Un presidente que un día dijo estar contra la mafia del poder, hoy parece pertenecer a esta.
Aclaración lingüística
Aunque todas y todos somos de “el pueblo sabio”, mis hermosísimas lectoras y aguerridos lectores sostienen que hay unos más sabios que otros o como el vox populi reza –aunque López Obrador se niegue a sostener en sus conferencias mañaneras que “es la voz de Dios”, porque evidentemente no cree en Él, a pesar de ser fan de dos curas que aparecen en el logo de su gobierno– aparte de sabio y bueno, una buena parte del pueblo resulta bastante gandalla –en su acepción catalana de bribonería, RAE 2001– en términos reales.
Ante tanta insistencia
Don Andrés se ha caracterizado, en unas cuantas semanas como gobernante, como el personaje que criticó y, critica con acidez, acritud e ironía perezosa a todo lo que para él significa “la mafia del poder”, para acabar actuando de la misma manera y en los mismos términos, aunque los nombres –obvio– cambien.
Pero ha sido la insistencia que, cada crítica del mandatario prácticamente, encuentra su símil en modelos del pasado.
El presidente mexicano se erigió como uno de los críticos más severos de Enrique Peña Nieto, no solo por el tema de la Casa Blanca, sino también, porque el Grupo HIGA se constituyó como el equipo de constructores predilecto y favorito del ex presidente.
Baste recordar que Hinojosa Cantú se convirtió en centro del huracán por esa relación en extremo estrecha con Peña Nieto. Forbes, en un reportaje relacionado con los llamados Panama Papers, (https://www.forbes.com.mx ) decía que “Hinojosa Cantú, dueño de Grupo Higa, oculta 100 mdd: Panama Papers. Hinojosa Cantú buscó mover más de 100 mdd en una red financiera a través de diversos países, luego de que se diera a conocer la investigación sobre la llamada “Casa Blanca”.
Eso detonó un alud de denuncias públicas y memes en las redes sociales en tal magnitud que en términos reales, erosionó fuerte la credibilidad del presidente Peña, haciendo guiñapos su popularidad (hasta nuestros días), entregando a los amlovers una bandera que todavía da para un rato largo, como punta de lanza, para que todo en México se resuelva, acabando con la corrupción.
A imagen y semejanza
Como mi santa agüe decía: “Ahora resulta…” que el crítico de siempre cae en la misma incongruencia, cuando se destapa su relación cercanísima con su constructor favorito: José María Riobóo.
Según se presenta (https://www.nacion321.com/elecciones) “El exitoso ingeniero tuvo relación con el Gobierno de la Ciudad de México, bajo el mando de Andrés Manuel López Obrador, a través de cuatro adjudicaciones directas, de 2002 a 2005, por un monto de 171 millones de pesos. Las adjudicaciones formaron parte del Fideicomiso para el Mejoramiento de las Vías de Comunicación del Distrito Federal (Fimevic), creado para el desarrollo y construcción del Segundo Piso del Anillo Periférico, del Viaducto y de otros proyectos viales”.
El sospechosismo cae fuerte sobre esa extraña cercanía del actual presidente con su constructor predilecto.
Sin embargo, en la perspectiva de los comentócratas parece trazarse un camino más interesante. Para el mandatario mexica, así parece, no es suficiente con la abrumadora mayoría en el Congreso de la Unión, a fin de que le validen y aprueben cualquier cosa que se le ocurra –el tren, el presupuesto, los sueldos y salarios, la refinería o el respaldo a Maduro– peor, ahora, va “por todas las canicas”: La conquista y abordaje del Poder Judicial, mediante la propuesta de nuevos ministros en la Suprema Corte.
El talante
El staff del periódico Reforma, reproducido por http://www.especialistas.com.mx, destaca varios comentarios interesantes, entre ellos, los del panista Damián Zepeda, que alerta a la comunidad: Yasmín Esquivel Mossa, actual presidenta del Tribunal de lo Contencioso Administrativo, fue propuesta por el presidente López a ministra de la Corte en sustitución de Margarita Luna Ramos.
El tema no es menor, pues se trata de Yasmín Esquivel, esposa de José María Riobóo, el “príncipe con suerte” del sexenio. La otra propuesta presidencial es Loretta Ortíz Ahlf, exdiputada de MORENA y esposa del maestro Ortíz Pinchetti, asesor para la redacción de la Cartilla Moral del gobierno.
Es claro. Yasmín no es su sobrina, porque eso quiere decir la palabra “nepote”, de donde se deriva “nepotismo”. Pero la propuesta tiene aromas de conquista y apoderamiento del otro poder republicano. Si estas propuestas del mandatario prosperan, igual que en Venezuela, cualquier controversia constitucional debida a sus ocurrencias, caerá por tierra. Al tiempo.
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