El gobierno entrante se está caracterizando por una serie de ocurrencias que generan confusión e incertidumbre.
Este amanuense lo ha dejado en firme en más de un par de ocasiones: Eventualmente, da la impresión de que el gobierno entrante se brinca con una facilidad pasmosa, la ley, la Constitución, las formas y las indispensables y elementales técnicas de dirigir, para hacer que la realidad, se apegue y circunscriba a las promesas de campaña.
La sensación es de un make up político irresistible para la nueva clase gobernante, que aún no paladea, a plenitud, los placeres y deleites de la nueva mafia del poder fifí.
Las ocurrencias transitan de la gazmoñería a lo indecible; de los impresentable a lo indefendible, al grado de confusión entre la grandeza, con lo grandote.
Los problemas de Tepito pueden esperar para mejor ocasión; la inseguridad y la crispación en la que viven los mexicanos en la ciudad capital –con y sin caravanas– pasará, como noticia, a interiores. Todo eso va ya en segundo plano. Lo importante para la doctora Sheimbaum es que la ciudad, ya tiene nuevo logo, nueva imagen institucional “…que definirá en el camino un nuevo modelo de gobierno en la Ciudad de México” (sic) Obvio, el logo también surgió de una “consulta”.
NUEVO MODELO: ¿HACIA DÓNDE?
¿Qué se pretende…cuál es la intención, la dirección, el rumbo y el destino de todo este galimatías convertido en “nuevo proyecto de nación”? Al escribano le parece que quien ha generado una respuesta contundente, definida y definitoria, es mi admirado Federico Reyes Heroles. En su columna –https://www.excelsior.com.mx/opinión/Desnudos- el maestro plantea varios argumentos que conviene compartir y reflexionar.
Por supuesto que existe una dicotomía en el ejercicio del poder. De inicio, porque quien gobierna ¿está obligado a depender de las opiniones populares? Desde luego que no, por la misma complejidad que la tarea exige; pero sí está irrenunciablemente sujeto, a escuchar la ciudadanía, para atender y corregir, no para fingir.
Por lo mismo, aquello consultable con los gobernados –para que se refleje el verdadero pensar y sentir comunitario– debe ser sometido a una metodología rigurosa, fiable comprobable y transparente como lo prevé el artículo 35 Constitucional. No a mano alzada, opaca, y con un terrible tufo “cuchareo” y manipulación como la que se hizo y la que se propone hacer en 10 preguntas. De hacerlo, como se hizo, cito a Federico: “El costo económico y político de esa farsa lo perseguirá mientras no corrija”.
CAPRICHITOS HABEMUS
Y escuchar a la ciudadanía, a las organizaciones intermedias de la sociedad civil, a los liderazgos de opinión, los académicos y los hombres de empresa, del trabajo, y aún de la oposición que contrapesa, es elemental para no ser, como destaca el columnista, “auto-engañados”, tanto por la ideología imperante como por aquellos que ya degustan las mieles del nuevo poder económico y político.
Ciertamente, coincidimos con el maestro, primero se escucha, se reflexiona, se observa y se documentan las investigaciones, para luego tomar la decisión a plenitud de responsabilidades. ¿O se trata de institucionalizar el engaño y la simulación? Ahí está el trenecito.
Cierto. Son las renuncias de altos funcionarios jamás escuchados, de miles de empleados de gobierno que difícilmente pasarán una “feliz navidad”, sin empleo; es callar la depredación ecológica provocada por los caprichos; es taponear al Banco de México… los demás argumentos contra la corrupción; los que reiteran su devoción a la nueva “constitución moral”, los argumentos como los de María Elena Morena o Isabel Miranda de Wallace, esos no se oyen, menos aún, se escuchan.
EL OTRO ESCÁNDALO.
Jorge Monroy, en su columna de El Economista (20-11-2018) dio a conocer que 500 intelectuales, hombres y mujeres de empresa, activistas y líderes sociales, calificaron la idea de la “Guardia Nacional” como una falsa salida a la crisis de inseguridad. Al momento, nadie los ha escuchado.
El tema es verdaderamente serio, de acuerdo con lo que nos indican nuestras hermosas lectoras y gentiles lectores, porque la pretensión es modificar la Constitución con este propósito.
Como se señala en el documento –http://causaencomun.org.mx– el mandatario electo se cansó de denostar a las fuerzas armadas por su desgaste e incompetencia frente al crimen. Como nadie ha escuchado, viene la militarización del país, con un mando único y centralizado, para que su jefe supremo haga cuanto le plazca. Adiós al espíritu republicano del Constituyente. El asunto es grave, porque el presidente electo, sigue hablando en campaña y solo a sus simpatizantes…igual que en Venezuela. Qué pena.
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