No debemos dudar en la casilla: nuestro voto.
Faltan pocos días, pocas horas, para que los ciudadanos decidamos el futuro de nuestro país. No se trata, lamentablemente, de elegir entre un futuro luminoso y otro obscuro y ominoso. Se trata de elegir entre este último y un futuro con claro-obscuros. Uno, el obscuro, el salto hacia atrás que resume lo peor del PRI en la historia, está representado por “ya sabes quién”. El otro, ofrecido por un joven talentoso, con auténtica visión de Estado, está encabezado por Ricardo Anaya Cortés.
Yo sé que hay muchos panistas, de viejo cuño, heridos por el proceso a través del cual se dio la candidatura presidencial de Ricardo Anaya. Muchos hubiéramos querido que el PAN hubiera decidido, como era su sana costumbre, entre dos o más candidatos, y de que de esa contienda hubiera salido quien enarbolara los Principios de Acción Nacional. Yo entiendo -porque yo mismo hubiera preferido que así fuera- a los panistas que hubieran preferido que el PAN se presentara solo en la contienda electoral. Pienso, también, que teníamos más probabilidades de triunfar sin los compañeros de viaje que han resultado, según mi opinión, un verdadero lastre.
Sin embargo, un deber moral y político, mayor que nuestras frustraciones y deseos, se impone de cara a la decisión que debemos tomar este 1° de julio. No debemos dudar en la casilla: nuestro voto, si queremos que México no pierda la oportunidad de tener un futuro mejor, debe ser por Ricardo Anaya. Para los demás puestos, también debemos votar por Acción Nacional.
Sin embargo hoy, como nunca antes, debemos ser cuidadosos al momento de votar. Es nuestro deber discriminar entre los partidos (del Frente) y los candidatos. Debemos votar PAN, ahí en donde exista un panista. No vayamos, como en la CDMX, a votar PAN, creyendo que el voto cuenta para el PAN, pero en realidad va a favor de la impresentable Alejandra Barrales. Yo recomiendo, en este caso (habrá casos similares en todo el país), votar por Mikel Arriola porque no es priista de verdad. De hecho, parece más panista, por sus principios y valores personales, que algunos sedicentes panistas que yo conozco.
También hay algunos panistas que están en la boleta y que no merecen ser votados. Me refiero, por ejemplo, a dos candidatos postulados por el Comité Estatal del PAN (se apellidan Gallardo) en San Luis Potosí, pero que no representan sus principios, según los propios panistas potosinos.
En todo caso, hay que votar por todos los candidatos auténticamente panistas; los militantes panistas saben quién es quién. Empero, para evitar confusiones, se recomienda consultar a las personas mejor informadas del estado o del municipio de que se trate.
¿Y a los no panistas? Y a los simpatizantes, ¿qué se les puede decir? A ellos les pido, respetuosamente, que no decidan por el PAN en sí mismo. Este Partido es sólo un instrumento para salvar a México. Está muy deteriorado, es cierto, pero es lo único que tenemos. Ya nos encargaremos, los panistas, de enderezarlo. Por último, a los que tengan la tentación de votar por Meade, les suplico, por el Bien Común de México, que piensen detenidamente antes de decidir. No vayan a desperdiciar un voto que puede ser la diferencia, entre un México todavía viable, y un país fracasado. Todos los venezolanos que he tenido la oportunidad de conocer en Venezuela y en México, en calidad de refugiados, dicen lo mismo y nos advierten: NOSOTROS PENSAMOS QUE NUNCA NOS IBA A PASAR UNA COSA ASÍ. La historia actual nos demuestra que ningún país democrático está blindado contra el populismo socialista.
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