Si quieren que el INE reduzca sueldos y prestaciones ejecutivas a funcionarios, los proponentes de los ahorros deberían comenzar por ellos mismos.
AMLO y sus comparsas se niegan a dar dinero al INE para organizar la consulta de revocación de mandato. Detrás de esa negativa, está la intención muy clara de poner al INE en mal frente a la ciudadanía. Les incomoda el INE, ya que no pueden controlarlo, manipularlo al servicio del presidente y de Morena. Y esto intentan justificarlo con auténticas difamaciones sobre ser un organismo antidemocrático.
Ahora están intentando obligar al INE a “ahorrar”, para que el dinero le alcance para llevar a cabo esa consulta de revocación de mandato en abril. Lo que quieren es poder acusar al INE de no cumplir con el mandato constitucional de hacer dicha consulta, desentendiéndose del costo que ello presenta (y a ver cómo le hacen). Y así, vino la propuesta de ahorros en diversos renglones.
Primero que nada, critican los altos sueldos de los consejeros, haciendo como que no saben que los sueldos de los mismos están determinados por la Constitución federal: serán los mismos que los ministros de la SCJN. Así de sencillo. No quieren que ganen más que el presidente de la República, pero lo que gana AMLO es una cantidad que él determinó a su antojo, la que le vino en gana, sin ninguna base técnica.
Pero quieren que los consejeros renuncien a una serie de prestaciones en dinero, en servicios y en especie. No quieren que tengan desde teléfonos celulares oficiales en adelante. Por supuesto que, como organismo independiente, el INE no está obligado a llevar a cabo esas recomendaciones morenistas, es autónomo en su administración.
Pero aquí viene lo bueno, a mi parecer. Si quieren que el INE reduzca sueldos, y prestaciones ejecutivas a funcionarios, los proponentes de los ahorros deberían comenzar por ellos mismos. Quieren que los consejeros y altos funcionarios del INE no tengan prestaciones que, sin embargo, sí tienen el presidente, sus secretarios de estado, su gabinete ampliado, y también gozan los legisladores federales.
El presidente y sus voceros hablan mucho de “austeridad republicana”, pero no la practican como pregonan. Cuando el presidente deje de vivir familiarmente a costillas del erario, y viva estrictamente de su sueldo, deje de tener celular oficial, use su propio automóvil, pague todos sus gastos como si fuera un ciudadano común, podrá pedir austeridad republicana a los consejeros del INE.
Y lo mismo vale para todo alto funcionario público morenista, esa es la única manera en que puede tener cara para solicitar al INE que ahorre en esos rubros de servicios personales de alto nivel.
Y qué decir de senadores y diputados federales, que, amén de su dieta (sueldo), tienen las mismas prestaciones, en términos generales, a las que quieren, los legisladores morenistas, que renuncien en el INE. Cuando la alta jerarquía del partido Morena comience por poner el ejemplo, tanto en entre senadores y diputados, como entre la presidencia de la república y los altos mandos del gobierno, entonces, solo entonces, podrá pedir a funcionarios del INE, y de cualesquiera otros organismos autónomos, que lleven a cabo esa “austeridad republicana” y les alcance el dinero para cumplir sus funciones.
Pero, además, aún si el INE ahorrara todo ese dinero, no le alcanzaría para llevar a cabo la consulta de revocación de mandato. Y el presidente y su gente morenista lo saben perfectamente, es cuestión de aritmética elemental.
Pero aún hay más. Dicen y repiten que el INE es el organismo electoral más caro del mundo. Pero esto no es verdad. Los gastos para atender los registros e identificación de votantes, la promoción del voto y otros gastos más, que se hacen para las elecciones en cualquier país, siempre se pagan, pero por diversos canales de gasto; en México se hacen a través del INE. Los subsidios a los partidos políticos, que, en otros países, cuando los hay, se hacen directamente a los mismos por el Estado, en México se erogan a través del INE. Si desmenuzamos los gastos del INE, y los comparamos con otras naciones, no se puede demostrar que nuestro instituto electoral sea “el más caro del mundo”. Esta afirmación es solamente una denostación de parte del partido en el poder y su líder.
Sumado a la crítica sobre el costo de operación del INE, los millones asignados a los consejeros en sueldos, prestaciones y gastos propios de sus funciones, y señalamientos de derroches, sus enemigos morenistas hacen acusaciones completamente falsas, que el consejero presidente y otros, se han encargado de desmentir. En el fondo, pues, y a simple vista, los alegatos y recortes de fondos al INE, no son otra cosa que parte de una guerra para intentar acabarlo, y sustituirlo por un nuevo organismo al servicio del presidente.
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