Lo primero que se piensa es que el Ejecutivo, en este caso de los EUA, no puede hacer muchas cosas si el Congreso no le asigna fondos, dinero. Siempre hay algo de posible reasignación de fondos aprobados, pero eso es limitado. Trump ha ordenado la construcción de un muro fronterizo (más bien continuar su construcción, mucho ya existe) pero no tiene la astronómica suma que eso requiere, que expertos estiman pudiera subir a unos 25 mil millones de dólares.
Los congresistas republicanos han dicho que le van a ayudar, aprobando presupuestos, pero con tantos frentes y prioridades de gasto e inversión federales, la batalla en el Congreso sería muy complicada.
El asunto no es solamente dinero, cuya inversión en un muro que conforme a la experiencia no serviría de mucho, hay otros problemas que Trump deberá enfrentar y difícilmente superar. Un buen reportaje del Washington Post (WP) nos lo comenta, y reporta cinco grandes problemas a enfrentar si se construye el muro (o barda, para el caso). Entre ellos está uno sobresaliente, y es que sin vigilancia el muro sirve de poca cosa. Citan a la ex Secretaria de Seguridad Interior diciendo: “muéstrame una barda de 50 pies, y te mostraré una escalera de 51 pies”.
Cito al WP, menciona que expertos han dicho que amén del costo, se enfrentarían problemas de ingeniería y ambientales, pleitos con los rancheros y otros que no querrán ceder sus tierras (para hacer el muro y sus caminos), y enormes problemas topográficos de la frontera, que van desde desiertos remotos en Arizona hasta montañas escabrosas en Nuevo México, y dos tercios de su longitud sería en ríos.
Citan cómo la frontera en el Río Bravo (Grande) está a la mitad de éste, así que el muro debería construirse fuera del río, con enormes problemas para su localización, pues el río tiene un cauce muy complicado y hasta variable (con problemas pendientes de propiedad entre ambas naciones).
La administración de Trump, apunta también el WP, deberá contender con rancheros particulares, agricultores y otros propietarios de tierras a lo largo de la frontera. Solamente un tercio de esas tierras son federales o tribales, el resto es propiedad privada o estatal.
Ponen un simpático ejemplo de estas dificultades de propiedad privada, en Brownsville, Texas: hay un campo de golf con casas habitación junto al río ¿cómo podrían hacer allí un muro, comprarían 200 casas para ello?
El presidente Trump, en su obsesión, no ha tenido la imaginación suficiente para prever todas estas dificultades, ha sido absurdamente superficial. El muro requiere demasiado dinero, de varios ejercicios fiscales, demasiado tiempo y sortear muchos, pero muchos problemas de diversa índole, técnica y legal. Para efectos prácticos, no lo podrá completar, podrá construir una parte más de la actual pero nada más. Al poco tiempo y ante su propia ciudadanía, habrá quedado en ridículo, lo más probable. En buen mexicano, “no es enchílame otra”.
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@siredingv
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