La expresión “esta es una generación perdida” se refiere a los “rebeldes sin causa” de los años cincuenta o a los “hippies” en la década de los sesenta.
A menudo hemos escuchado la expresión: “Ésta es una generación perdida” refiriéndose a los “rebeldes sin causa” de los años cincuenta; a los “hippies” en la década de los sesenta; a la generación “punk” a finales de los años setenta.
En realidad esta frase fue acuñada por la crítica literaria y escritora Getrude Stein cuando, en París durante los “locos años veinte”, conoció al novelista Ernest Hemingway y a otros literatos como: Scott Fitzgerald, James Joyce, John Dos Passos, John Steinbeck, a William Faulkner…
Algunos de ellos habían combatido durante la Primera Guerra Mundial y ese hecho les había afectado en su estado de ánimo, así como a toda una generación por los millones de muertos, heridos, y muchos otros habían quedado con graves discapacidades físicas o mentales.
Los jóvenes tenían aversión que en los discursos se hablara tanto de los caídos durante esa cruenta guerra y, más bien, lo que la gran mayoría quería era gozar el presente, obtener el mayor placer de la existencia humana, divertirse a toda costa, dejándose llevar por un desenfrenado afán hedonista, como sucedió en París, Berlín y algunas otras ciudades de Europa.
Estos jóvenes escritores reconocían que se sentían desconcertados y llenos de pesimismo; escribían sobre la inutilidad y la crueldad de la guerra; se introdujo un liberalismo a ultranza en el que no había ningún principio, o mejor dicho, se trataba de romper absolutamente con todos los antiguos estereotipos de modo agresivo y violento; se imbuyeron en el goce efímero del sexo, del alcohol y de las drogas.
Este período tuvo su inicio desde 1918 (el fin de la Gran Guerra) hasta 1929 con el crack económico de 1929 de la Bolsa de Wall Street de Nueva York. Este suceso afectó a todas las Bolsas del mundo. Y a continuación sobrevino un acentuado desempleo, una inflación galopante y una gran hambruna, John Steinbeck en su magistral obra “Las Uvas de la Ira” narra cómo era deplorable la situación de los obreros y trabajadores agrícolas en California, con unos salarios sumamente bajos y horas extenuantes de trabajo. Por esta obra fue calificado de “socialista” pero, en realidad, no hizo sino exponer un hecho que él mismo había experimentado ya que Steinbeck había trabajado como albañil, obrero, jornalero y otros muchos oficios para ganarse la vida. Fue una novela de denuncia social.
La mayoría de estos escritores innovaron la narrativa en la novela. Quisiera hacer especial mención de William Faulkner, autor de “El Ruido y la Furia”, “Mientras Agonizo”, etc. ya que introdujo: a) el monólogo interior; b) lo que cada personaje sentía o imaginaba (múltiples narradores); saltos en el tiempo durante la narración. Esto tuvo gran influencia en la literatura de América Latina como en: Juan Rulfo “Pedro Páramo” y el cuento “Macario” de “El Llano en Llamas”; en Carlos Fuentes, “La Región más Transparente”, así como en los Premios Nobeles Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez.
Scott Fitzgerald escribió una obra monumental “El Gran Gatsby”. Que en un par de ocasiones ha sido llevada al cine, protagonizadas por Robert Redford y Leonardo DiCaprio. Fitzgerald presenta una radiografía de los años veinte con todos sus excesos: fiestas todas las noches, música de jazz, alcoholismo, desórdenes sexuales… Tanto Scott como su esposa murieron de manera trágica por estas mismas razones.
En casa de Gertrude Stein se daban cita no sólo literatos sino también escultores, músicos y pintores, de la talla de: Pablo Picasso, Georges Braque, Juan Gris, Amedeo Modigliani, Joan Miró, Salvador Dalí y muchos más.
Ella, además de ser mecenas e impulsar a noveles artistas, fue una visionaria que con todos ellos se podría iniciar un nuevo capítulo en el arte del naciente siglo XX. Por ello le llamarían “La Pionera del Arte Vanguardista”.
Siempre me ha llamado la atención que Ernest Hemingway, con su carácter fuerte e impetuoso, obedecía a sus críticas para mejorar sus textos. Por ejemplo, le decía: “Ernesto, ¿por qué te empeñas en ser tan negativo, trágico y pesimista? Porque tus obras están cargadas de odio, rencor, resentimiento; destilas abundante sangre en tu pluma.
Eso no atrae a ningún lector. Por otra parte, hay palabras que repites demasiado y empleas demasiados circunloquios. Escribes bien, pero ¡ve directo al grano! Entonces ganarás en claridad y amenidad en tu exposición. En conclusión, tienes que rehacer de principio a fin tu novela”. Al principio Ernest se disgustaba, pero reflexionaba un poco y se percataba que Gertrude tenía razón y volvía a rehacer su escrito. Debido a ello, publicó sus novelas ya clásicas “Adiós a las Armas” (de carácter antibelicista), “París era una Fiesta” (el ambiente en París de los años veinte), “Por quién Doblan las Campanas” (sobre la Guerra Civil Española).
Cabe mencionar que algunos de estos escritores recibieron el Premio Nobel de Literatura, como William Faulkner (1949), Ernest Heminway (1954) y John Steinbeck, (1962).
Una película que ilustra bastante bien ese ambiente parisino de los intelectuales alrededor de Gertrude Stein en esos años veinte es “Medianoche en París” (2011), dirigida por el cineasta Woody Allen, quien recibió el Premio Óscar al Mejor Guion Original.
Sin duda, este período de la historia de arte –con todo y sus excesos, errores y desviaciones– influyó en forma definitiva en las décadas posteriores y aún en los inicios del siglo XXI.
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