Yo no llego, pero tú, tampoco

Puede deducirse la celebración de un pacto, acuerdo, consenso, estrategia o convenio entre el PRI y Morena, sabedores de que Meade Kuribreña no ganará ni ocupará Los Pinos…


Golpe a Anaya


No siempre

La bandeja de entrada se ve repleta de inquietudes de mis adorables lectoras y gentiles lectores. El tema es el mismo: Un nuevo golpe asestado a la candidatura de Ricardo Anaya.

No siempre coincidimos con el admirado maestro Diego Fernández de Cevallos, pero el escribano, en esta oportunidad, converge a plenitud con el diagnóstico: la cultura del sospechosismo y el amplio manto de las dudas, se enfilan nuevamente contra el candidato Anaya.

 

Varios vértices

Para quienes somos legos en los temas de espionaje y contraespionaje, al más puro estilo de “El Santo y Blue Demon contra las Momias de Guanajuato”, y no vemos nada más allá de la creatividad de Ian Fleming y su 007, es evidente que en este asunto contra Anaya, aparece un fuerte aroma a la familia de los Felidae con un Felis Catus enclaustrado. O sea, al escribano le parece que en esto, hay “Gato encerrado”. Y aparecen varias líneas de investigación, en expresión del profe Murillo Karam.

1. De entrada, la opinión pública –con lo que el terminajo quiera decir- ya dio cuenta con una intentona de usar las instituciones del Estado, personificadas por la PGR en contra de Ricardo Anaya. Se ha tratado, inútilmente, de echarle tierra al asunto, pero a la hora de las precisiones, las aclaraciones dejaron más preguntas que respuestas.

2. El escribano recuerda el cruce de guante –así se hacía en el medioevo para retar a duelo a alguien- que en pleno leporino le puso el panista al gobierno federal, cuando colocando sus manos en posición de sometimiento, para que le fueran colocadas las “esposas” (no se trata de las cónyuges de algún funcionario, sino de los grilletes de acero que se colocan en las manos a quien es aprehendido), palabras más, palabras menos, dijo: El CISEN –Centro de Inteligencia de México- me sigue todo el tiempo y saben dónde ando; la Secretaría de Gobernación sabe también, le damos copia de la agenda de campaña; y el SAT –Servicio de Administración Tributaria- también saben dónde ando… “¡qué vengan por mí… aquí estoy!”

3. También es evidente que el candidato del oficialismo no repunta y se ve difícil que lo haga en los días que le restan a la campaña. El dato reviste un interés particular, porque si la misma tendencia continúa, la debacle para el partido oficial –el PRI- será de pronóstico reservado. Por eso, algunos analistas domésticos ya hablan de la importancia y urgencia de su refundación.

4. Vale adicionar a este escenario, la declaración de Anaya: no buscará venganza, pero sí justicia…que en buen romance reitera por enésima vez, lo que el candidato ha señalado. Si llegara a existir algún probable delito, podría llevar a juicio a Peña Nieto.

5. Esto tiene dos vertientes más: una, la que pondría en jaque al sistema presidencialista al colocar en entredicho judicial a un ex mandatario, tal y como se ha hecho en otros países con el tema de Odebretch, y por otra parte, si Anaya es presidente de México, por gravedad, se destapará toda la cloaca del vetusto sistema político mexicano. En ambos extremos, el riesgo y el costo político para el PRI resulta excesivo.

6. A manera de profilaxis política: si el beneficio buscado –a manera de mal menor para el sistema- radica en la urgente necesidad de descarrilar a Anaya “a como dé lugar”, la fórmula que no resulta tan descabellada, de acuerdo con algunos analistas, se encuentra en suscribir un pacto con el dueño de Morena, para evitar una catástrofe mayor, con el compromiso de que no haya cacería de brujas.

7. En abono, uno de mis profundos lecto-pensadores, sostiene que, como el “gran tlatoani” ha reiterado que no perseguirá al presidente Peña, que quedarán “perdonados” todos aquellos que cometieron delitos, siempre y cuando lo apoyen; que la desbandada de priístas autodenominados “la marea roja” siguen adhiriéndose a Morena, ergo, puede deducirse la celebración de un pacto, acuerdo, consenso, estrategia o convenio entre el PRI y Morena, sabedores de que Meade Kuribreña no ganará ni ocupará Los Pinos…pero, si él no va, tampoco Anaya. Tiene su lógica, ¿no?

 

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