Albazos, agandalle y decretazos

LO CUMPLIÓ

Ortega y Gasset sostenía que “Distinguimos al hombre excelente del hombre común al decir que el primero es el que se hace grandes exigencias, y el segundo que no se exige a sí mismo”. Como que ese es el camino que el mandatario mexicano ha escogido para echar a andar un raquítico ejercicio de gobierno.

Desde el inicio -lo dijo y lo cumplió- a partir de mandar “al diablo a las instituciones”, la pregunta que pocos intuyeron fue: “Si las instituciones y la normatividad que les acompaña, no serán referentes para establecer un sano estado de derecho, consolidar una eficaz gobernabilidad y definir todos los procesos necesarios para garantizar el progreso material y el desarrollo espiritual de las familias y de toda la estructura social, ¿entonces, cómo se va a gobernar?

DESDE SIEMPRE

El Ejecutivo ha evidenciado que sabe caminar sobre arenas movedizas y bailar en la cuerda floja presumiendo que lo hace sin red protectora.

De aquí que, con base en ensayo y error, el estilo personal de gobernar se decantó por una administración sustentada en albazos, agandalles y decretazos.

Lo que el mundo vio -no solo la población mexica- en aquel “viernes negro”, cuando los senadores doblaron la testuz y se pusieron de tapete en la Casona de Xicoténcatl, el acto vino a reflejar varias condiciones. La primera fue, la falta de preparación de los legisladores morenistas al brincarse todos los procedimientos establecidos en ley, para cumplir los requisitos que la Constitución señala y aprobar, sin quitarle una sola coma y sobre las rodillas, las iniciativas que el presidente les ordenó aprobar.

El hecho, para cualquier ente pensante, da origen también, al segundo movimiento de gobierno: El agandalle.

Por esa razón, el agandalle presidencial es explosivo, lleno de dramatismo, vociferantativo y hablantoso. Por ello también, el ataque grosero y rupestre contra la presidenta de la Corte, los continuos señalamientos de culpabilidad al pasado. Necesariamente, aludir de forma continuada “al cochinero que nos dejaron”, para jamás presentar resultados exitosos y ubicar en el pasado todos los errores.

Si surge una acción que lo contraría y lo enerva, aparece un “decretazo” para demostrar “quién manda”; para evidenciar “quién decide en este país”

LA MEZCLA

La parte altamente riesgosa para el progreso y desarrollo de este país, es cuando se mezclan los tres elementos.

Se puede generar un decretazo mediante dar un albazo legislativo como se ha visto ya.

Un decretazo puede constituir un agandalle fuerte para sorprender y amansar a quienes el presidente considera sus enemigos.

Y también pueden movilizarse las tres características de forma simultánea.

Aquí es cuando se dice: pobre país con un liderazgo tan, tan chaparrito.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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