La candidatura de Ricardo Anaya a la presidencia, y la repartición de candidaturas por designación en la coalición, han dejado y siguen dejando graves daños a la integridad social del partido, y de paso, con el Frente, de imagen interna y pública. Se vean justas o no, fundamentadas o no, las quejas de la militancia y de simpatizantes, así como de la influencia de líderes de opinión, dejan muy serios daños a Acción Nacional, federal y localmente. ¿Qué debería pasar ahora? Control de daños, como en un navío de guerra tras combate. Hay cirugías de urgencia para lo mismo. Y como se hace entre los políticos experimentados y empresas de relaciones públicas (para sus clientes) en casos de imagen muy dañada.
El control de daños incluye varios aspectos. Primero que nada, el de la indignación entre la militancia, y en segundo lugar entre los simpatizantes del panismo (que son millones). La indignación interna por la falta de democracia en la selección de candidatos, muchos de ellos del PRD y de MC, que abiertamente no comparten la doctrina humanista de Acción Nacional, y hasta están en contra, en la doctrina y en la praxis. Hay candidatos designados (léase impuestos) de “mala fama pública”, frente a militantes con méritos, experiencia demostrada y cualidades para desempeñarse en los poderes ejecutivos y legislativos a lo largo y ancho del país.
La indignación ha provocado que buenos panistas se alejen de estos procesos (sin que renuncien al partido necesariamente) y hasta abiertamente hayan manifestado que no votarán por ciertos candidatos del Frente. Y hasta por ira, caen en la afrenta pública.
Otros indignados son militantes, algunos de distinguida trayectoria, que se declaran a favor de Margarita Zavala, y que han sido amenazados, intimidados e insultados. Panistas que piensan que, con todo y su renuncia, el espíritu de Zavala es profundamente apegado a la doctrina del PAN. Y en vez de ser invitados a colaborar en campañas por los candidatos panistas (y los del PRD y MC designados), son agredidos por los militantes acordes con las candidaturas y arreglos políticos del Frente, y de paso también, atacados por el CEN y otros comités.
El control de daños debe aquí recurrir a la famosa política de “operación cicatriz”, que por ahora ni existe ni se vislumbra. La ira contra quienes niegan su apoyo a las candidaturas del Frente, en especial a la de Ricardo Anaya, se debe tragar y transformar en una auténtica acción política de reconciliación.
Acción Nacional está gravemente dividido e, independientemente de culpas y responsables, requiere una profunda operación cicatriz. De otra manera, las divisiones y lealtades contrapunteadas quedarán como resultado tras la elección de julio, con enorme daño al partido. Al grado tal, que muchos piensan que morirá el PAN (o que ya agoniza). De nuevo: control de daños, presentes y previsibles.
Otro aspecto de control de daños, es la lastimada imagen que el panismo está sufriendo entre quienes han sido sus votantes. Éste, es más, mucho más difícil, y más que control real de daños, será reparación de lo posible, es decir de lo que puede parecer aceptable para los simpatizantes, que ven un Frente que no les resulta aceptable, ni en su negociación ni en su actual reparto de cargos de elección, y los que se pueden imaginar en futuros gobiernos y próximas legislaturas, federal y locales.
En un navío de guerra vapuleado por el enemigo, el control de daños puede ir desde reparar lo reparable de inmediato, hasta salvar lo salvable, en marinos y material, para abandonar dicha nave a punto de hundirse. Acción Nacional no se va a hundir en el segundo semestre de 2018, pero sí tendrá graves daños que tardarán desde meses hasta años en ser reparados, y con pérdidas definitivas en ciertos términos, como el de lealtades de militancia e imagen pública. Preparar pues la reparación que será necesaria, considerando que mucho daño no viene de fuera, sino de dentro del partido.
En este caso del porvenir cercano, el control de daños es más bien de planes de control, como los manuales industriales en casos de incendios, explosiones y desastres naturales. Prever lo que razonablemente se puede esperar, superando la actual situación, en la que es más que evidente que no hubo siquiera una estimación de los actuales daños que sufre el partido.
Lo más difícil, que se antoja imposible, es superar el daño causado, y por lo que se ve, para nada previsto, que está en la imagen y simpatías por la alianza del PAN con partidos cuyas acciones de política, administración y legislación, han sido durante años justamente denunciadas y atacadas por Acción Nacional.
Este daño es enorme, y lo peor que se puede hacer es cerrar los ojos, pretender que todo irá bien en unos meses, que se verán buenos resultados. Se debe tomar conciencia plena de esto y buscar las posibles medidas para reducir el daño. Las frases de campaña sobre los enormes beneficios de la coalición no pueden convencer a la militancia ni a la gran mayoría de votantes. ¿Qué se va a hacer?
Repasando un poco el concepto de control de daños, se trata no necesariamente de volver las cosas a como estaban o deberían de estar, sino a reducir sus efectos en lo posible. Hacer planes de acción sobre los daños ya existentes (sin hacer como si no existieran o minimizarlos para tranquilidad personal o de grupo).
Un navío de guerra bombardeado o torpedeado puede llegar a puerto amigo y repararlo todo, pero cuando se trata de personas, de sus emociones, lealtades y razonamientos, no se puede llegar al astillero para que sus ingenieros y obreros reparen todo. No, lo humano es distinto y en el caso de una organización como lo es Acción Nacional, hay que verlo como un conflicto humano a resolver o reducir en lo posible. Volverlo a como estaba, es imposible, así es la naturaleza humana.
El CEN, los líderes internos y demás comités, tienen que, primero que nada, tomar plena conciencia de todo lo humanamente dañado, y no engañarse a sí mismos, de que es más un escándalo mediático o de renegados la grave visión de un partido dividido, desprestigiado y, lo peor de todo, que se ve, por propios y extraños, como profundamente alejado de sus principios doctrinales.
Mientras no se tome esa conciencia y se convierta en seria, muy seria preocupación, no podrá haber control de daños ni operación cicatriz, simplemente porque dichos daños no se quieren ver o se minimizan y desprecian.
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