Tenemos obligaciones y responsabilidades…
El tema del aborto no es asunto menor. Se trata, como política pública, de un auténtico genocidio. Al “razonar el voto”, un fiel cristiano no puede pasar esto por alto. Y no es asunto menor porque, dentro de las intenciones de gobierno de quienes promueven y apoyan el crimen infanticida del aborto, está precisamente en favorecerlo en modificaciones legales y en apoyos directos al proceso de matar personas, abortándolas.
Quienes creen que el aborto no es importante para los programas de gobierno, están en grave error. Y es error por no reflexionar en que se trata de homicidios a gran escala, y que sus promotores harán todo lo que esté a su alcance para imponerlo a la sociedad. Ya lo han hecho y continuarán haciéndolo.
Sin embargo, en razonamientos erróneos, hay quienes piensan que, por principios de lealtad institucional o partidaria, se debe votar por candidatos de sus partidos o coaliciones, aunque estén a favor del aborto, de los matrimonios no naturales, a favor de la adopción de menores por parejas homosexuales, en contra de la familia natural y del derecho paterno primero a educar a los hijos.. Muy mal entendida la lealtad. ¿Por qué?
Porque la lealtad tiene escalas de valores, de prioridad que una persona digna de sí misma debe respetar. Para decidir el voto se debe considerar que, ante todo, están nuestras obligaciones con Dios, y con los principios de moral natural. Luego está nuestra lealtad a la patria, a la sociedad en la que tenemos responsabilidades, como la elección por voto. Luego, si se es militante de un partido político, está la lealtad con el partido.
De esta forma, tenemos obligaciones y responsabilidades en este orden: primero con Dios y con lo que va de la mano, como la moral natural, los derechos fundamentales innatos al ser humano, con la familia. En segundo lugar, con la patria, para la que debemos buscar el bien común y negar el daño moral, como es el homicidio “legal”. Y, por último, está la lealtad con el partido que se apoya.
Y aun buscando la lealtad con un partido, está primero la misma con sus principios, con su doctrina, con su “razón de ser”, y luego, al final, con la dirigencia temporal del mismo. De esta forma, votar por un candidato cuya posición es contraria a la Ley de Dios, no es lealtad a un partido, es traición.
De esta forma, el “voto razonado”, debe serlo a la luz de nuestra conciencia, recta conciencia, que nos indica que primero están las lealtades con Dios, con la patria, con la esencia partidaria, y por último, sólo al final, con los candidatos. El “pragmatismo” de votar “por MI partido”, como sea y con quien sea, es una traición ante quienes están primero en la lista: Dios, la patria y la sociedad.
¿Quieres votar lealmente? No olvides las prioridades al razonar tu voto. El pragmatismo, ese de pasar sobre lo más digno por conveniencia (real o supuesta), es esencialmente indigno de una persona de bien.
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