Diplomacia avestruciana

La política “avestruciana” de nuestro presidente López Obrador para evitar pronunciarse en contra de la dictadura de Nicolás Maduro es inaceptable, porque vuelve al gobierno mexicano cómplice de Maduro.



“Asegunes”

Para nuestras bellísimas lectoras en Duseldorf, Frankfort, Polonia, Checoeslovaquia, Ciudad Neza y la alcaldía de Gustavo A. Madero, cuando los mexicanos decimos que algo “tiene su “asegunes”, nos referimos a que el tema representa muchas aristas no siempre favorables a los propósitos deseados.

Desde siempre, la diplomacia en México –salvo un par de honrosas excepciones– se ha orientado por un laisser faire, laisser aller, en una posición de amplio confort político y diplomático que, ya en alguna oportunidad un político local definía como “ni los veo ni los oigo”. ¿Resultado? A la más vieja y pura usanza del echeverriato, se traduce como “No sé, no me importa, no es mi problema y me vale…” Todo ello en nombre de “la no intervención”.

Estaba bien

Ese mecanismo de pensamiento diplomático se ha entronizado como causa de una diplomacia avestruciana que se esconde, cierra los ojos y evade cualquier posicionamiento.

Eso se ha traducido también en un nivel social de indolencia (que no duele) en la forma de vivir de nuestro pueblo. Pueden estar lastimando a alguien y nadie dice una palabra; pudieron atropellar a cualquier ciudadano, un señor golpea a una mujer en plena calle y solo se oyen gritos para que la deje, pero nada más; pasan decenas de personas, se asoman a ver el desastre y se van con un lastimero comentario, pero sin hacer absolutamente nada… “Es que no podemos intervenir”.

Pero toda esta cultura del “me hago a un lado, no me vayan a salpicar”, ahora ya no tiene espacio en un mundo global en donde lo que haga alguien, tiene repercusiones al otro lado del mundo.

Ya no se vale

Ese modelo de autoaislamiento del resto del mundo ya no es viable, porque todo nos pega, para bien o para mal. Y así sucedió en la reunión del Grupo de Lima que pidió al dictador venezolano ya no postularse para otro período presidencial. Simple y llanamente, el representante mexicano hizo mutis y fue un convidado de piedra. El ridículo que hizo México fue feroz. Solo Evo Morales felicito al tabasqueño. Los demás, hicieron un serio extrañamiento sobre esa postura.

Aguda observación

El efebo hijo de mis entretelas sostiene que, si a Jesucristo lo hubieran crucificado en México, seguramente, el fiscal especial todavía seguiría investigando quién fue. Si Martin Luther King hubiese pronunciado el I have a dream en nuestro país, apenas sería nota en Ventaneando. Si Madre Teresa hubiese fundado su Congregación en Iztapalapa, la bancada de Morena ya hubiese impulsado la expropiación de la obra por ir en contra del estado laico.

Hace algunas lunas (https://expansion.mx/mundo/2018/05/14) el Grupo de Lima le había dado un ultimátum a Maduro… Obvio, al dictador le importó un soberano Cucumis sativus. Lo destacable es que, en ese momento, México dio su visto bueno y firmó el documento del 14 de mayo del 2018, al lado de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía, con la participación de España, y por videoconferencia el secretario de Estado de Estados Unidos.

¿De qué se trata?

No se busca meterse en asuntos ajenos, porque el agravamiento de la crisis política, moral, económica, social y estructural de Venezuela, es un evidente caso de CRISIS HUMANITARIA y frente a eso, nadie sensato puede permanecer indiferente.

Es como si se pudiera acusar a los rescatistas suizos, españoles o canadienses, de meterse en asuntos nacionales, cuando vinieron a salvar vida durante el terremoto de septiembre. Lo que está en juego son vidas humanas, familias enteras.

Por lo mismo, resulta poco comprensible que el presidente mexicano haya “preferido” no suscribir la Declaración del Grupo de Lima contra Nicolás Maduro. Las razones esgrimidas (https://www.infobae.com/america/mexico/2019/01/05): No se firmó el documento, porque “quiere evitar conflictos con otros países”; porque “su gobierno, no intervendrá en asuntos internos de otros países”.

Esto es, podría darse una nueva hambruna en cualquier parte de los países en extrema pobreza, pero con este criterio, México no puede enviar ayuda humanitaria, porque si se hace, los otros países van a querer hacer lo mismo. Por eso, don Maximiliano Reyes, el representante, solo comió con tal de no hablar.

Como dice el legislador Juan Carlos Romero Hicks: Eso es inaceptable, porque México se vuelve cómplice de Maduro. ¿O no?

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