando a la población que debían proteger. No solamente no ponen los medios necesarios en el sistema de salud, sino que irracionalmente tiene los llamados subejercicios presupuestarios, es decir que teniendo aprobado tal renglón de gasto con recursos federales, “ahorran” gastando menos; una inaceptable e irresponsable medida de gobierno. Pero la soberbia no los deja reconocer que las cosas van mal, y se enferma y muere gente por sus errores, tanto de acción como de omisión.
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