Hace algunos años, la ciudadanía, y en particular la militancia de Acción Nacional, reclamaba arreglos políticos “en lo oscurito”, que finalmente salían a relucir en sus consecuencias. Se les llamó “concertacesiones”: me dan esto y te doy aquello, o me reconoces esto y quitas aquello. Acuerdos que para las dirigencias eran de lograr lo mejor posible o el menor de los males, ante el poder políticamente omnipotente (o casi) de “El Sistema” PRI-gobierno.
Un caso que entonces se volvió patético fue la concertacesión de reconocer una de las dos victorias municipales en Sinaloa: “escojan panistas, les damos Mazatlán o Culiacán, pero no las dos”, que el PAN había ganado en urnas. El CEN escogió Mazatlán y se echó encima al panismo culiacanense, con algunas lógicas renuncias de indignados fieles militantes. De hecho, el CEN nunca discutió el acuerdo con el PAN sinaloense, simplemente intentó calmar los ánimos, lo que no se logró en absoluto.
Rumores políticos dijeron hace poco que de nuevo el PAN intentó (y quizás logró) acuerdos de reconocer ciertos resultados electorales recientes a cambio de no pelear otros. Rumores que salieron de personajes del priismo-gobierno.
Pero ahora las concertacesiones no son entre el gobierno y los órganos electorales, sino entre partidos. Las alianzas se convierten en reparto de cuotas de candidaturas, para bien de algunos y mal de otros. En el PAN se piensa que para mal del partido y para bien por ejemplo del PRD. Las cuotas de candidatos municipales y legislativos en Veracruz en la pasada elección, por ejemplo, provocaron justos enojos de la militancia panista, pues las cesiones (concertadas) a favor del PRD eran desproporcionadas para lo que este partido amarillo aportaba en votos, desproporción tanto en número de candidaturas como en localidades privilegiadas para perredistas, que se les “concerta-cedieron”.
Ahora el nuevo frente ya convertido en coalición electoral “Por México al Frente”, del PAN, PRD y MC, se ve envuelto en lo que tiene todas las luces de flamantes concertacesiones. Algunas de las cesiones inter-partes son públicas o semi-públicas: la candidatura a la presidencia es para el PAN, en donde todo indica que la misma concertacesión conlleva que esa candidatura tiene ya nombre y apellido: Ricardo Anaya.
Otra concertacesión es que la candidatura de la coalición para la Ciudad de México es para el PRD, eso después de múltiples y persistentes reclamos panistas de mala administración y corrupción perredistas en la capital del país. Y a nivel nacional, ya se “concerta-cedieron” gubernaturas, alcaldías y curules, tanto para el senado, como para las cámaras de diputados con elecciones locales y la federal. Un reparto del pastel inaceptable para la militancia, pero a favor de las cúpulas partidistas: te toca tal, pero me toca tal. Así se ven las cosas.
De nuevo, el malestar de una militancia panista absolutamente hecha a un lado en las decisiones, va in crescendo según se van viendo las concertacesiones desproporcionadas en cuotas de votos recientes a favor del PRD, y peor aún, del diminuto Movimiento Ciudadano, que para efectos de votaciones no aporta prácticamente nada significativo.
Ante esta grave andanada de concertacesiones de la coalición “Por México al Frente” que se vislumbran, desproporcionadas a favor de los socios del PAN: el PRD y MC, causarán daños irreparables en el sentir de la militancia panista, ignorada en las decisiones, justamente cuando se está cacareando ¡la democracia! Se verán nuevas renuncias formales, abandonos de facto de las filas panistas, y apoyos abiertos o callados a otros candidatos. Esto es: menos votos para la coalición “Por México al Frente”. Lástima, lástima para el panismo y para México; las concertacesiones, que años antes fueron buscando el mal menor, ahora lo son por intereses cupulares, un grave retroceso antidemocrático.
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com
