Se ha planteado la necesidad de hacer una auditoría externa al gobierno sobre el manejo de la pandemia en México, de expertos nacionales e internacionales, con integridad, experiencia e imparcialidad.
Hay dos versiones de la misma “realidad”, la del gobierno y la de la ciudadanía preocupada. El gobierno dice que “vamos bien”, que “se aplana la cueva de contagios”, y no acepta críticas, esos son ataques de la derecha, de los adversarios, y más epítomes. Si algo falla es por culpa de la gente, que no cumple las medidas preventivas, y se infectan, y mueren porque ya estaban enfermos.
La otra versión viene de los observadores externos y expertos en el tema de epidemiología y salud pública, los no comprometidos con el gobierno de Andrés Manuel y su Morena. Independientemente de los descuidos de la gente, el manejo de la crisis de la pandemia ha sido desastroso, lleno de errores y malas prácticas.
Mientras el vocero presidencial y sus corifeos (y hasta quien les creen ingenuamente, sin analizar las cosas), la pandemia se ha manejado bien, y la medida fundamental es el número de camas de hospital ocupadas o disponibles. Si hay vacías, entonces no estamos tan mal. Pero tras este conteo hay manipulación política.
Para comenzar con el gobierno, el presidente ha dado instrucciones a la población en abierta contradicción con las recomendaciones de los expertos en salud, sean de organismos internacionales como la OMS o la OPS, como del mundo de la medicina y la academia. Esas recomendaciones en contrario son bien conocidas, como las de que hay que salir, ir a fondas y restaurantes y abrazarse, que han ido quedando atrás. Lo que sigue vigente, es el mal ejemplo testarudo del presidente y otros funcionarios suyos de no usar cubrebocas.
¿Qué se ha hecho mal por el gobierno? Muchas cosas, entre ellas no proporcionar al personal de salud en instalaciones públicas los medios adecuados de protección, lo que ha sido muchas veces reclamado y no resuelto. Se enferman y mueren por contagio médicos, enfermeras y otro personal. Más: la falta oportuna de ventiladores y medicamentos, la cerrazón ante protocolos recomendados para tratar a los enfermos. La desatención de pacientes de otras enfermedades, que se agravan y hasta mueren por falta de atención, centrada en el COVID-19. Y sí, aún hay más.
El caso de las camas como medida es muy grave. Para tener números favorables, no aceptan pacientes enfermos hasta que ya están muy graves, y mueren en los hospitales. Los mandan a casa. Las quejas sobre esta conducta oficial son abrumadoras. Las muertes en hospitales públicos son muy superiores, se mida como se mida, a los de enfermos atendidos en la medicina privada.
La verdad es que la política oficial para atender la pandemia ha sido muy mala, y se observa como tal en comparación con la de otras naciones. Pero la soberbia y la desesperada intención de ocultar las fallas, que tantos enfermos y muertos han costado al país, hacen que la desesperación oficial niegue todo. Y todavía le echan la culpa al neoliberalismo respecto al estado hospitalario del país, cuando eso es falso. La política de echarle la culpa de todo al “período neoliberal” es absoluta.
Pero ¿están conscientes en la cúpula del poder de su pésimo manejo de la pandemia? Hay varias posibilidades, que pueden convivir. Primero, que no sean capaces, por soberbia, de ver sus errores, otra es que no sean simplemente capaces de verlos y no entiendan qué pasa. La otra es que sí se den cuenta de la pésima política sanitaria pero no quieran dar la cara, pero tampoco tomen las medidas necesarias de corrección, quizá por no aceptar recomendaciones ajenas. Echarle la culpa al descuido popular ya no funciona, aunque se tenga razón en parte.
Pero el gobierno puede culpar a las personas que se han contagiado de falta de cuidado, aunque eso sea parcialmente cierto, pero lo que no puede evadir es la crisis de fatalidad, de las más altas del mundo, se mida como se mida. Las opiniones y críticas de expertos nacionales y extranjeros sobre el pésimo manejo de la pandemia en México están a la orden del día, con buenos argumentos. Pero el presidente dice que es ejemplar ante el mundo… ¡sí, cómo no!
Ante esta situación, se ha planteado la necesidad de hacer una auditoría externa al gobierno sobre el manejo de la pandemia en México, de expertos nacionales e internacionales, con integridad, experiencia e imparcialidad. La auditoría permitiría reconocer qué se hace bien y qué se hace mal, para sostener o mejorar lo bueno y corregir lo malo. La idea es buena, pero… difícilmente la aceptará el gobierno, en especial el presidente y su vocero, los López. Eso porque les pondría en evidencia, y no les gustaría, pues van de por medio la imagen presidencial, la de Morena y el juego de las elecciones del 2021.
¿Se hará la auditoría? Lo más probable es que no, por las razones mencionadas, de desnudar al gobierno en sus errores, que llegan hasta a ser delitos. Y, además, si viene la propuesta de sus dichos “adversarios”, en especial de un partido como el PAN, y los ponga en evidencia… se jugarían demasiado. Pero la esperanza no está perdida de que se pueda llevar a cabo. Lo curioso es que una terca negativa de parte del gobierno es para el pueblo señal inequívoca de que le tienen miedo a la auditoría, a la verdad que los mostraría como, al menos, negligentes, o incapaces, delincuentes o irresponsables de muchos miles de muertos, amén de los enfermos recuperados.
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