El mundo en que vivimos condiciona y en mucho no sólo cómo vivimos ahora, sino cómo podremos vivir en el futuro.
El equilibrio de vida entre la actividad profesional de alta responsabilidad y la de familia es un tema que vale la pena reflexionar, incluyendo el papel de los cónyuges en la vida empresarial, sobre todo de los altos ejecutivos. La integración de la familia en la cargada agenda del moderno hombre de negocios y la ayuda que mutuamente se pueden prestar los padres de familia para educar a sus hijos, enriquecer su vida matrimonial y desempeñar los roles que les toca en la vida comunitaria, social, educativa, e inclusive política, es asunto muy importante.
Amén del debido equilibrio entre vida empresarial y familiar principalmente, es útil reflexionar las relaciones entre las familias de los altos ejecutivos, sus pares o subordinados, así como la convivencia con personal femenino de la empresa, en especial de las secretarias o asistentes ejecutivas.
La reflexión sobre la dualidad empresa-familia en la vida del alto ejecutivo, genera diversos valores y criterios (que pretenden ser “prácticos”), que no sólo afectan su propia existencia como jefe de familia, ciudadano responsable y dirigente de empresas, sino también sobre las decisiones que tome en su actuar gerencial cuando éstas afecten precisamente la vida familiar, la ocupación del tiempo libre y el desarrollo personal de quienes trabajan bajo sus órdenes, hasta los más humildes escalones del escalafón organizacional de la empresa.
Según la tendencia de los países más avanzados, se va minando la vida plena del ejecutivo en favor de un supuesto éxito, pasando a veces sobre su propia familia e interés y valores personales, pero hay fuertes corrientes que claman atención a evitar esta degradación de un hombre inteligente y capaz, que puede convertirlo en una máquina de decisiones de negocio a tiempo completo. El horario de trabajo, válido para supuestamente todos, se alarga, voluntaria o subordinadamente, sobre el debido a la familia.
El aislamiento de la familia, el estrés y la competencia desmedida de éxito deben ceder ante un ejecutivo que, por más dedicación que dedique a la tarea gerencial que en la sociedad le toca cumplir, pueda sin embargo desarrollarse como hombre de familia y de su comunidad. A sus esposas les toca una gran tarea, con la fuerza del convencimiento, la comprensión y la colaboración, para obtener el sano equilibrio. Detrás de todo, está la responsabilidad del amor.
¿Qué pensar del ejecutivo como cónyuge, padre de familia, amigo, deportista, maestro, líder social o político (y a veces religioso), lector, estudioso, compañero? ¿Qué pensar de su salud, su religiosidad, tiempo libre, equilibrio emocional y su deseo de vivir plenamente sus diversas responsabilidades? Todo ello debe ser objeto tanto de reflexión personal como familiar y organizacional.
Hay malentendidos que a veces son sólo excusas para que un hombre de negocios se obsesione por su personal triunfo social, pasando sobre sus responsabilidades familiares. Una de esas excusas para poner a la familia en segundo plano, es que se supone que debe triunfar para darle un mejor futuro a la misma, pero pensando en un futuro material y no humano. Y luego no entienden el por qué fracasan como jefes de familia.
Además, hay hombres de negocio que piensan, y lo peor, lo creen de verdad, que sus ejecutivos subordinados “pertenecen” a la empresa, que para eso se les paga, y simplemente disponen de su tiempo, o al menos lo intentan, veinticuatro horas diarias de toda la semana cuando así les parece. En general, quienes así tratan a su personal ejecutivo, así viven su propia vida: la empresa primero, y lo que sobre, para la familia. Pueden, con la excusa de la debida lealtad a la empresa, disponer de sus lugares de trabajo, sin pensar en la mejor ciudad o hasta país de residencia para la familia del subordinado.
Pero ante el creciente número de mujeres que alcanzan los más altos cargos ejecutivos, el asunto es también de su interés. Las mujeres deben luchar en desventaja, muy duramente, para que se les reconozcan sus capacidades de liderazgo, sus destrezas, habilidades, formación académica e inteligencia. Sí que para ellas aplica en especial la búsqueda del debido equilibrio familia-empresa. Los maridos, en muchas ocasiones, se sienten sobrepasados por sus esposas en altos puestos ejecutivos, y lograr superar este conflicto emocional, debe ser objeto de mucha atención.
Muchos creen que lograr el equilibrio de dedicación del tiempo es casi misión imposible, pero no lo es. Quienes se lo proponen, logran cumplir cabalmente sus funciones ejecutivas de negocios, pero cumpliendo al tiempo con sus amores familiares y las responsabilidades sociales en las que se comprometen. Conocí desde hace años, a un alto dirigente de empresa que lo hacía a cabalidad, que debería ser ejemplo a seguir; nunca vi a un hombre con tantas responsabilidades asumidas que mejor administrara su tiempo, se llama Adán Elizondo Elizondo, apreciadísimo y admirado amigo de Monterrey.
Por lo demás, el mundo en que vivimos condiciona y en mucho no sólo cómo vivimos ahora, sino cómo podremos vivir en el futuro, en una vida de cambio creciente de valores (para bien y en mucho para mal), en estructuras humanas, medios materiales y presiones sociales. Situando nuestras reflexiones en este contexto, podremos llegar a conclusiones que permitan la integridad empresa-familia. No compondremos el mundo, pero en algo podremos modificar, para mejorar, esas realidades que no pueden ser antagónicas, de vida empresarial y vida familiar, al menos en nuestro entorno familiar y profesional.
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