¿Habrá alguien en el equipo presidencial que le diga al caudillo, qué es lo que se ve, del otro lado del sol?
Cada vez son menos
En la mesa de análisis del maestro Raymundo Riva Palacio, los expertos –palabras más, menos– indicaban que la, todavía, elevada popularidad del presidente López se debe en gran parte, a la expectativa del cambio que muchos mexicanos depositaron en el proceso electoral presidencial.
En opinión de nuestras hermosísimas lectoras y amables lectores, el candidato López generó una sobrexpectativa impresionante: la corrupción se acabaría, todo bajaría de precio; las oportunidades de crecimiento se dispararían ad infinitum y más allá. Viviríamos como en Suecia.
La terca y nefasta realidad sigue indicando lo contrario. El mandatario continúa empujando su narrativa con el tema del combate a la corrupción, cuando lo que le importa al ciudadano de a pie, es el rubro de la inseguridad, la falta de empleo y los asuntos de salud. Por eso mismo, cada vez son menos los seguidores fieles, y aumentan los desencantados que alguna vez creyeron en el cambio ofrecido.
¿Todo cambió?
El escribano considera que todo cambió para que todo quedara igual… o peor, como se ha venido demostrando, aun para los más acérrimos defensores de la figura y el culto a la personalidad presidencial que, en un singular esfuerzo, solo alcanzan su objetivo con loas e incienso para el presidente, y mentadas de madre y amenazas con cientos de ‘bots’ para quienes piensan que el camino es errado y errático.
Para este amanuense, el mayor problema del presidente y de su gabinete, se concentra en el hecho de que las equivocaciones se acentúan y se muestran más evidentes, aun con la ardorosa defensa que el propio mandatario hace de sus decisiones.
Duro y tupido
Lo que todos podemos ver “al otro lado del sol” es que el país se le empieza a deshacer al presidente. No se puede dejar de lado una serie de aciertos, pero en el balance, pesan más los yerros, y no le permiten ver que su bono democrático y prestigio político, se están yendo por la alcantarilla.
La lealtad presidencial a favor de Rosario Piedra al imponerla contra toda lógica jurídica, pesa ya y fuerte, en su baja de popularidad. Lo mismo con el jovenazo Ángel Carrizales en la Agencia Ambiental, quien es todo un caso para “Enamorándonos”, porque ha sido “bateado” previamente, en cinco ocasiones (https://politica.expansion.mx › mexico › 2019/11/25).
Santa Lucía y su aeropuerto, cada vez crecen en oposiciones y opiniones que desacreditan el capricho presidencial. Mi adorada Maricarmen Cortés (@mcmaricarmen, noviembre 26) sostiene que se acaba de dar un doble golpe al proyecto, porque el Grupo Aeropuertos de París, señaló que las pistas 1 y 3 “no podrán operar en forma simultánea; y NavBleu –contratada por la SCT, reconoció que se requiere un rediseño.
Contra los LeBaron
La andanada de descalificaciones a la familia LeBaron resulta grotesca, porque esa familia –con toda la gente que les asesinaron– acuden a donde les hacen caso. Esto hace pensar, dice Pablo Iriart, que “El gobierno, del lado de los criminales” (Uso de Razón, https://www.elfinanciero.com.mx/opinion)
De acuerdo. Nadie quiere la intromisión de los agentes de Trump, pero ha quedado más que demostrado que la “estrategia” de abrazos y no balazos, ha resultado un fiasco que a nadie convence y que a todos afecta en grande. En otros términos, la proclama de que la mejor política exterior es la interior, se ha evaporado de cara a los sucesos.
No es fácil entender y desglosar lo que se viene si el gobierno de Trump declara y califica como terroristas a los cárteles mexicanos. El problema es que la casa está hecha un desorden y esto mismo les pega a los gringos.
La pregunta
Ya no son únicamente, la suspensión de las asambleas de Morena, suspendidas por golpes, atropellos, fraudes y balazos; o el pleito entre Bertha y Yeidckol. Ya no es la hilera de incongruencias de Gibrán Ramírez Reyes, radicalísimo fan de los “Amlovers” en los restaurantes de lujo, o el flaco favor del padre Solalinde recriminando a los LeBaron ir a Estados Unidos.
Es la economía que se cae. Es la inseguridad que carcome, que corroe a las familias. Es la caída del empleo, la falta de oportunidades, las universidades “gansito” o el T-MEC que ni a Trump ni a Trudeau les importa. Entonces, la pregunta es obvia: ¿Habrá alguien en el equipo presidencial que le diga al caudillo, qué es lo que se ve, del otro lado del sol?
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