Los candidatos a algún puesto deben entender que no todo se vale en una contienda, deben actuar con ética y en el marco de una sana competencia.
Las “buenas personas” no necesitan que alguien les redacte códigos de ética, la ética la traen en la sangre. Y a quienes no son “buenas personas”, esos códigos les tienen sin cuidado. Acción Nacional no necesita códigos de ética, todo lo que implica una conducta digna está en sus principios de doctrina.
Marko Cortés, candidato a dirigir al PAN, sugirió la idea de que, para evitar las difamaciones, se preparara un código de ética. Y eso por enfrentar acusaciones, o más bien denuncias de presuntos actos de corrupción suyos, como diputado en Michoacán, hechas por Juan José Rodríguez Prats.
Primero que nada, hay que distinguir entre difamación y denuncia, son cosas diferentes. Pero se ha usado el término difamación para descalificar todo aquello que afecta la imagen de una figura política. Por el abuso de esta interpretación, hecha por los poderosos de la política, en contra de sus críticos en la prensa, fue que se despenalizó la difamación, quedando sólo en la legislación civil.
La respuesta a los ataques contra la honra de un político, no es imponer códigos de ética, sino poner el buen ejemplo. En realidad, lo que Marko pide es que se elimine la llamada “guerra sucia” en las campañas, y tiene razón: no debe haberla.
Es importante destacar, insistir, en que es falso el principio de que en la guerra y en el amor todo se vale. Sobre todo para quienes una campaña política es una guerra. No lo es, es una competición, que debe llevarse dentro de la moral y las buenas costumbres, todo lo cual ya es conocido.
La forma en que un político en campaña debe impedir la guerra sucia en su contra, es empezar por no hacerla contra sus competidores, los demás candidatos. La guerra sucia la hacen tanto los equipos de campaña como los apoyadores espontáneos por su propia cuenta. Ambos cuentan.
¿Qué debe hacer un candidato digno? Varias cosas. La primera es obligar a sus equipos de campaña a actuar dentro del marco digno de sana competencia, vigilar que no se ataque con basura a los adversarios. Debe también descalificar públicamente la guerra sucia hecha, tanto por sus propios equipos, como por sus seguidores. En estos casos, el que calla, otorga.
Mientras un candidato deje pasar, se haga de la vista gorda, ante la basura que sale de su propia gente, no tiene cara para pedir que sus competidores no le hagan guerra sucia. Como tampoco tendrá cara para pedir a alguna autoridad que actúe contra sus adversarios para meterlos al orden, mientras deje pasar lo malo que hace su propia gente.
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