Los matrimonios donde hay una diferencia considerable de edad pueden implicar ciertos riesgos, pero también grandes oportunidades que permitan una estabilidad familiar.
Hay quienes dicen que la edad no importa en las relaciones amorosas, y existen parejas que se llevan hasta 30 años de diferencia. Pero, ¿realmente funcionan estas relaciones?
Un estudio realizado por el Departamento de Economía de la Emory University en Atlanta, descubrió que entre más años de diferencia haya entre los esposos, se incrementan las probabilidades de divorcio. Si en un matrimonio hay una diferencia de edad de cinco años, existe el 18% más de probabilidades de divorcio, contra solo 3% en los que es sólo de un año, y va aumentando; si es de 10 años aumenta al 39% las posibilidades, y si es de 20 años o más existe el 95% de probabilidades de divorciarse.
El éxito o el fracaso en estas parejas dependerá de las circunstancias sociales y familiares que existan en su entorno, como los hijos de un matrimonio previo, las exparejas o intereses económicos de por medio. Además de la aprobación o no de las familias, ya que estarán expuestos a críticas o prejuicios en torno a su relación, principalmente por parte de la familia del más joven.
La clave está en que al momento de la unión matrimonial no exista el deslumbramiento, es decir, que ya haya pasado la etapa de enamoramiento, y que se haya consolidado el amor verdadero, para poder ver con claridad la brecha generacional y asuman que, el ritmo de vida, la energía, los gustos y hasta las relaciones sexuales serán diferentes, además de que esas diferencias se irán acentuando con el tiempo.
El lado positivo está en que el cónyuge mayor le brindará más tranquilidad a la relación, emocionalmente es más estable y empático con el joven, por lo que, estará dispuesto a ceder para evitar conflictos matrimoniales. Los psicólogos recomiendan que los esposos se lleven entre 5 y 10 años.
En Red Familia te invitamos a que tomes en cuenta que, en una relación de esposos con años de diferencia, es necesario ser prudente, empático y flexible. Necesitan el apoyo de ambas familias para integrarse y convivir felizmente como cualquier matrimonio. Porque en el apoyo y la comunicación, en la familia, está la solución.
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