Se trata de entender que los bebés y las madres recién paridas mueren en los hospitales porque no hay medicamentos, y porque los médicos carecen tanto del instrumental como de las medidas higiénicas.
Olvido
Con el tema de los debates en casa, las ocurrencias del veterotestamentario candidato y los chistes negros de ‘El Bronco’, se nos ha olvidado involuntariamente, lo que está pasando en Venezuela.
Nuestras hermosísimas lectoras y valientes lectores insisten en un punto que al escribano le parece insoslayable: No es posible abandonar a su suerte a nuestros hermanos de aquel país entrañable.
Desde siempre, este amanuense ha insistido en las graves dificultades que el insistente caudillo bananero, hijo adoptivo de Chávez, ha traído para aquel país.
De todo un poco
No es solo la crisis dramática que se vive allá en el terreno político. Es la combinación apabullante que campea de la militarización a la represión; las cosas van de la amenaza a quienes se atreven a oponerse a las ocurrencias del dictador Maduro, a la privación de la libertad sin el más leve respeto al estado de derecho.
Las cosas en el país hermano –así de genérica la observación del escribano- han sobre pasado los diferendos en la arena política y el campo electoral. Se trata ahora, de la grave crisis humanitaria en la que viven los venezolanos, y que ha sido documentada en múltiples videos, mensajes de whats app y llamadas lastimosas en el face book.
Es la rabia contenido cuando puede apreciarse a familias enteras escudriñando en las bolsas de basura para encontrar –si se tiene la suficiente suerte- algo –lo que sea- para llevarse a la boca.
Es entender que la incompetencia y la necedad de demostrar que el modelo socialista bolivariano ha llevado a un país que, literalmente, nada en petróleo, a vivir uno de los momentos más miserables y llenos de pobreza en su historia.
Se trata de entender que los bebés y las madres recién paridas mueren en los hospitales porque no hay medicamentos, y porque los médicos carecen tanto del instrumental como de las medidas higiénicas y el equipamiento apropiado para salvar la vida de sus pacientes.
Hoy, nuestros hermanos en Venezuela ubican ya, con total precisión, lo que es y el cómo se vive en el paraíso del proletariado en el que alguna vez creyeron, porque el comandante Chávez tenía la total credibilidad del pueblo. Quienes levantaban la voz en contra, eran tachados –pregúntese a Kapriles y a Tintori- de espías pagados “por el imperialismo yanqui”, y por la misma razón , encerrados en la cárcel mediante juicios sumarísimos que tenían y siguen teniendo tintes de ejecución.
¿Ganó Maduro?
¿Qué tanto puede ser afirmativa la respuesta? Es difícil, en especial por el grado brutal de abstencionismo que reinó durante los comicios venezolanos. ¿Ganó la contienda, quien ahora amenaza a los empleados de gobierno que no fueron a votar, con dejarlos sin trabajo?
Y en el poco probable caso de que en efecto, Maduro haya ganado la elección, el tema de la legitimidad de su gobierno seguirá quedando en entredicho.
El dictador salió exultante a declarar su triunfo, una plaza media llena vitoreaba y aplaudía con cierta abulia.
Qué se dice afuera
Por lo pronto, la calificador Fitch Ratings sostiene que al ganar Maduro la elección, persistirán las parálisis política, la crisis económica, y el escribano agrega, la terrible crisis humanitaria. La mejor expresión, la voz más elocuente fue la del abstencionismo.
Para desgracia de nuestros hermanos, subsistirá una hiperinflación galopante; la producción petrolera continuará a la baja; la moratoria en el pago de la deuda seguirá en la misma línea de no pago efectivo.
Diversos organismos internacionales calificaron la elección como “un fraude”, y ese ambiente, retrasará aún más la reestructuración del país hermano.
Un día después del discutible triunfo de Maduro, desde México seguimos rezando por ellos…y también por nosotros.
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com
