Somos testigos de los días más sangrientos de la historia y en las marchas realizadas en más de una veintena de estados de la República, la afirmación fue la misma: el gobierno no ha demostrado ni ha cumplido lo ofrecido.
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Este escribano no es un gran fan de Pascal Beltrán del Río, pero en esta oportunidad el escribano reconoce que le asiste absoluta y totalmente la razón.
En su columna en Excelsior –recomendada por nuestras hermosísimas lectoras y amables lectores–, mi estimado Pascal desglosa 4 puntos que a este amanuense le resultan fundamentales para hacer un balance resultante de los aciertos y desaciertos de este gobierno.
Sin duda, estamos en presencia del uso, ejercicio y aplicación del poder político en su real dimensión y ocupación de espacios, tiempos y facultades, constitucionales o no. Con ese argumento aplicado, el mandatario elimina opositores, corrige y descalifica a sus leales, ignora y/o amenaza, minimiza o destruye la opinión de cualquiera que sea considerado adverso a él.
Por ello también es comprensible tener “otros datos”, porque él mide lo que quiere y con la metodología que desea y mejor se le acomoda. De ahí el espíritu permanentemente triunfalista y consuetudinariamente festivo. La algarabía supera todo.
Hormona mata neurona
Como bien señala Beltrán del Río, 30 millones de votantes optaron por el fin de la corrupción, resolver el problema gravísimo de seguridad en el país, y apostar por el crecimiento económico que, en este México, ha resultado una falacia.
Como hormona mata neurona, Raymundo Riva Palacio se asombraba de que, de acuerdo con la encuesta de El Financiero, dos terceras partes de los mexicanos aprueban la administración federal, a pesar de que hay más inseguridad, la corrupción solo se acaba en la retórica presidencial, y todo el mundo, menos el presidente, se da cuenta que, el anhelado crecimiento no se dará. Es decir, tres deseos que siguen siendo eso: meros deseos.
La aseveración en la revista Nexos, de Causa en común y Mexicanos contra la corrupción y la impunidad es, por decir lo menos alarmante: Igual que en administraciones anteriores, siguen los vicios, los excesos, las compras y contratos en lo oscurito, y como también denunciaron, empiezan a surgir las “empresas fantasma”.
Desmantelar: la regla nueva
El presidente se ha ocupado de desmantelar todo lo existente, empezando por el Sistema Nacional Anticorrupción y los órganos autónomos que pudieran constituir un contrapeso a su poder. El estancamiento es notorio.
Somos testigos de los días más sangrientos de la historia y en las marchas realizadas en más de una veintena de estados de la República, la afirmación fue la misma: el gobierno no ha demostrado ni ha cumplido lo ofrecido, con el consecuente festinamiento de la delincuencia organizada y desorganizada. Los diagnósticos, entre ellos en el tema de estrategias, es verdaderamente pobre y miope.
La Guardia Nacional, estrellita del mandatario, se debate entre la selección y los colores de su uniforme, andar correteando inmigrantes ilegales, vigilar retenes y albergues y cumplir, a cabalidad, el compromiso presidencial con Donald Trump. La efectividad, está en entredicho.
Decremento económico
El presidente sostiene que debido a los últimos 36 años de deficiencias neoliberales, no había crecimiento. Ofreció crecer al cuatro por ciento, en expansión promedio del dos por ciento anual. Es decir, viviríamos en Jauja para estos momentos.
Todos los pronósticos serios y fundamentados lo contradicen. Todos coinciden que, “si bien nos va”, será de 1%. No más. Es que el presidente, efectivamente, es impredecible, por su terrible analfabetismo tecnológico y financiero, en términos de Denisse Dresser. Señala a los “empresarios corruptos” y en seguida los contrata. Habla de no al influyentismo y coloniza los otros poderes republicanos.
En los momentos en los que este escribano está ocupado manufacturando esta columneja, el presidente también. Solo nos asaltan dos preguntas: Su “informe”, “comparecencia”, “ocurrencia retórica”, ¿tendrá algo que informar?
Y dos: ¿Hasta cuándo? Porque las marchas en su contra, crecen, se multiplican y se consolidan en una sola idea fuerza: Los venezolanos reaccionaron demasiado tarde… los mexicanos, no. Es decir, ¿los que votaron por lo que vemos hoy…¿votaron y fueron muy felices?
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