Joseph Goebbels: el genio de la propaganda nazi

Otro concepto de Joseph Goebbels era “crear el miedo en el seno social como arma poderosa para mantenerse en el poder”.



Con la caída del Muro de Berlín en 1989 y el paulatino desmoronamiento de los regímenes totalitarios de izquierda de Centro y Este de Europa hasta la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas a finales de 1991, se pensó que el marxismo leninismo estaba prácticamente aniquilado.

Pero lustros después han surgido nuevos totalitarismos en varios países, de modo particular en América Latina. Una explicación parece ser la ambición por el poder político, los liderazgos protagónicos y el afán por el enriquecimiento personal, que se repiten una y otra vez a lo largo de la historia. Algunos de esos líderes han accedido por la vía de las armas y de modo violento al mando supremo de una nación.

Otros, presionando a personajes clave, como lo hizo Adolfo Hitler con el Presidente Paul Von Hindenburg en enero de 1933. Y no obstante que Hindenburg conocía su nacionalismo extremo, el pangermanismo y antisemitismo, el Presidente influyó en el Reichstag para que autorizara la “Ley de Plenos Poderes” en marzo de 1933. Poco antes Hitler había sido nombrado Canciller tras una serie de elecciones parlamentarias y las lógicas intrigas tras bambalinas. Esta ley de plenos poderes dio virtualmente a Hitler la capacidad de ejercer constitucionalmente, a partir de ese momento, un poder dictatorial y sin objeciones legales. El trasfondo es que había un tremendo miedo hacia las represalias de los nazis que en los años anteriores habían cobrado tantas víctimas.

¿Cómo explicar este fenómeno sociopolítico? Alemania perdió la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Entonces, sobrevino una hiperinflación, una gran hambruna y desesperación de la población que veía cómo los alimentos básicos subían de precio en cuestión de días. Reinó un ambiente general de desencanto y de tristeza. Algunos ciudadanos se volcaron hacia todo tipo de vicios (drogas, alcohol, prostitución, depravaciones sexuales…). Ante ese desenfreno moral, Alemania experimentaba una grave pérdida de valores y se hundía en la anarquía y el caos. En esos años gobernaba la incipiente y débil república democrática de Weimar. Los comunistas y socialistas organizaban frecuentes revueltas callejeras con la pretensión de llegar a dirigir el país.

La mayoría de los ciudadanos alemanes no estaba de acuerdo con ese estado general de la nación. Por eso vieron con simpatía que asumiera el poder un líder con capacidad de mando y firme deseo de poner orden, paz y estabilidad económica para generar empleos.

Desde 1925, Hitler eligió como Ministro de Propaganda a Joseph Goebbels (1897-1945). Doctor en Filosofía y con mentalidad práctica para introducir las ideas nacionalsocialistas en los ciudadanos. En pocos años creó el mito de Hitler como “el mesías salvador de Alemania”.

Controlaba hábilmente la radio, el cine, la prensa, las pancartas. En los soldados, organizó esas manifestaciones multitudinarias o desfiles espectaculares para exaltar al “Fuhrer”. Todo ello se filmaba, se grababa, se transmitía en vivo o se iba a poblaciones apartadas y retransmitirlas para que conocieran al “caudillo”.
Goebbels manejó grandes mentiras para engañar a la población. Por ejemplo, afirmaba que muchas repeticiones de conceptos (falsos) se pueden transformar en verdad. Otro concepto suyo era “crear el miedo en el seno social como arma poderosa para mantenerse en el poder”.

También añadía que es importante lograr que el ciudadano medio pierda su capacidad crítica y que no piense mediante un bombardeo informativo para que se quede en la superficie y que al final pueda decir: “No entiendo nada de lo que ocurre en la sociedad. El mundo es un caos y no me permite reflexionar ni puedo sacar ninguna conclusión”.

Es decir, Goebbels era partidario de “idiotizar” a la población y declarar a un solo causante de todos los males de Alemania, por ejemplo, a los judíos. Otro principio era, entre otros muchos: “Los culpables de los errores son siempre los demás, nunca los gobernantes”.

Goebbels fue partidario de las atrocidades de Hitler en los campos de exterminio contra el pueblo judío. Fue un hombre cruel y formó parte activa de este imperio del mal. En mayo de 1945, cuando los Aliados se encontraban ya cerca de Berlín, mató a su esposa y a sus hijos y terminó suicidándose. Así suelen concluir las vidas de “los genios del mal”.

 

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