Es una maravilla tener a un Romano Pontífice tan sabio y experimentado en abordar temas de palpitante actualidad. El pasado domingo 28 de enero habló sobre las cadenas que esclavizan a las mujeres y hombres de nuestro tiempo.
Señaló una lista de dichas cadenas:
- Las adicciones
- Las modas
- Las tentaciones
- El miedo o la inseguridad
- La intolerancia
- La idolatría del poder
- Los ataques de Satanás
- El gran remedio: invocar a Jesús
Sobre esas adicciones comenta: “Pienso que nos hacen esclavos, siempre insatisfechos y devoran energía, bienes y afectos”. Recuerdo a un pobre hombre de 55 años que, para “engancharlo y hacerlo adicto, le regalaban un pequeño sobre con cocaína gratuitamente. En un principio, esta persona se mostraba agradecida y contenta. Pero luego le comenzaron a cobrar lo que realmente costaba la porción de esa droga. Como no tenía muchos bienes económicos, comenzó a vender lo que tenía en su casa: refrigerador, horno de microondas, lavadora, estufa, televisión, aparato de música, etc.
Como es lógico, su esposa e hijos mayores se molestaron mucho y como no recapacitaba ni se corregía ni quería asistir a las sesiones de psicoterapia contra las drogas, optaron por correrlo de su casa.
Yo daba clases en un plantel escolar del Municipio de Ixtapaluca. Día con día, me lo encontraba muy desesperado en un crucero pidiendo limosna de coche en coche. Como era evidente que estaba en plena crisis de ansiedad, los demás conductores se percataron de inmediato. Dieron aviso a las autoridades y pronto se lo llevó una patrulla. Ese hombre, por la droga, había perdido a su familia, sus bienes y su dinero.
“Otra cadena: pienso en las modas dominantes que nos empujan al perfeccionismo imposible, al consumismo y al hedonismo que mercantilizan a las personas y desvirtúan sus relaciones”. Sabemos que existen muchas personas que su norma de conducta la dicta “el qué dirán”. Y sufren imaginando si su coche, su lap top, su celular, su reloj y su ropa, etc. están en la vanguardia de la moda y temen ser rechazados por los demás.
Sobre el hedonismo. Nos encontramos ante un verdadero alud de pornografía que presentan a la mujer “como objeto de consumo” y nada más. Siguiendo la absurda lógica de: “Úsese y tírese”, tanto en los medios de comunicación, como en las redes sociales, y costumbres en las que se degradan a las mujeres.
Otra cadena son las tentaciones, por ejemplo, a robar cuando no se tiene dinero para adquirir un bien determinado; dejarse llevar por la curiosidad y probar drogas alucinógenas o para serle infiel a la esposa, etc.
La intolerancia es frecuente en personas que carecen de amplitud de criterio y rechazan a las personas, en virtud de su raza, lengua, estrato social, por su apariencia física, por su empleo, etc.
La idolatría del poder. Esto se da mucho en el terreno de la política cuando los demás se convierten en “peldaños para subir un escalón”, o también, con el objeto de instrumentalizar a los conocidos para obtener un contacto o logro determinado. Se manipula perversamente el pensamiento mediante la propaganda o el engaño en los discursos o declaraciones que pueden generar las grandes promesas.
El Santo Padre, a todas estas cadenas esclavizantes, las enmarca en los continuos e infatigables ataques de Satanás -que es el “gran tentador”- siempre buscando la eterna condenación de las almas y con quien no se debe dialogar. “Si entran en diálogo con el diablo, él gana siempre”-asegura el papa.
Pero tenemos a un Gran Aliado y Amigo que es Jesucristo. Lo leemos en los Santos Evangelios cómo Jesús expulsa al diablo y huye despavorido ante el Hijo de Dios Encarnado. Pero subraya el Romano Pontífice: “No conversa con él”.
En lo personal recomiendo la lectura de dos libros muy ilustrativos sobre el modo de pensar y actuar del demonio, escritos por el escritor inglés Clive Staples Lewis (1898-1963): “Cartas del diablo a su sobrino” y “El diablo propone un brindis”.
El remedio de los remedios es invocar con fe a Jesús, precisamente ahí donde las cadenas del Maligno aprietan con más intensidad.
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