La otra parte de los agujeros en la estructura de Morena, se producen en el momento más inoportuno para su causa.
Profeta
Hace algunas lunas, este escribano indicó que, la verdadera esperanza de México -no la del presidente- era que con el correr de los meses, podría presentarse un verdadero galimatías, patadas por abajo y por encima de la mesa; zapatazos, jalones de oreja y piquetes de ojos, metidas de pie y pellizcos de nalga entre los morenistas, a causa del poder, el agandalle de posiciones y el reparto de utilidades.
La profecía digital no estaba tan alejada de la realidad, no obstante, las voces que presentaban a Morena como un equipo monolítico, ordenado, libre, tenaz, obediente y disciplinado. El tiempo le permite al escribano espetar: “¡Chín… se los dije!”
Primero fueron las candidaturas a todo lo imaginable. Los cargos a “servidores de la nación”, las alcaldías, los concejales, los repartidores de dinero, los organizadores de la raza de bronce, escoletas y choferes, legisladores, senadores, secretarios y subsecretarios y hasta chalanes, constituyeron el primer botín a repartir; todo con un saborcito a venganza contra los adversarios, neoliberales, fifís y conservadores.
Luego vendrían las coordinaciones y las presidencias de comisiones, direcciones generales y subdirecciones, se contara o no, con perfil, experiencia o elementales conocimientos acreditados ante el INEA.
Déjà vu
Con eso de que ahora vamos a celebrar la “resurrección del presidente Juárez”, lo demás, causa poca extrañeza.
Evidentemente, el dedito presidencial puede acabar con pleitos, inconformidades y sinsabores, pero de que va a correr sangre, va a correr.
En la parte alta de la novena entrada, por el jardín izquierdo, apareció la candidatura de Mario Delgado a la dirigencia nacional de los morenos. Pero no va solo, porque doña Xóchitl, más conocida como Yeidkol Polevnsky -quién, por cierto, se ve requetebién después de la vulcanizada que se hizo- quiere dirigir al partido hasta la sexta o séptima transformadera. Y desde luego, quiere seguirle.
El problema, tanto para Mario como para Yeidkol, es que Bertha Luján, quien cuenta con buenos niveles de popularidad entre las bases morenas, ante los gritos y sombrerazos que todo mundo observa, también quiere dirigir al partido.
Las diferencias se ahondan
Estos escenarios iniciales, revelan varias fisuras importantes en lo que se creyó inexpugnable. No hay tal.
La otra parte de los agujeros en la estructura de Morena, se producen en el momento más inoportuno para su causa.
Por una parte, el tema de la ampliación del Bonillazo Team, fracturó a las huestes de Ricardo Monreal; pero, en adición, la sucesión de Martí Batres en el Senado, provoca ya, una cantidad de golpes bajos de todos los tamaños. Seguro, saldrán chispas, rayos y centellas a imagen y semejanza de Tlahuelilpan.
Dicho en otros términos: ya aparecieron los peleadores callejeros profesionales, que todos creíamos que el liderazgo del presidente se iban a cohesionar y a tener un trato de abrazo y no balazos”, pero no, no es así.
Este escribano sugiere a sus bellísimas lectoras y amables lectores que, no se pierdan el siguiente capítulo de la novela Los morenos también lloran. Al tiempo.
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