IMPACTO MULTILATERAL
Este escribano acaba de leer y saborear una espléndida entrega de la periodista Sonia Domínguez Ramírez, quien destaca la fe, la unidad y la esperanza como compromiso juvenil ante Cristo Rey. Como dirían los clásicos presocráticos, “haiga sido, como haiga sido”, el hecho de que 40 mil jóvenes —miles más, miles menos— de toda la geografía nacional se hayan reunido para marchar, con recursos propios, sin “tutsi” ni tortas, hasta la cima del Cubilete para postrarse ante la imagen de Jesucristo Rey, no solo es elocuente, sino que encierra un mensaje poderoso. Un mensaje dirigido a quienes, ya sea por acción directa o a través de sus protectores, se han dedicado a destruir la paz, las instituciones, el Estado de derecho, la vida, la familia, y han entregado el país al crimen organizado y al narcotráfico.
NO ES AMARRAR NAVAJAS
No lo es, porque los sinaloenses se han puesto de pie y le han dicho a los malandros y a sus protectores que ya no tienen miedo. Al mismo tiempo, en Tabasco y Chiapas empieza a gestarse una fuerte presión social por las mismas razones: la gente quiere paz, quiere trabajar, y el gobierno, con una actitud torpe, incompetente y pasiva, deja en el aire un tufo a complicidad.
A esto se suman las protestas de transportistas, de las madres buscadoras, de los burócratas a quienes no les han pagado, de los médicos que no cuentan con insumos para trabajar y protegerse, de las familias de los migrantes desaparecidos —ocultos tras porcentajes estadísticos “mágicos”— y de los sufridos pasajeros del Metro.
Visto así, conviene recordar que Echeverría, Díaz Ordaz, Salinas y ahora López Obrador han tenido pánico a la protesta juvenil en las calles. Y eso siempre es un riesgo para cualquier gobierno.
EL ASCENSO A LA MONTAÑA
Por ello, la subida al Cubilete representa un mensaje sólido desde el centro geográfico del país. 40 mil voces, 40 mil espíritus rebeldes e indomables apostando el pellejo por la paz, la vida y la familia, en vez de robar tiendas de conveniencia o recibir dádivas cuyo destino se desconoce.
40 mil jóvenes que gritaron desde el alma por la misericordia, el amor en su más alta expresión, y que se plantaron vestidos de rojo en honor a los mártires juveniles, portando un obsequio enmarcado por las rosas del Tepeyac.
El mensaje quedó plasmado en la homilía de Monseñor Jaime Calderón, un hombre que conoce bien las luchas y los calvarios. En su voz resonó la invitación-desafío de San Juan Pablo II:
“¡No tengáis miedo!”
Los jóvenes en la Montaña no tuvieron miedo de pedir perdón y confesar su fe. No temieron al frío de la madrugada ni a la dureza de las rocas en el ascenso. Su único deseo era llegar hasta los pies del Rey del Universo.
Ahí, en ese mismo lugar, hace 50 años, una joven entregó su vida. Ese asesinato doble sigue doliendo en el alma de los jóvenes de hoy. Pero no hubo miedo. No hubo duda. Hubo testimonio de fe.
VALOR EXTRAORDINARIO
Andrea Perea, presidenta de Testimonio y Esperanza, fue directa y valiente:
“Esta tierra pertenece a Dios.”
Por eso, los jóvenes no pueden permanecer indiferentes. Su compromiso es vigoroso y fuerte. Su fe se traduce en una forma de vida, en un servicio concreto a los demás, en la construcción de un México lleno de esperanza, con amor y disposición personal hacia quienes más lo necesitan.
El ambiente se impregnó del aroma de guirnaldas de martirio. 40 mil jóvenes en desagravio por todas las víctimas de la violencia en el país, en vez de sumarse a la retórica gubernamental que solo culpa al pasado para encubrir su propia incompetencia.
El compromiso está claro: construir una sociedad más humana y que humanice.
El asunto es Libertad. Libertad que exige y reclama justicia, paz, armonía, respeto a los derechos fundamentales. Porque no solo enfrentamos una persecución religiosa, sino un modelo sistemático de criminalización de la dignidad humana.
Por todo ello, el mensaje de 40 mil voces en la Montaña de Cristo Rey tiene un peso específico que nadie puede minimizar. Ignorarlo sería un error, porque este movimiento juvenil no tiene miedo.
Son 40 mil almas llenas de esperanza y testimonio por México.
Al tiempo.
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