El naufragio de un sexenio

LA NOTA “AGUACHIRNADA”

Mi santa agüe acostumbraba regañar al suscrito cuando regar sus plantas resultaba excesivo. La maceta recibía mayor cantidad de agua que la necesaria y entonces, la expresión era que si la planta estaba “aguachirnada” podía echarse a perder y morir.

Si mi lingüística agüelita viviera, diría hoy que Dos Bocas, la refinería que no refina nada, está hoy “aguachirnada” con las primeras lluvias de la temporada.

La nota de la periodista Magali Juárez en >La Razón, es elocuente al capturar las afirmaciones de Julen Rementería, coordinador legislativo de las fuerzas vivas de Acción Nacional.

MIENTRAS HABLABA, DOS BOCAS SE AHOGABA

En efecto. Todo el desgastado rollo de la reforma energética, la incumplida promesa de la auto-llamada soberanía energética y cada uno de los simbolismos retóricos y metafóricos que rodean la verborrea del discurso del oficialismo en México, se diluyeron ante la inexorable voluntad de Tláloc –curiosamente, “el olmeca”- que sin piedad ni compasión, volvió a inundar el predio de la refinería inaugurada solamente de saliva.

Y lo mismo sucede con varias colonias más de Paraíso, en Tabasco.

Todo eso, coincidiendo con Rementería, viene a sumarse a los elevados costos, sobrecostos y deficiente planeación de todo, obra hídrica incluida desde luego.

La expresión del efebo hijo de mis entretelas resultó elocuente: “P’a haber sabido, le hubieran encargado a la Sedena construir un drenaje a cielo abierto –pa’que no cueste mucho- y llevarse toda esa agua hasta Oaxaca donde quería el presidente construir la planta de Tesla”

La idea no es tan loca, si consideramos que toda la carga aérea se vio obligada a llegar a la Central Avionera y de ahí, irse por tierra al Aeropuerto Benito Juárez.

Ante todas las tropelías y ocurrencias inadmisibles en este tipo de obras mega-mal-hechas, el político panista aseguró que es fundamental considerar que se pondrá en marcha lamentablemente una refinería no entiende de tiempos políticos ni de falsas promesas”

En este caso, igual que con Segalmex, habrá que transparentar todo lo que se hace y se deja de hacer, todo lo que se improvisa, se echa a perder y se experimenta de nuevo, “a ver si así pega”.

La pregunta obliga: ¿Hasta cuándo?

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