La relación entre los Estados Unidos y el Vaticano no han sido tersas. Hoy, desde la Vicepresidencia del país, los escenarios se abren para posibilitar un acercamiento a favor de la vida y la familia
DESDE EL ENFOQUE DE UN CONVERSO (1)
El reportaje del periodista Carmelo López-Arias le da un toque de color harto interesante a lo que sucede y se desprende de los cotarros políticos que rodean a Donald Trump. De inicio, porque J. D. Vance actual Vicepresidente norteamericano, es católico de buena cepa y en seguida, porque para este escribano, el cercamiento del político con SS Francisco, va mucho más lejos de buscar una relación aterciopelada con el Vaticano, en especial, por las ocurrencias y desavenencias que Trump ha manifestado sobre el tema de las familias migrantes.
Vance tuvo un espacio en el Desayuno Nacional Católico de Oración, y lo supo aprovechar… y bien. En el asador político, los temas de deportación de ilegales, el financiamiento hacia organizaciones asistenciales de caridad, pusieron los temas al rojo vivo.
El impacto fue brutal cuando el vicepresidente aludió a la Doctrina del Ordo Amoris –que dicho sea, significa la derivación de todo del amor según el concepto agustiniano (2)- provocando que el Papa Francisco formulara una crítica fuerte a las decisiones de Trump, recordando todo lo que el multimillonario había prometido en campaña.
EL ENTORNO DE LA NARRATIVA
Sin duda, para el escribano fue un mensaje de 30 minutos hecho con filigrana en el Centro de Congresos Walter E. Washington. Se acercó con inteligencia a los católicos, a todo el clero, a la jerarquía y al Papa. Un par de botones de muestra:
Vance recordó, que es un católico converso y que eso “le hace ser humilde” porque se precia ignorante de muchos temas, a la vez que reconoció que a muchos católicos no les resultan agradables “los conversos” Fue puntual al llevar a colación que algunas políticas de su gobierno gustarían a unos y a otros no. Pero lo fue también, al reivindicar la defensa de los militantes provida que estaban en la cárcel; o la protección de la libertad religiosa.
Habló de la “Vida Sacramental” como un “camino duro” contando su propia experiencia. Hicieron su aparición dos coyunturas de vida que lo dibujaron de cuerpo entero:
La primera de ellas, cuando el vicepresidente explicó que la mejor medida de la salud de un país no se centra en su Producto Interno Bruto o en el nivel de los índices bursátiles, sino en “la seguridad y la estabilidad de las familias“
Luego puntualizó un par de paradigmas: “La prosperidad –sostuvo- es un objetivo de la Administración Trump, pero la prosperidad es un medio para un fin, que es la protección de los no nacidos, el crecimiento de nuestros hijos, el bien y la santidad de nuestros matrimonios, el bien común de cada ciudadano”.
EL TOQUE DE HUMANISMO INTEGRAL
En ese sentido, desveló que la mayor alegría que recibió en noviembre pasado no fue la victoria electoral que les franqueaba la puerta de la Casa Blanca, sino la alegría que le dio su hijo de siete años al pedir ser bautizado.
Vance calificó el momento como “algo maravilloso”. Concluyó su discurso citando una Homilía de SS Francisco y luego se santiguó…. Es la fe desde otra atalaya.
Nadie se sorprendió, ni pidió la hoguera para Vance, nadie se rasgó las vestiduras en el holocausto del estado laico… Lo curioso es que en el país más laico, laico de todo el mundo, la divisa es “In God we trust”
(2) El ordo amoris es la ordenación que viene del amor y está llamada a crear más amor. El ser humano, al nacer, se ve inserto en una trama de vínculos, de ámbitos de vida entreverados amorosamente. Para promover el ordo amoris, el líder debe cultivar el corazón, que es el hogar de la afectividad y los sentimientos.
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