México corre el riesgo de entrar en una grave parálisis pues no existe voz que no sea la de Andrés Manuel López Obrador
¿Por qué?
La gentileza de mis gallardos lectores que, al igual que el escribano decidieron –como los valientes– seguir trabajando, nos expresaron su honda preocupación por las cosas que sigue haciendo y diciendo el ciudadano presidente.
De ocurrencia en ocurrencia, se genera la percepción de que no existen tales destellos de improvisación y folclorismo, sino que todo obedece a una estrategia claramente definida para encaminar al país hacia la hegemonía “progresista” que es el nuevo nombre del socialismo bolivariano que se intenta implantar en México.
Por eso los regresos a la utilización del carbón, a la omnipotencia del gobierno, que no del Estado. Por eso la acumulación de poder y la deconstrucción de los órganos autónomos que critican, evalúan e integran eficaces focos de alerta. El poder presidencial está en todo y lo sabe todo; lo decide todo y, como diría José Alfredo Jiménez, “su palabra es la ley” suprema.
Nada por encima de lo que quiere el presidente… nada contra lo que quiere el presidente… nada distinto al deseo presidencial que se desgrana en las mañanas. Y a quien se atreva a contrariarlo o contradecirlo, la respuesta siempre será la misma. Él tiene “otros datos”, todo lo demás es un complot orquestado por los adversarios neoliberales y fifís.
Por eso también, todo se paraliza. Desde los “convidados de piedra” (en expresión de la Revista Chilena de Literatura, Universidad de Chile https://www.jstor.org) del gabinete presidencial, hasta varios comunicadores más que no saben si reír, rezar o llorar, ante el desgrane siempre lento, tortuoso, escaso de ingenio y sesgado de las respuestas a las preguntas de la prensa.
Y como nadie está autorizado a declarar y, como le ha sucedido a Olga Sánchez Cordero, al secretario Durazo y a Carlos Urzúa, el ministro de Hacienda, el mazo presidencial se deja sentir y los calla, los minusvalúa, los corrige y los pone en evidencia ante el respetable. Solo la voz del mandatario tiene derecho de réplica. Los demás escuchan y obedecen.
Los golpes bajos
Hace unos días, el periodista Israel Alatorre (http://www.heraldoleon.mx) realizó una entrega formidable, que facilita la identificación de la parálisis que viene, en el marco de la ineficiencia, las arbitrariedades, las decisiones por encima y violatorias de la Constitución, además de inventar mecanismos que regresan a México al siglo XIX como en el tema del carbón, las ternas que son rechazadas y luego impuestas contra todo.
Sin medicamentos
Este escribano acaba de escuchar la entrevista de mi estimado Manuel Feregrino a Xóchitl Gálvez sobre los apagones que se avecinan y no habrá pastizales a los que culpar. Sin embargo, en estos momentos, los problemas para los gobernadores se vienen en cascada.
Diego Sinhué Rodríguez Vallejo, gobernador guanajuatense, quien le ha ganado la partida en “dos manos” al presidente macuspano, una con la compra de gasolina en Texas y la segunda, con la Feria alemana de Hannover que se realizará en la entidad, compartió la preocupación de varios de sus homólogos: Los recortes bestiales al presupuesto, hechos en el santo nombre de la “austeridad”, dejaron ya sin medicamentos a los pacientes de VIH SIDA.
El punto es en extremo delicado porque se trata de jugar y experimentar con la vida de seres humanos que requieren esos medicamentos con urgencia. Es un tema de vida o muerte, de derechos elementales de esos seres humanos. Un tema de crisis humanitaria. Por ello al escribano le extraña el rugir de los lobbies que ahora, como los mariachis, callaron.
El presidente no cumple. Se ofrecieron 180 millones de pesos para fondear el programa Prospera y –como los apoyos a la tercera edad– no acaban de llegar. El guanajuatense, por lo pronto, vuelve a sacarle punta a su lápiz para ver cómo surte de recursos y medicamentos a esos hermanos nuestros.
La cobija no alcanza
La pregunta es básica: ¿La austeridad propuesta por el presidente y el combate que dice hacerle a la corrupción, son más importantes que la vida de estos seres humanos con enfermedades terminales?
Ahora es Prospera, las estancias infantiles y el VIH. Obvio los gobiernos estatales carecen de recursos para afrontar el desafío. La parte incomprensible: el presidente todo lo quiere centralizar, federalizar los sistemas estatales de salud, y ser él quien defina la lista de los mexicanos que deben morir por falta de medicamentos y atención.
El presidente ya dejó entrever que es su deseo que los estados –aunque ya lo hacen– paguen los gastos de la Guardia Nacional. Al eliminar el FORTASEG a los municipios y dejar de enviar las participaciones federales, la cobertura de esos compromisos es punto menos que imposible.
De seguir así, la parálisis nacional, provocada por la 4T será inusitada. Al tiempo.
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