¿DÓNDE ESTÁ LO IMPORTANTE?
Durante su conferencia en la Universidad de Valencia, la doctora Adela Cortina destacó varios aspectos torales que mucho vale su lectura y comprensión por el tema central de esta entrega. La palabra ethos viene del griego y quiere decir “carácter”. Y así, nos estamos dando cuenta, poco a poco, que lo más importante para una sociedad es el carácter de las personas que la componen, el carácter de sus organizaciones, el carácter de un pueblo. De hecho, la filosofía, en su dimensión ética, desde el comienzo se fue ocupando de la forja del carácter, y sabemos que son importantes las leyes, que es importante la legalidad, pero que lo más importante para una sociedad es la forja del carácter de sus personas, de sus organizaciones y de su pueblo. Forjar el carácter es siempre una apuesta, y no una apuesta a corto plazo, sino a medio y largo plazo; las leyes pueden crearse e incumplirse, lo que realmente es una verdadera apuesta de futuro es la creación, la forja, de un buen carácter, de las personas, de las organizaciones y de los pueblos. Por eso, creo que es importante hablar de la ética de la ciudadanía. Y nuestro tema va a ser el del carácter del ciudadano, la ética de la ciudadanía, qué tipo de ciudadanos queremos forjarnos, en la sociedad chilena, en la sociedad española y en el conjunto de las sociedades, qué tipo de ciudadanos queremos ser.
Entre los campos de exterminio en varias partes del país y el asesinato de jóvenes católicos de la pastoral en Salamanca en Guanajuato, es indudable que se requiere hablar del carácter de las personas, las organizaciones y de las y los ciudadanos que conforman y dan identidad a nuestra nación.
Existen algunas costumbres estúpidas que se han convertido en “regla de oro” para muchos políticos sometidos, particularmente, a las tesis ideológicas de las izquierdas; de aquellas que van desde lo sonrosado hasta las más radicales, pasando por aquellos que piensan como Carlos Marx pero quieren vivir como Carlos Slim. En específico el tan traído y llevado “pueblo bueno y sabio” aludido constantemente por el oficialismo populista, lo que revela es la presencia de un pueblo sin “ethos”… sin carácter.
VARIOS SÍNTOMAS
En el tema de los hornos del Bienestar surge el punto medular para entender los mecanismos de sus narrativas. Cuando se destapa que el gobierno conocía la existencia, operación, producción y entregables de los centros de exterminio, se cumplió la primera regla del oficialismo populista: Como el “descubrimiento” fue en Jalisco, se volvió muy sencillo exculpar al gobierno y endosarle el tema a la mal llamada oposición. Más tarde, cuando se descubrieron hornos Bienestar en Chiapas, gobernado por Morena, el endoso se hizo a “perverso” de Calderón. El siguiente proceso consistió en “descalificar” y dudar de la veracidad de los restos humanos cremados, desde la atalaya senatorial de la estupidez, por la carencia de un letrero que dijese: “Este zapato fue utilizado por Juanito, un joven secuestrado”.
Y mientras que varios liderazgos sociales, religiosos, empresariales y estudiantiles demandan esclarecer los hechos, la estrategia totalmente palacio, consiste en darle la vuelta a la tragedia y, sucedió lo inevitable, bajó el número de homicidios y, mágicamente, se incrementó el registro de “desaparecidos” al que, por cierto, un buen porcentaje también los desaparecieron.
Desde hace 167 días de la era Sheinbaum se registran 13,777 reportes de personas desaparecidas, 6,816 no ha sido localizadas. Cada día, en promedio, desaparecen 41 personas. Mientras tanto, la efectividad gubernamental se convierte cada mañana en minutos a la defensiva y contra-ofensiva, porque las madres buscadoras han organizado una fuerte contra propaganda con dinero de algún adversario de los morenos.
ENTRE VELEIDADES Y TRAGEDIAS
En su columna del 17 de marzo, Raymundo Riva Palacio puso la lupa en ls datos oficiales porque los asesinatos de los hornos Bienestar no forman parte de la contabilidad oficial. Este escribano coincide con Riva Palacio: No se puede establecer de manera automática que las desapariciones sean homicidios dolosos. Pero tampoco se puede descartar. Hay razones objetivas para la sospecha.
Para propios y extraños un tema es claro: Se reclasifican los conceptos, se emplean eufemismos de todo tipo, se modifica la metodología, y, entonces, la tasa de desaparecidos y de homicidios por un acto de prestidigitación, baja milagrosamente. Y por ello, la impunidad es la reina de todas las narrativas oficiales. De acuerdo con las cifras de INEGI citadas por Riva Palacio, el 93 por ciento de delitos no se denunciaron o tampoco iniciaron una investigación de las fiscalías. Lo que significa que las autoridades guindas solo reportan el 7 por ciento de los delitos que se cometen en el país.
Ciertamente, la numeralia es traidora para la causa presidencial; pero igualmente preocupante es la ausencia de carácter de ciudadanos, organizaciones y liderazgos comunitarios.
Te puede interesar: De Auschwitz a los Hornos Bienestar
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com
Facebook: Yo Influyo