Dada la prácticamente nula, y además tardía atención (fingida, en general) del gobierno federal a la población destrozada de la zona de Acapulco por el huracán Otis, algunas personas dijeron que esto es el Waterloo de AMLO, pero no. ¿Por qué no y qué sí puede ser? Veamos.
La batalla de Waterloo, al sur de Bélgica, fue un enfrentamiento entre dos generales muy capaces, Napoleón y el inglés duque de Wellington. Por diversas razones, éste venció a las tropas de Napoleón, y con ello, éste perdió todo, y fue exiliado a la remota Isla de Elba. Como militar y político, Napoleón Bonaparte quedó como un recuerdo para la historia. ¿Qué clase de recuerdo? Eso depende de a quién le pregunten.
El caso de Acapulco y Otis no fue un enfrentamiento de fuerzas y estrategia. Fue el impacto de un fenómeno natural el que destrozó al Puerto y su entorno, como Coyuca de Benítez. Un fenómeno que creció en pocas horas pero que fue predecible, aun en ese poco tiempo. Y ante ese impacto de un huracán grado 5, el comandante militar de México y sus principales colaboradores responsables del caso, se quedaron pasmados, así como la gobernadora de Guerrero y la alcaldesa de Acapulco.
La población, completamente abandonada a su suerte por los gobiernos municipales, estatal y federal, tanto en las horas que pudieron ser aprovechadas antes del impacto y desde entonces hasta la fecha. La ayuda, en contradicción a lo pedido por el presidente, llegó y sigue llegando del sector social. La que se ha ido sumando de parte del gobierno federal apenas y se nota por la población afectada y por quienes han estado al tanto de la destrucción y muerte.
Ante ese abandono, las personas afectadas, sus familias, los observadores y quienes han ido a ayudar sin tener obligación legal, y quienes han acopiado y enviado ayuda (como sí la tienen el presidente y su gobierno y no la usan), así como los gobiernos locales, tienen enormes y justificadas rabia, desesperación y angustia. Quienes nos vamos enterando cada vez más de los hechos de daños, heridos y muertos, así como de los múltiples saqueos impunes de tiendas, almacenes y hasta casas particulares, estamos también muy, muy enojados.
El colmo de la desfachatez e irresponsabilidad: el presidente y sus corifeos se han dedicado a insultar y descalificar a quienes reclaman la debida acción federal, y a los medios que exponen los daños y la ausencia de la federación. Y para variar, el presidente dice que él es la víctima por esos “ataques”. Y luego, tanto él como sus serviles legisladores, se niegan a dar el indispensable dinero para resolver los problemas de la población afectada.
Y ante las manifestaciones públicas de reclamos y exigencias de acción, de víctimas, proveedores espontáneos de ayuda, políticos no subordinados al presidente, periodistas, académicos y más personas, es absolutamente indispensable hacerlo notar a los fieles fanáticos del presidente y su partido, de eso que llaman “4T”. Ponerles a la cara, una, otra y otra vez esta tragedia de la traición del presidente a los acapulqueños y sus vecinos víctimas de Otis, desde estos días y a través de los próximos meses, al menos hasta junio próximo.
Para hacer ver a los votantes, en especial a los amlofans y a los abstemios que no votan, el por qué no se debe permitir que tras el 2 de junio de 2024, toda esa clase de traidores (textual) de la población afectada y abandonada destrocen a México. La materia está allí, no hay que inventar o reinterpretar nada; los daños, la desolación, la rabia y la sensación de abandono acapulqueño, deben exhibirse sin cesar hasta el día de la elección.
Esa debe ser la medida de la derrota autoinfligida del presidente y sus irresponsables colaboradores pasmados. No, no será un Waterloo de AMLO y su Morena, pues simplemente se escondieron, no presentaron batalla alguna y no han cumplido sus obligaciones, teniendo los medios para hacerlo. Que todo esto llegue a la mente y al corazón de cada mexicano, y que como decían del 2 de octubre: que no se olvide.
A ponerlo frente a la nación, para que con esta realidad tan terrible, sepan por quienes NO votar el 2 de junio de 2024. ¿Salvemos a México, dicen? Si… ¡salvemos así a México, con la verdad de los hechos, de los testimonios personales y noticiosos, y de las traiciones morenistas, de presidencia y de legisladores serviles.
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