UNA TENDENCIA DEL OFICIALISMO
Desde que se convirtieron en tal, las fuerzas del oficialismo –desde las más sonrosadas hasta las más violentas y radicales denominadas como “los puros”- han recurrido a la viejísima estrategia maniquea que, al igual que su fundador Manés, se dedicaban a preparar a sus seguidores en el marco de una religión dualista, sustentada por un persa que vivió en el siglo III. Esta concepción de vida se basaba en la idea de que el dios del bien y del mal son dos principios creadores que están en constante conflicto; algo así como el senador Fernández Noroña peleándose con todo y con todos.
Por ello, el maestro Jesús Fernández González, en una colaboración del 12 de mayo del 2024, facilita la comprensión del título que da origen a la presente entrega, porque la relación humana e interpersonal encuentra su soporte básico, justamente, en el diálogo. Y, gracias a la libertad de esta casa editora, es viable aportar un enfoque desde el humanismo político, integral, solidario y trascendente al tema.
PRIMERA CONSIDERACIÓN
Todas las personas, creyentes y no creyentes, libre pensadores o dogmáticos, libertarios o ególatras, todos, se encuentran involucrados en el contexto del diálogo, porque, objetivamente, nadie puede vivir como si fuese una “realidad social” ajena a este planeta.
Por ello, la importancia de caminar “junto a” y “junto con” la sociedad, porque esta actitud y comportamiento implica un trabajo de apertura, de aprender a escuchar con eficacia y efectividad a todas las voces, en el entendido de que es necesario prepararse para escuchar a quienes piensan diferente en los términos expresados por la Maestra Guadalupe Noguez, en vez de asumir actitudes cerradas que conducen a dialogar solamente con quienes piensan igual, bajo un esquema tradicionalmente tribal.
En este sentido, para quienes se integran a los conceptos de humanismo integral y solidario, no es válido que vivan como si constituyeran una realidad social tan ajena como ausente, porque se trata de un pensamiento y una forma de vivir que impulsa a vivir y a mostrarse como comunidad que escucha, comprende y acompaña.
POLARIZAR, DIVIDIR E IR AL DESENCUENTRO
Si se observa con un poco de detenimiento, la característica de los últimos 20 años y las tendencias económicas han propiciado mayores niveles de desigualdad, lo que constituye prueba plena cuando se afirma que los procesos de crisis provocan siempre procesos de polarización social y económica, pero no más.
El maestro Alex Rovira sostiene que donde hay pobreza moral, existe pobreza económica, pobreza familiar, laboral y también, pobreza política, porque la cancelación del diálogo sustituido por monólogos se nutre de convicciones, actitudes, sentimientos y motivaciones impulsadas por comportamientos hostiles hacia las personas con quienes no existe identificación de algún tipo porque, además, impulsa la formación de grupos y asociaciones excluyentes entre sí. Por lo mismo, aparecen las tesis y acciones en “las extremas” que acaban anulando las posibilidades de unidad porque siembran acciones, palabras y/o sentimientos irreconciliables. Si se consolidan los populismos pero también se diluye cualquier posibilidad hacia la caridad y el encuentro con el otro. La afirmación de SS Francisco en el sentido de que la Política es la manifestación más sublime del amor se sustenta en ello.
¿ES NECESARIO DIALOGAR?
Sin duda. Porque el diálogo es “una necesidad personal” que todo mundo requiere, dentro de cualquier actitud: palabras que sanan, conversaciones que escuchan y comparten, silencios que acompañan.
Por ello, el diálogo también es un aspecto vital en la vida social, en particular, en un mundo donde lo que sobra es la cerrazón, la terquedad y la descalificación. Para lograrlo, se requiere formar una nueva generación de liderazgos para la sociedad, capaces de ver más lejos y más elevado de los intereses individuales. Una nueva generación de liderazgos capaces de transmitir confianza, credibilidad, nobleza y hombría de bien, que promuevan el diálogo desde la defensa de la vida y la familia para que prospere una nueva cultura de diálogo… Una razón sutil: Dos monólogos jamás integrarán un diálogo.
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