Aborto y el derrumbe de una farsa jurídica: Roe vs. Wade

La discusión sobre el aborto, ahora, estará más fuerte que nunca, y habrá que estar listos para defender el derecho primigenio a la vida de cada persona, nacida o nonata, sin excepciones, que no puede haberlas.



El supuesto derecho al aborto en Estados Unidos fue producto de una decisión de la Corte Suprema de ese país en 1973, la demanda de una mujer llamada Norma McCorvey, en contra de un fiscal de distrito texano, Henry Wade. En esa demanda, la actora se presentó bajo un nombre ficticio: Jane Roe. Esta mujer se había prestado a una farsa, para tiempo después arrepentirse y abogar en contra de dicha decisión de la Corte, de la que ella misma fue protagonista. Desde el año 2000 hasta 2005 trabajó para que se cambiara la decisión de la Corte Suprema, sin conseguirlo.

Pero ¿quién era Norma McCorvey? Era una abogada que trabajaba para clínicas abortistas que, en 1995, ya arrepentida, se convirtió en ferviente católica. En una ocasión, Norma declaró que: “En realidad nunca entendí qué significaba la palabra aborto. Debo confesarlo. Me sentía avergonzada desde hacía años. Bebía mucho. Hice todo lo que se podía hacer para suprimir todo lo que me recordara eso”. En otro momento dijo que las personas que defienden el aborto: “Deberían considerar lo dañina que es la idea de hacer daño al propio hijo”. Nunca estuvo ella misma embarazada, simplemente estaba defendiendo el negocio del aborto, una industria que ha dejado mucho dinero a sus propietarios.

Al abrogar la Suprema Corte aquella sentencia de hace casi 50 años, restableció la letra y espíritu de la Constitución Federal, en especial respecto a la llamada 14ª enmienda. Como dijo el juez ponente, Samuel Alito: “La Constitución no hace ninguna referencia al aborto”. Afirmó este Juez que en la Carta Magna de Estados Unidos hay derechos “profundamente arraigados en la historia y tradición” o son “implícitos en el concepto de libertad exigida”, pero que: “el derecho al aborto no entra dentro de esta categoría”.

Esta decisión ha provocado, desde que se filtró la ponencia que se discutió apenas hace unos días, el viernes 24 de junio, enormes discusiones y enfrentamientos verbales entre los partidarios del derecho a la vida desde la concepción y los que alegan que la mujer tiene “derecho” sobre su cuerpo y decidir sobre él. Estas discusiones van por un camino de nunca acabar. Y es y será así porque la Corte ha dejado en libertad constitucional federal a cada Estado de la Unión a legislar sobre el tema del aborto: a permitirlo de una forma u otra, o a impedirlo completa o parcialmente.

Las personas de los pañuelos verdes, las que exigen que la mujer pueda abortar según su deseo, están furiosas, pero no pueden, ni podrán demostrar que la sentencia que abroga la de Roe vs Wade no está respaldada por la Constitución en su 14ª enmienda. Los defensores de la vida están muy felices, pero esa felicidad tendrá efectos estatales, por las decisiones de cada estado de la Unión Americana para prohibir o permitir legalmente el aborto. De inmediato varios gobernadores firmaron la prohibición del aborto.

Considero esencial discutir el tema bajo una óptica completamente cierta, pero que no siempre se presenta o reconoce así: abortar es matar una persona humana nonata, indefensa y con derecho a la vida. Mientras se utilice el término aborto, o el de “interrupción del embarazo”, así simplemente, se oculta la verdad del asesinato de un ser humano, un individuo de la raza humana. Muchas personas pensarán que sí, que la mujer embarazada, esa que desde ese momento ya es madre de una persona en desarrollo en su vientre, tiene derecho a abortar, sin precisar que el lenguaje correcto es decir que tiene el presunto derecho a “decidir” matar a otro ser humano.

La verdad es que todos los argumentos a favor del aborto son simplistas y no resisten su análisis más simple. Pero los proabortistas nunca acceden a discutirlo seriamente, pierden las discusiones si se logra reflexionarlo. Por esa razón, las defensas del aborto son afirmaciones absolutas que no quieren poner ya no digamos en duda, sino ni siquiera a debate. Y cuando sí debaten insisten en afirmar sin demostrar que pudieran tener razón, en debate se convierte en razones provida contra insultos de proaborto.

Personas que defienden el aborto simplemente porque no les parece mal, están en el mismo caso de Norma, cuando declaró eso de que “en realidad nunca entendí qué significaba la palabra aborto.” Por eso hay que insistir antes esas personas que simplistamente dicen que la mujer sí tiene derecho sobre su cuerpo y vida, y por tanto a abortar, que se trata siempre de matar a una persona humana en su vientre.

Esta nueva decisión de la Suprema Corte americana, ya no tiene vuelta, y las discusiones, o muchas veces pleitos, agresiones y hasta amenazas de los proabortistas contra los defensores de la vida se van a reavivar. Los proabortistas llegan en muchas ocasiones no solo a las agresiones verbales, sino físicas a los defensores de la vida, inclusive hasta el asesinato. Algo opuesto a las reglas del juego de las personas provida, que recurren a medios judiciales, intentos de convencimiento y, por supuesto, a la oración. Esto último horroriza a las empresas abortistas, y lo han combatido como pueden, para que los creyentes no recen afuera de sus instalaciones.

La discusión sobre el aborto, ahora, estará más fuerte que nunca, y habrá que estar listos para defender el derecho primigenio a la vida de cada persona, nacida o nonata, sin excepciones, que no puede haberlas. La andanada de agresiones, amenazas y ataques de todo tipo de los proabortistas, estarán más fuertes que nunca, en los Estados Unidos, y por reflejo social, en muchos otros países. Habrá que ser firmes, prudentes, bien informados, y hábiles para discutir, porque habrá que discutir. Y por supuesto, orar para confiar en la asistencia del Señor.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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