COMPARACIONES NO TAN ODIOSAS
Acabo de leer a mi querido maestro Chucho Silva-Herzog Márquez en el genial diagnóstico que plantea sobre la presidencia de la doctora Sheimbaum. Minutos antes, algunos fragmentos de los discursos de Corina la Machado en Venezuela. La comparación no es odiosa, pero sí necesaria.
Es irremediable colocar a ambas a trasluz, no de un estudio detallado de imagen o comportamientos no verbales, sino del mensaje que las dos mujeres envían en diversas condiciones de sus vidas.
BASES DE COMPARACIÓN
Para efectos de esta modesta colaboración, emplearemos dos instrumentos: la brillante pieza de Silva-Herzog Márquez en la revisión –me resisto a llamarle análisis- de la figura de la virtual mandataria mexicana; y la información que se ha subido a las redes sobre la actuación de Corina Machado en diversos sucesos, destacando solo por efectos de espacio, algunos aspectos que este escribano estimó destacables.
Sin duda, la figura de la doctora será la de una funcionaria abnegada que hará de la lealtad y el sacrificio de su trayectoria de éxito, la moneda de cambio para ocupar una presidencia coadjutora. Corina, desde el inicio de su lucha, ha mostrado talante y como decimos en México, siempre “echada pa’delante”, no en una actitud de soberbia o de suprema madonna elegida por los dioses y que, por tanto, no considera de alcurnia voltear a mirar a los demás mortales.
Corina no ha necesitado colgarse un Rosario o meterse en una falta con la imagen de la Virgen de Guadalupe para que todo el pueblo constate que pertenece a la raza. La venezolana habla de Dios, se encomienda a Dios, pone las cosas en manos de Dios, no por estrategia de branding personal, sino porque cree en ello; porque intuye también que el destino próximo de su tierra, también se ha escrito en el cielo.
Mientras que Corina es todo arrojo, prudencia, fortaleza en el actuar, la doctora Sheimbaum ha mostrado una docilidad que, eventualmente, llega a posicionarse como sumisión total y total disposición a reventar su gobierno con tal de no confrontar ni desairar al caudillo que le regaló el puesto.
Por eso mismo la candidata del oficialismo renunció a su voz, a su lógica política, a su personal sistema de creencias, para mimetizarse con su mentor, repitiendo frases insulsas, divisas quiméricas y adoptando posturas que surgen de la más candorosa ventriloquía tabasqueña. Por ello de repente llega a adoptar el sonsonete del macuspano.
Machado trae, desde siempre, voz propia; con ideas que van más allá de un script publicitario, porque sus señalamientos, su rebeldía y su negativa a renunciar a la libertad, ha conectado con el corazón de los venezolanos y de ciudadanos de otras latitudes. Corina habla desde y para el corazón de su audiencia; no para una pose bastante estudiada y carente del calor humano y la pasión que vincula con la gente.
Se sabe de inmediato, cuando Corina habla con coraje; cuando exige con pasión irrenunciable; cuando le grita al dictador que el pueblo –ese que, por millones se ha manifestado alrededor de Miraflores- ya no le tiene miedo.
Ha sido en opinión del escribano, uno de sus mayores éxitos. Lograr que las mujeres, los hombres, los niños y los jóvenes ya no tengan miedo. La consecuencia es obvia. Con un pueblo sin miedo al tirano, el dictador ya no tiene poder.
La doctora, por el contrario, en cada intervención demuestra, además de la repetición, el sometimiento y la disposición a acatar lo que se le ordene, porque el discurso está repleto de repeticiones y dichos del patrón. Todo acaba ahí, por eso no habrá jamás debate. Basta releer y ver de nuevo las preguntas de los reporteros incómodos. De esta forma, la doctora no podrá encontrar algún rasgo distintivo de su paso en la presidencia. Como bien señala Silva-Herzog Márquez: Así, octubre será demasiado tarde para un posicionamiento serio, porque no existe un marco de referencia serio y propio.
Corina es fresca, femenina y muy mujer, valga la redundancia literaria. Va más allá de una pose fría y un discurso más montado con cola de caballo, para proyectar una personalidad cálida, cercana, que conecta con las familias venezolanas y latinas, porque abraza y es abrazada en la foto familiar que alguien subió a la red. No hay continuidad sino un nuevo amanecer, diferente y mejor para las familias de Venezuela.
La doctora se muestra sigilosa para no ofender al patrón en las giras comunes. Le deja el espacio y los aplausos. Corina se planta y marca la diferencia con Edmundo González y el virtual presidente cede y comparte como caballero, el espacio diplomático a una mujer de estado.
Ni con la doctora ni con Corina puede vislumbrase una ruptura. En sendos casos, por razones diametralmente diferentes.
EL RIESGO MAYOR
Como bien señala el analista, el punto central de mayor preocupación para este país es que, no solo se trata de un anuncio de continuidad elegantemente disfrazado de segundo piso… el quid radica en darle continuidad, a las ocurrencias, obsesiones, depresiones, imaginerías, rencores y odios del hombre al que la doctora ha doblegado la testuz.
Para los venezolanos, el riesgo es caminar en libertad. Eso ofrece Corina.
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