TUMBABURROS AD LATERE
Cuando se consulta el infaltable “tumbaburros”, cuya traducción al inglés es “google” y tropicalizada la expresión “goglear”, se encuentra el origen de la palabra “dilapidar”, cuyo significado es “Tirar piedritas por todas partes”.
Eso es, con precisión, lo que ha hecho naufragar la intentona de gobernar al país en estos cuatro años recientes.
En efecto, el hombre que se resguarda en el búnker palaciego, se ha dedicado a dilapidar la confianza de muchos seguidores. Lo ha hecho en forma tozuda, insistente e imparable.
La lista de “piedritas tiradas por todas partes” es innumerable. Dilapidó la fe que le tuvieron, gran cantidad de clasemedieros que creyeron en el cambio ofrecido. Se convirtió en ilusión y hoy, cada día, se incrementa el número de desilusionados, incluso, en el grupo de sus más cercanos.
Dilapidó por erosión, oxidación y desgaste, la promesa de no robar, no mentir y no traicionar. Una por una se fueron cayendo al piso, porque se ha vuelto una noticia cotidiana el brutal legado e corrupción, de opacidad y de escondrijos de compañeros de viaje y no tan cercanos, donde se destapan las cloacas del tamaño de Segalmex, la casa gris, Felipa y la ticher Delfinita, amén de los negocios poco claros cuya información se “reserva” para ser consultada hasta dentro de muchos años.
Se dilapidó la bandera muy explotable, del tema de los pobres. Hoy, la frase está dramáticamente desgastada y entre las mentiras, la inflación y el aumento del número de familias en pobreza de todo tipo, suena más a utopía que a estrategia electorera.
Desde el inicio, se comenzó a dilapidar con enorme velocidad, el tema de la salud para las familias de México. Se creó un molusco-invertebrado-gaseoso denominado INSABI que, en términos prácticos, nació abortado, sin rumbo, sin dirección y sin objetivos claros. Gran proyecto de saliva que a muchas personas les haría sentir que serían atendidas -con tecnología de punta- como se recibe a pacientes y familiares en Dinamarca.
En particular, las comunidades rurales alejadas de las cabeceras municipales, pronto se dieron cuenta del engaño.
Se dilapidó la confianza de muchas familias con niños enfermos de cáncer y/o pacientes con insuficiencia renal aguda. Para unos, se acabó el presupuesto para vacunas y medicamentos, porque simplemente, no votan. A los demás, les cortaron los suministros para regalar ese dinero en los mal llamados “programas sociales”
Se dilapidó la creencia de las mujeres mexicanas, porque cada día, con especial empeño, se hizo manifiesta la escasa importancia que en el búnker del zócalo tienen las mujeres desaparecidas, las que no tienen empleo, aquellas que carecen de seguridad social. Para el búnker no representa ninguna preocupación las mujeres asesinadas, violadas, ultrajadas y minusvaluadas en más de un sentido. También ese capital político se dilapidó con gran ímpetu.
Al lado de la ex alcaldesa de Texcoco, más tarde, Secretaria de Educación y ahora candidata al Edomex, se dilapidó en loqueras y ocurrencias el proyecto educativo para México. Después de todo, educar a las siguientes generaciones para que solo tengan un par de zapatos y algo de ropa, evitaría que se conviertan en “aspiracionistas” como el imperio yanqui.
Se dilapidó también con gran velocidad, la relación estratégica con la iglesia Católica en particular y con las iglesias en sentido más amplio. Igual sucedió con la muy deteriorada relación con los medios y con los comunicadores. Dilapidar y dinamitar esas relaciones fue sencillo; asesinatos cuya investigación se congela esperando que se muera, amenazas, atentados, diatribas matutinas, denuestos, descalificaciones y burla, fueron el mejor medio para dilapidar las alianzas.
Hoy, quiere dinamitar al INE y al INAI para garantizar una reelección sempiterna, por sí o por interpósita persona.
El tema es delicado, porque en la parte menguante del poder, se empieza a vivir una crisis bastante grave- de credibilidad en el mandatario, que no admitirá reversibilidad.
Las observaciones que hizo el Departamento de Estado de Estados Unidos en su informe anual sobre derechos humanos sobre México generó la molestia del presidente Andrés Manuel López Obrador, que calificó los señalamientos como “mentirosos” y cuestionó a Estados Unidos por sólo “ver la paja en el ojo ajeno”.
Tras la declaración del presidente, el Departamento de Estado no tardó en responder que su gobierno no esconde “los problemas debajo de la alfombra” y explicar que están obligados por ley, a elaborar cada año el reporte para el Congreso estadounidense.
El informe señala al presidente López Obrador por “desacreditar” a periodistas y activistas en sus conferencias de prensa diarias y reitera su preocupación por los altos niveles de impunidad y por la violencia perpetrada por el crimen organizado. También advierte que elementos de la Guardia Nacional y policías han incurrido en ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y tortura.
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