Orientación política de la Iglesia

¿La iglesia está coludida con la política?


Iglesia y Gobierno coludidos


¿Exclusión planeada?

Como observación minuciosa y debía a mis preciosérrimas lectoras, este escribano vio –como por quincuagésima ocasión– la grabación de la toma de protesta del presidente López Obrador. El benchmarking fue inevitable: ¡hasta Salinas invitó a varios líderes religiosos! Peña, Fox y Calderón también; pero en la ceremonia de investidura del mandatario envinado, no pudimos ver a ninguno; ni siquiera Franco Coppola como diplomático acreditado en México.

“¿Arriba Juárez?”, ¿Como dijese Juan Gabriel? Sin duda. La Iglesia, las iglesias y los eclesiásticos volverán a ser ciudadanos de tercera, a pesar de que el nuevo gobierno se precia de incluyente y tolerante. ¿Otra pifia de Olga Sánchez Cordero como responsable de gobernación, que también está lejos de la agenda del tabasqueño? Puede ser. Porque es necesario recordar que la tiznada indígena que le pusieron al mandatario, fue a no dudarlo, un acto religioso en donde el chamán o chamana, invocaron la protección y bendiciones de la Virgen de Guadalupe.

¿Semos o no semos?

La polvareda se levantó también, cuando a Cuauhtémoc Blanco, gobernador envinado del estado de Morelos, se le ocurrió organizar una misa en palacio de gobierno. El jacobinismo trasnochado se levantó en pleno, se rasgaron las vestiduras hasta enseñar sus miserias, para luego mentarle la madre al gobernador en el santo nombre del Benemérito.

Se puede ser todo lo laico que se desee, pero eso no implica un comportamiento antirreligioso, maniqueo y atentatorio contra los derechos humanos elementales, como el espacio fundamental para creer o dejar de hacerlo. Sin duda, a esos tales se les ha olvidado que el nuevo logo del gobierno de México admitió a dos clérigos entre los personajes que representan a la institución presidencial.

Al fondo:

En una espléndida entrega del maestro Josep Miró i Ardèvol (“La Iglesia ha de proclamar alto, claro y concreto, sus orientaciones morales en el ámbito político”,15 diciembre 2018) se desglosan varios argumentos interesantes.

1.- La Iglesia, los cristianos como pueblo, aprendieron de la hecatombe humana, moral y física de la Segunda Guerra Mundial que su voz y su acción, cada uno en el plano que le correspondía, debía hacerse presente en la orientación, la primera, y en la práctica, los segundos, sostiene Ardévol.

2.- Y el autor profundiza: “Si la Iglesia hubiera hablado no fuerte, sino con la discreción del que pretende no importunar el devenir del mundo, si no hubiera impulsado a los cristianos a la acción en el orden temporal, no con espíritu clerical, sino para construir un mundo mejor, difícilmente Europa se hubiera levantado de la postración”.

3.- El pensamiento, generado con bastante frecuencia, llega a considerar que la Iglesia “no debe meterse” en política, demostrando una escasa comprensión de la realidad, o incurriendo en una grave confusión. La razón es obvia: se confunde “la Política” con el “partidismo político”, con las pugnas a muerte por el poder mediante una imposición ideológica. Es decir, la parte más pobre de la concepción de Política.

4.- En consecuencia, “La Política” en su más elevado significado es la gestión necesaria para realizar el bien común; todos aquellos bienes que solo podemos obtener como sociedad mediante las instituciones: Los hospitales, las carreteras, las políticas públicas que favorecen a las familias, e inclusive, aquellos que se derivan de la acción comunitaria para beneficiar a un sector específico de la población, como el Seguro Popular o las pensiones, como las oportunidades para los minusválidos.
Por eso mismo, la justicia social, el bien ser y el bien común, constituyen parte sustantiva de las enseñanzas del magisterio de la Iglesia.

5.- A 50 años de la Gaudium et Spes, los laicos están llamados a trabajar lo más unidos posible al servicio del aquel hablar y actuar católico.

6.- Es necesario reiterar, que no se trata de un “partido católico”, porque la Iglesia de Jesucristo no puede quedar reducida a una facción política, destaca el pensador. Pero, tampoco basta –en las condiciones concretas de nuestro país– la acción de los cristianos aislados, reducidos a las cuatro paredes de una sacristía o esperando las directrices del clero. Esa labor y este actuar en Política, corresponde a los laicos católicos, porque se trata de una Alianza para el bien común.

Hace algún tiempo, alguien acuñó una frase genial: “Cuando callar es pecado”… Sigue vigente.

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