Hasta que el dinero los separe

COSAS VEREDES

Construir una trayectoria, una candidatura o un proyecto político en México –así de genérico- se ha convertido en una historia de traiciones, vendettas, trampas, hipocresías o ejercicio de incongruencias y doble moral, en especial, cuando los convocados adolecen de una sólida formación ética y valores superiores como la prudencia, la justicia, la fortaleza o la templanza.

Ciertamente, nadie puede afirmar que está exento o ser incapaz de incurrir en estas prácticas, porque la naturaleza caída del ser humano –suena simplista- pero, es así.

Por ello, el impacto de vivir y ejercitar la transversalidad de los valores y la visión ultraterrena de la vida del hombre, en expresión de la maestra Nélida Zaitegui, docente de Ética Política en la  Universidad de Valencia en España. 

HAY UNOS MÁS IGUALES QUE OTROS

Existen, sin embargo, algunas diferencias “de forma”, aun cuando el comportamiento es el mismo y las tonalidades fluctúan. Es el caso del sainete público que surgió entre Adán Augusto y Ricardo Monreal, solo a este pleito va mucho más lejos de la simple afirmación “…de que la perra es brava, hasta los de casa muerde”

La escena que presentaron ambos morenistas, refleja a plenitud, la visión, modus operandi, mecanismos de relación y lo ilimitado de sus barreras de contención para resolver los diferendos domésticos.

Es interesante, porque cuando su líder caudillesco aseguraba “no somos iguales”, abrió la puerta para que los electores pudiéramos visualizar hasta dónde pueden llegar los militantes y liderazgos de Morena.

Ciertamente, no es el primer caso ni será el último. 

LAS IMPLICACIONES

Y no lo será, precisamente, por las implicaciones que todo el pleito trae consigo. 

En principio, lo que todo ello significa refiere que los niveles mínimos de prudencia y los elevados índices de soberbia, se encuentran radicados en la estructura de poder económico y posición política que cada uno de los combatientes posee y aspira a lograr.

Es de dominio público el espacio que Adán Augusto ocupa en el corazón del macuspano. La relación es estrecha, abigarrada, con visos de querencia fuerte y arraigo desde siempre. Ahí radica su fortaleza. Por eso coordina su bancada y, con no pocos “asegunes”, también es cercano al cachorro de la familia que ahora dirige y determina el rumbo del movimiento, opacando la figura y la alharaca de Luisa María Alcalde, una especie de nerd de la izquierda romántica en la foto familiar.

Y del otro lado, la dinastía de los Monreal, caracterizada por la enorme capacidad de operación del líder mayoritario en San Lázaro, que así como le consiguió a Caty más de una docena de gasolineras en el terruño, ha sido enormemente eficaz para operar fino “más allá de lo imposible” al más puro estilo de una especie de “san Juditas” zacatecano en los bordes de las causas difíciles.

AL PENDIENTE

Ambos escenarios convergen en el mismo punto. No hay una concepción o visión política. Existe una correlación de fuerzas auspiciada por los intereses que garanticen el poderío económico y las más amplias posiciones de poder político. Por eso no importan los viajes en helicóptero privado o las grandes posesiones en ambos casos. Se trata de asumir para sí todo… o lo más que se pueda.

¿Hasta dónde van a llegar?… Sin duda, hasta que el dinero los separe.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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