En el caso del Coneval, ni un solo argumento relacionado con la calidad y eficiencia en los resultados de la gente que huyó antes de que la renunciaran.
A mano alzada
Es curiosísimo lo que pasa en México en estas fechas, a escasos siete meses de la nueva administración –perdón, el escribano quiso decir, de los nuevos inquilinos de Palacio Nacional– porque todo se erige o se destruye; todo se crea o se transforma, de acuerdo con el voluntarismo presidencial o, cuando quiere verse muy demócrata, a mano alzada se define cualquier cosa.
La nota recogida por El Heraldo de México es elocuente y confiere valor probatorio pleno a la afirmación del escribano. Bueno, así es como dicen los abogados, gremio bastante vilipendiado por la 4T.
En efecto, como eso de las estadísticas, la probabilística, las matemáticas y la tecnología, son cosas que no se le dan al mandatario –que tiene muchas cualidades, pero esa nada más no– en Zongolican, Veracruz, se produjo otro milagro a mano alzada: desconocer al Coneval: “En honor a la verdad –la verdad que es revolucionaria, la mentira es reaccionaria; la verdad es cristiana, la mentira es del demonio– que levanten la mano los que saben qué es el Coneval”, preguntó”.
Teología mascupana
En principio, la homilía del tabasqueño dejó en claro dos conceptos que abonan a los estudios e investigaciones del cardenal Newman, de Benedicto XVI, de Karol Wojtila, de G. K. Chesterton, de san Alberto Magno y del Aquinatense: la verdad –cualquier cosa que el señor entienda por eso–, es “revolucionaria”, y la mentira es “reaccionaria”.
El aporte es relevante, porque implicará la modificación sustantiva del libro del Génesis, en virtud de que satanás –padre de la mentira– es un reaccionario fifí y probable militante del neoliberalismo. Hecho que se comprueba con el texto que señal que engañó –le mintió– a Eva.
Momentos inmediatos, el presidente López haría una encuesta a mano alzada: Levante la mano, dijo, los que sabe qué es el Coneval. Obvio, el pueblo bueno y sabio no contestó y puso cara de what!
Profundidades habemus
De aquí que, al ver la profundidad e intensidad con la que se cuestiona al pueblo bueno, este escribano también realizó una encuesta a mano alzada y a Whats App conectado, para realizar un estudio que permitiera identificar los saberes de nuestro amado y sabio pueblo. Las preguntas fueron abiertas y dirigidas a los que se dejaran interrogar. O sea, el tamaño no importa –de la encuesta– como sostiene mi adorada, filosofa y periodista Fernanda Familiar.
Las preguntas
1. Levanten la mano quienes sepan, ¿en qué parte de Veracruz está Zongolican? Como nadie contestó, se propone desaparecer del mapa a esa población desconocida.
2. Levanten la mano los ciudadanos que sepan cuántas habitaciones tiene el depa, bungalow, humilde refugio, tinas con agua calientita, terraza con jacuzzi y celular de los caros –como el que luce el joven llamado por los fifís, “el chocoflán”– en el espacio que ocupa ahora la familia del presidente López. ¡Claro! Como nadie sabe, que se regrese toda la familia a la colonia de sus orígenes, al fin y al cabo, que el pueblo bueno los protege, por lo que se reducirá el presupuesto por concepto de escoltas, convoyes, radiocomunicación, gasolina y combustibles varios. ¡Eso es pensar con austeridad revolucionaria!
3. Levanten la mano los que sepan quién es la persona favorita del presidente en el gabinete… Y no es Marcelo. Obvio. Solamente se recibieron “chismes, rumores e indicios”, pero nada en firme. En consecuencia, hay que desaparecer esos puestos y los deditos indicativos. Digo, para que haya piso parejo, sin influyentismos, tal y como se ha dicho en las mañaneras.
4. Levanten la mano los analistas, especialista, observadores, comentócratas, y expertisses varios, que sepan en dónde y de dónde saca el presidente las cosas, cuando asegura que él “tiene otros datos”. Como era de esperarse, tampoco nadie elevó su manita. Por eso, será necesario “expropiar por causas de utilidad pública” a todos esos intelectuales para que dejen de ser catastrofistas.
En el caso del Coneval, ni un solo argumento –como lo destacó el diputado Juan Carlos Romero Hicks- relacionado con la calidad y eficiencia en los resultados de la gente que huyó antes de que la renunciaran. La proclama más seria, consistió en acusarlo de que Gonzalo Hernández Licona, ganaba 220 mil pesos… Pero, como lo aclaró en seguida, el control sobre algunos medios, ya no se publicó la aclaración-respuesta. Con esta clase de preguntas, se puede descalificar a cualquiera. ¿Qué cosas no?
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