Todo es realidades virtuales en el imaginario de la federación.
¡Disiento!
Después de unas horas de escuchar el festival de la felicidad de los mexicanos, es imposible hacer a un lado las reflexiones que llegan de todas partes y en todas las tonalidades.
Este escribano, lo mismo que muchas de las bellísimas lectoras y amables lectores, coincidimos con distintos puntos planteados por Luis Carlos Ugalde en su columna (https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/luis-carlos-ugalde).
Claro que es plausible el afán presidencial de acabar con la corrupción y la impunidad. Es su bandera central y su discursiva insignia. El tema de fondo está centrado en los procedimientos empleados, la legalidad de las formas y las acciones consecuentes derivadas de los mecanismos empleados.
¿De veras?
El presidente asegura que todos los recursos que entrega el gobierno llegan a los beneficiarios “sin intermediarios”, moches, clientelismo y corrupción. Pregunta: ¿Por qué entonces muchas personas que gentilmente nos siguen –empadronados desde diciembre del 2018– aún no reciben los apoyos ofrecidos? La pregunta obliga: las cantidades de dinero destinadas, ¿en dónde están?, ¿se pierden en la enorme pirámide burocrática?
Se vale el planteamiento, porque en las oficinas de la Secretaría del Bienestar, federales y/o estatales, nadie contesta los teléfonos. Y al acudir en forma personal, nadie es capaz de dar la más elemental información.
¿Es en serio el ahorro de 500 mil millones de pesos? ¿En qué rubros, dónde se encuentran las economías? ¿A qué se destinará el recurso? La respuesta es fácil: para los programas sociales, con cualquier cosa que esto signifique.
¿No está saliendo más cara la instrumentación de la austeridad al dejar sin medicamentos, sin estancias infantiles, sin quirófanos, sin médicos, sin libros de texto a quienes los necesitan?
Como dice Luis Carlos Ugalde: no hay un plan de navegación. Tampoco señales serias de compromiso. Todo es realidades virtuales en el imaginario de la federación. Asegurar que ya hay un pleno Estado de Derecho y que se terminó con el huachicol, la corrupción y la impunidad, no solo es temerario, sino increíble su logro en nueve meses de la administración.
La terca realidad
Impunidad Cero –como lo cita Ugalde– precisa que la probabilidad de denunciar un delito es solo de 1.14 por ciento. A la inversa: la impunidad que padecemos es mayor al 98 por ciento.
México es el cuarto país con más impunidad en el mundo, de acuerdo con el estudio de la Universidad de las Américas en Puebla. y eso representa un mentís a la afirmación de que todos esos temas ya se resolvieron. Es dar por hecho, cosas inexistentes.
Si el presidente asegura que ya se acabó la corrupción, el índice de Transparencia Internacional debe ser una conclusión etílica, porque México tiene calificación de 28 sobre 100 y por ello, ocupamos el sitio 138 entre 180 países, como lo comparte Ugalde en su entrega. Empedrar con buenas intenciones
Sin duda se han instrumentado algunas cosas, pero el trecho y la travesía son extensos. Se asegura que se acabaron “los moches”, pero el 70 por ciento de la obra está adjudicado de manera directa. Y eso pone a pensar a cualquiera.
Una nota reciente en los diarios señala que el 50 por ciento de las afirmaciones presidenciales son erróneas e imprecisas. Las dos cosas. Y eso es grave, porque la idea es abandonar la imaginería burocrática. Lo demás, es parte de las veleidades de la 4T.
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