En el mundo México es el hazmerreír ante la ligereza mostrada por el presidente frente a la pandemia, a la que según él “no nos va a afectar porque los mexicanos estamos unidos”.
Robado al poeta
En su “Esquiva”, mi admirado Amado Nervo permite a este escribano el hurto de la frase que encabeza esta entrega. El poeta describe que los más exquisitos perfumes se evaporan: “… al beso de mezquinas liviandades”.
Algo así le sucede al presidente de México. Sigue en campaña; continúa dividiendo a los mexicanos; el culpable de todo –coronavirus incluido– es Calderón, los neoliberales y los que el señor cataloga como sus acérrimos enemigos del conservadurismo. Pero, aun así, el hombre es feliz y continúa repartiendo besos, apapachos, abrazos y echando saliva a los cachetes infantiles.
El hazmerreír
Si existiera un Óscar por la interpretación de este tipo de personaje, el consentido López-Gatell Ramírez –vocero, defensor, ilusionista, mago y patiño presidencial– está por ganarse la titularidad de la Secretaría de Salud, porque si mis adoradas lectoras y gentiles lectores no sabían, sí existe un secretario que no aparece desde hace muchas lunas.
El tema es que, entre la figura del presidente –esa que se asegura que “hay que respetar” – y las enamoradas y amorosas proclamas del subsecretario, México se ha convertido en el hazmerreír del planeta tierra, anexos, conexos y similares.
“Causan mofa mundial descuidos mexicanos”, así cabecea la nota de portada de Reforma. No es para menos.
Una primera causa de esa hilaridad mundial es la ligereza mostrada por el mandatario mexicano frente a la pandemia, a la que según él “no nos va a afectar porque los mexicanos estamos unidos”. Es decir, es la primera vez que, por tanta unidad, se acaba el gel y los rollos de papel higiénico en muchos centros comerciales.
Tanta unidad va a causar estragos en muchos hogares por múltiples causas.
El tratamiento y la respuesta al COVID 19 ha dividido las decisiones entre los simpatizantes del líder. Mientras se cierran las escuelas, el Senado de la República, varias sucursales bancarias y se cancelan eventos de muchos partidos políticos y áreas de gobierno; mientras vemos que el papa da la bendición a una Plaza de San Pedro vacía; en tanto que todo el sistema financiero empieza a colapsar y las medidas de cierre cancelan los pagos a proveedores, aquí se trivializan las cosas. Por eso se autorizó la reunión de más de un centenar de miles de asistentes al festival Vive Latino. Seguramente, porque en medio de la multitud, nadie podría contagiarse.
Superficialidad
La superficialidad mostrada por el gobierno federal es pasmosa. The New York Times acusa una estrategia en extremo lenta. Deutsche Welle se sorprendió cuando el presidente López anunció que continuaría con sus giras por todo el país.
Dudas
Por supuesto, tal actitud y talante presidencial invocan a la especulación y la tenebra: ¿De verdad, apenas habrá 82 casos confirmados?, porque no falta la amabilísima lectora que nos envió un testimonial que asegura que, hay alguien que ejerce una fuerte presión a los empleados de salud, para que no declaren la afectación por coronavirus, sino por influenza. Si eso es cierto, el tema puede resultar en una grave crisis de popularidad para el mandatario mexicano, en particular, por la cantidad de defunciones previsibles.
A eso, habrá que agregar que, al momento de tundir la compu, ya son 11 estados que adelantan la suspensión de clases.
Si la saturación hospitalaria, destaca Aguilar Camín, es el problema más grave en Italia, ¿de verdad la fragilidad e inoperancia del sistema de salud en México, podría soportar una pandemia de esta magnitud, aunque el presidente afirme que no nos va a afectar?
Si “por el bien de México, primero son los pobres”, la pregunta obliga: ¿Esos mismos pobres que el presidente dice defender, tendrán la capacidad –frente a la disfuncionalidad del sistema de salud federal– de pagar (sostiene Milenio) entre 6 y 10 mil pesos la prueba de COVID 19 EN HOSPITALES PRIVADOS?
La duda es válida. Si todavía no han podido resolver el tema de los medicamentos para los niños con cáncer y para la gente con problemas renales agudos… ¿Podrá el alfil del rey hacer algo –ya no resolver como los chinos– para aliviar la pandemia en la que el señor no cree? Es pregunta. Porque de lo contrario, todo se reduce a mezquinas liviandades. ¿O no?
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